Distribución

Internet, la guarida del tráfico ilícito del tabaco en rama

Este delito se practica desde hace pocos años por los cambios en los hábitos de consumo. Los criminales usan la red para distribuir ilegalmente hojas y picadura, lo que facilita que sean adquiridos por menores. Son productos que no han pasado controles sanitarios.

De izquierda a derecha: Manuel Barroso, de CETARSA; Juan Tallada, de Philip Morris; Ricardo Miranda, de Oitab, y Manuel Delgado, comandante de la Guardia Civil
De izquierda a derecha: Manuel Barroso, de CETARSA; Juan Tallada, de Philip Morris; Ricardo Miranda, de Oitab, y Manuel Delgado, comandante de la Guardia Civillarazon

Este delito se practica desde hace pocos años por los cambios en los hábitos de consumo. Los criminales usan la red para distribuir ilegalmente hojas y picadura, lo que facilita que sean adquiridos por menores. Son productos que no han pasado controles sanitarios.

Una cajetilla de cigarrillos se ha convertido en un producto de lujo. Su precio ha aumentado durante la crisis, cuando a los fumadores les costaba llegar a final de mes. Esto provocó que los consumidores de cigarrillos buscaran una alternativa más barata: la picadura. Su demanda se ha multiplicado y los estancos no son los únicos que han hecho negocio con el tabaco de liar. En los últimos años, en España se ha registrado un crecimiento del comercio ilegal de hoja de tabaco y picadura hasta el punto de que los numerosos negocios clandestinos dedicados a esta nueva tipología ya compiten al 50% con el contrabando tradicional de cigarrillos.

Para profundizar en la grave situación del comercio ilícito de hoja y picadura y analizar posibles salidas, LA RAZÓN organizó el debate «El nuevo fenómeno del tráfico ilícito de tabaco», al que estaban convocados Juan Tallada, responsable de Relaciones Institucionales de Philip Morris; Manuel Delgado, Comandante Jefe de Operaciones de la Guardia Civil de Badajoz; Manuel Barroso, director adjunto de la Compañía Española de Tabaco en Rama (Cetarsa); y Ricardo Miranda, director de Oitab (Organización Interprofesional del Tabaco).

El comercio ilegal de picadura y hoja apenas deja rastro. Para hacernos una idea del crecimiento de este tipo de comercio ilícito hemos de recurrir a la evolución de las aprehensiones realizadas por la Guardia Civil: si en 2014 tuvieron un valor de 10 millones de euros, en 2016 ya alcanzaron los 60 millones, según datos aportados por el comandante Delgado. Él mismo indica que uno de los principales motivos de esta proliferación se debe a la facilidad con la que se trafica gracias a Internet. «Se compra en la red y se envía por un servicio de paquetería», afirma. Por ello, es muy complicado llevar el control del comercio ilícito que se realiza por Internet y hay que tener en cuenta que incluso los menores pueden acceder a él sin problema. Por su parte, Tallada añade que los delincuentes tienen facilidades para llegar a la población porque usan «canales abiertos a la Península ya establecidos por redes criminales del contrabando –y que por eso llega tabaco en rama procedente del este de Europa, Grecia, Bangladesh...». Pero también porque «el coste en infraestructuras para el tráfico ilegal de hoja es bastante reducido», en comparación con otro tipo de comercio ilícito. De hecho, Delgado comenta que para llevar a cabo este delito sólo hace falta «20 kilogramos de hoja de tabaco, una máquina de picar, tubos vacíos, y siete u ocho personas, que pueden terminar el trabajo en dos o tres días».

Que este negocio crezca tiene consecuencias muy serias para la sociedad porque supone «la menor recaudación de impuestos y se pone en mayor riesgo la salud pública, ya que el tabaco que se comercializa no ha pasado controles de calidad. Además puede existir la falsa percepción de que fumar hoja en rama es más sano cuando el verdadero problema radica en la combustión», manifiesta Tallada. Y admite que los peores parados son, sobre todo, «los estanqueros y los agricultores», ya que afecta directamente a su trabajo.

Afectados

A los estanqueros, porque ven cómo descienden sus ventas, y los agricultores, porque se sienten culpados por el desvío de hoja de tabaco para fines ilegales. No obstante, Manuel Barroso recuerda que en este fenómeno la implicación de los productores es marginal y minoritaria, aunque muy perjudicial. «La prácticas ilícitas se deben relacionar con los delincuentes, no con los agricultores», dice, y subraya que es necesario defenderlos tanto a ellos como al sector porque, a pesar de ser «controvertido, es un sector que ha generado empleo e inversiones y que se ha ganado una buena imagen».

Todo lo que afecta negativamente a la industria del tabaco tiene un fuerte efecto en una región que, en parte, depende de ella: Extremadura. Allí, dice Barroso, «el tabaco genera mucho empleo y riqueza, y es muy importante». El 97% del sector se encuentra en dicha comunidad autónoma y unas 20.000 familias viven de él, indica.

Esa gente necesita estar protegida ante el fenómeno del tráfico ilícito de hoja y picadura de tabaco. Para ello, Ricardo Miranda reclama la regulación que el sector ha perdido con las últimas reformas. «Desde 1993 a 2005, la Política Agrícola Común (PAC), marcaba unos umbrales de producción y se controlaban las primas que circulaban, pero tras la reforma realizada en 2004, desaparecieron las cuotas de producción y las ayudas de la PAC se desacoplan parcialmente. Respecto a las ayudas, continúan por el mismo camino desde 2010 a 2014, y se persigue menos exhaustivamente ciertas prácticas. Y ya a partir de 2015 dejan de existir ayudas acopladas al cultivo y la liberalización es total».

La ausencia de un marco regulatorio rígido es una de las armas que usan los contrabandistas para amparar su actividad. A ello hay que sumar las bajas sanciones que implica el tráfico ilegal de tabaco, que no son proporcionales con la magnitud del delito. Esa sensación de impunidad, junto a la facilidad de traficar ilegalmente en Internet, es el mayor impulso de los criminales. De ahí que el comandante Manuel Delgado pida «más herramientas desde el plano judicial para darle un carácter más sólido a la investigación».

Objetivos

Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado cuentan en la lucha contra el contrabando de hoja y picadura de tabaco con el firme apoyo del sector. Juan Tallada afirma que el objetivo «es frenar el crecimiento de este tipo de comercio ilícito, erradicarlo antes de que se instale, se convierta en un problema mayor y sea mucho más difícil de combatir». Con ese fin, demanda una mayor «vigilancia para los excedentes cuando no hay posibilidad de venderlos, y controlar el cultivo y la distribución».

Por su parte, Manuel Barroso, en representación de la compañía de primera transformación del tabaco, sostiene que se debe afrontar «una reforma legislativa, clara y precisa y desde la unión de todo el sector». Por último, Ricardo Miranda, en nombre de los productores, comenta que «se tienen que hacer las cosas con sentido común, regularizar adecuadamente la producción, y educar a la población en que el delito que se está cometiendo es bastante grave».

En eso reside uno de los grandes retos de la lucha contra el comercio ilícito: que sus consumidores no vean la compra de un producto ilegal como un logro. Por ello, Manuel Delgado asegura que la formación de la población es una de las necesidades a corto plazo, además de que la investigación a pie de campo tenga a su disposición mejores técnicas, tanto a nivel financiero como tecnológico, para perseguir el contrabando. De momento, en el sector están satisfechos con la labor realizada por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado para acabar con el comercio ilícito de hoja. Delgado concluye que para que esta nueva práctica ilegal no se expanda es fundamental tanto la colaboración entre los diferentes agentes de la industria como la de la ciudadanía.