Isabel Sola: «Dios no tira la toalla por nadie. No quiero hacerlo yo»

Reproducimos la última entrevista que concedió la monja asesinada en Haití a José Beltrán, director de «Vida Nueva».

–¿Hay signos para la esperanza en Haití?

–Claro. Para mí, ver gente que lucha por vivir mejor es siempre un signo de esperanza. Tengo un taller de ortopedia y estamos formando a un joven haitiano que lleva tres años estudiando aquí como técnico ortopeda por la Universidad Don Bosco de El Salvador... Ya no necesitaremos técnicos extranjeros para mantener el taller y eso me da esperanzas. Incluso hay médicos haitianos, y personas sin estudios se me ofrecen para formar una clínica móvil y atender a los más pobres.. Llevamos un año saliendo una vez al mes a pueblos aislados y desatendidos. Estos haitianos dan su tiempo, sus conocimientos, y su esfuerzo para ayudar a los suyos... Ver cómo un amputado se pone de pie sobre su nueva prótesis y sonríe, ¿no es esperanza? O que las calles están llenas de niños que van a la escuela... ¿no es esperanza?

–¿Se vive en una situación de emergencia permanente?

–Bueno, quizás yo me he acostumbrado un poco a ver la situación de Puerto Príncipe, pero cuando veo las caras de la gente que viene y ve cómo está todo... a veces me tengo que decir: Isa, realmente es terrorífico. Sí, bueno, no es emergencia de salir corriendo como cuando ocurrió el terremoto, pero la miseria es una emergencia a la que nos acostumbramos y ya no reaccionamos.

–¿Qué es lo más urgente que necesita Haití?

–Menos corrupción y un Gobierno mejor organizado. La corrupción no es la de aquí de la cual hablo... A nivel de ONG, es un escándalo. Hay cantidad de ellas que se enriquecen de la miseria de Haití.

–¿Los haitianos han logrado superar el bloqueo psicológico que supuso el terremoto? ¿O son capaces de mirar hacia adelante?

–Los haitianos son de una fortaleza titánica. Es un pueblo acostumbrado al sufrimiento. Desde el tiempo de la esclavitud no reciben más que palos. Pero miran adelante, claro que sí. Yo admiro su aguante, su fortaleza.

–¿Con qué proyectos concretos se mueve ahora?

–Pues tengo el taller de ortopedia, que poco a poco voy a ir dejando en sus manos, ya está casi a punto y eso es una alegría enorme, y coordino una clínica móvil con médicos haitianos para atender lugares abandonados. Y planeo una escuela,me gustaría una clase de escuela diferente, donde los niños pasen muchas horas y tengan alternativas de aprendizaje. Pero eso aún está en planteamientos. Estoy buscando el lugar adecuado y la financiación. Si alguien quiere ayudarme...

–¿Ha pensado en tirar la toalla en algún momento?

–No creo que haga falta que responda... habrá quedado claro por las otras respuestas, pero... por supuesto que no, ¡nunca! Dios no tira la toalla por nadie, no quiero hacerlo yo....

–Una reflexión recurrente ante catástrofes como estas es preguntarse por qué Dios permanece «aparentemente» impasible ante estos acontecimientos. ¿Cómo ha vivido como creyente y misionera esta realidad?

–¿Impasible Dios? Nunca he visto a Dios más presente y más activo. Grité de rabia y de dolor cuando me vi rodeada de muertos y yo viva, pero después he tenido el privilegio de ser testigo de muchos milagros. Es un pueblo que renace de sus cenizas... y eso merece toda nuestra admiración y respeto. Los haitianos me hacen más creyente y me exigen cada día ser coherente con mi fe. ¿Misionera yo? No, no sé quién evangeliza a quién.