Desapariciones

«Jamás hubiera pensado que Diana tenía amistades que bordeaban la Ley»

Juan Carlos Quer confirma en «Espejo Público» que Diana y su hermana habían vivido en los últimos tiempos «un clima de crispación y tensión».

«Jamás hubiera pensado que Diana tenía amistades que bordeaban la Ley»
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Juan Carlos Quer confirma en «Espejo Público» que Diana y su hermana habían vivido en los últimos tiempos «un clima de crispación y tensión». «Si has tenido un problema, llámanos aunque sea para decirnos que eres mayor y has querido irte», afirmó dirigiéndose a la joven.

«Vas a salir de esta, hija. Hay mucha gente detrás que te quiere y que te está apoyando. Y si hay un problema irresoluble que te impide volver, llama para decirnos: ‘‘Soy adulta, mayor de edad y he decidido irme porque ahora me siento mejor de lo que me sentía». Y lo respetaré, pero al menos que sepamos que te encuentras bien. Los problemas que tengas los vamos a solucionar. Fuerza». Mirando a cámara, tomándose pequeñas pausas para no perder la serenidad, estas fueron las palabras pronunciadas por Juan Carlos Quer, el padre de la joven desaparecida hace ya 16 días en la localidad coruñesa de A Pobra do Caramiñal. Quer concedió una entrevista a «Espejo Público» de Antena 3 y contestó una por una a las preguntas de Susanna Griso. No esquivó ninguna, aunque algunas de sus preguntas estuvieron limitadas con el objetivo de no entorpecer las investigaciones. «No quiero interferir en su trabajo», dijo el padre de Diana, que no dejó de agradecer el trabajo realizado por la Guardia Civil y la Policía Nacional, algo que le hace «tener confianza en que Diana aparezca».

El rostro de la joven es de sobra conocido, pero quiso volver a describirla: 1,75 metros, muy delgada y espigada, con un lunar en el homóplato y un tatuaje con la palabra «courage», que se hizo tras superar su anorexia. No en vano, se refirió a ella como «Diana Coraje», por su capacidad de «superar situaciones límite increíbles». En repetidas ocasiones dejó patente que no va a «confrontar» con la «prensa rosa» que ha publicado intimidades sobre su familia. «Está en juego la vida de mi hija», subrayó. En cuanto a los comentarios de que transmite cierta frialdad, los zanjó diciendo: «Llorando no voy a recuperarla».

Quer reiteró que «todas las hipótesis están abiertas». Pero dio su «reflexión personal» acerca de una posible desaparición voluntaria: «Sin medios económicos, sin ninguna identificación, sin ropa y tras 15 días... Ojalá, pero me parece muy complicado que una chiquilla pueda aguantar tantos días de investigación». Además, y según ha podido saber, «no había precedentes de que se hubiera ido de casa durante siete días, como se ha dicho». De ahí que la «hipótesis que puede tener más peso» es la de la «retención ilegal». Algo que le trasladó en principio la madre de la desaparecida, Diana López-Pinel.

Quer se refirió a las «contradicciones» que han provocado que, a día de hoy, no haya pistas claras sobre el paradero. Las horas previas a su desaparición son «esenciales» para reconstruir lo ocurrido aquella madrugada. «Me consta la existencia de datos y testimonios, pero también de contradicciones entre los testigos. Y la Guardia Civil y la Policía se están encontrando con dificultades para hacer una reconstrucción coherente de esas cuatro o cinco horas», reiteró. Entre esas piezas que no encajan, está la versión que dice que Diana llegó a entrar en casa y se cambió de ropa. «No cuento con una fuente oficial que me confirme si esto ocurrió», afirmó. Sí confirmó que la Policía se ha llevado de la casa una agenda y el ordenador de la joven.

Tampoco está seguro acerca de las conversaciones de la joven a través de WhatsApp. Confirmó que existe una con una amiga, en torno a las 2:40, aunque también se habla de otra sobre las 3:30. «En un mensaje de voz a una amiga le dice que la quiere. Y entiendo que su tono de voz no era depresivo. Diana estaba en una situación vulnerable desde un punto de vista emocional, pero no tengo elementos de juicio para decir que sufría depresión». Quer sí reveló que, aquella noche, y según le transmitió su hija pequeña, Valeria, «Diana estaba viendo una película en casa y no tenía intención de salir. Fue al recibir un mensaje de una amiga cuando se anima y dice: ‘‘Voy a salir’’».

Tras la desaparición, Quer reconoce que ha descubierto que su hija no se movía por ambientes recomendables. «Jamás hubiera pensado que mis hijas pudieran tener entre sus amistades a personas que pueden estar bordeando la ley. No era lo que les tocaba. No debían de ser sus compañías pero, desafortunadamente, así era». Su hija pequeña fue la que le dio la voz de alarma en este sentido. Por todo ello, «la Guardia Civil está trabajando de modo muy activo en los testimonios del entorno más próximo».

Las relaciones con su ex mujer –«de distancia y respeto»– y de ésta con sus hijas fueron tratadas con cautela, pues «lo único importante» es encontrar a Diana». Con todo, se «reafirma» cuando dijo la semana pasada que la decisión judicial de otorgarle a él la custodia de Valeria había tardado demasiado. «Su mundo se está viniendo abajo. Hay que ayudarla y protegerla. Y si su madre quiere venir a verla a Madrid a darle un abrazo, mejor que sean dos. Tiene que vernos fuertes». Sin olvidar de que, en los últimos tiempos, el clima que compartían las jóvenes con la madre «era de tensión y crispación. No estaban pasando por su mejor momento».

De hecho, y mientras se encontraba en su apartamento de Benicassim (Castellón), fue Valeria la que le llamó por teléfono para decirle que Diana había desaparecido. «La información me llegaba a cuentagotas sólo a través de Valeria», recuerda. Tras varias llamadas a allegados que no llevaban a ninguna parte, cogió el coche y empleó 11 horas en llegar a Galicia, con parada previa en Madrid.

Quer habló de su última conversación con Diana. «Fue por un pequeño conflicto familiar que prefiero reservarme». También confesó que, en los últimos tiempos, «Diana había decidido mantener la distancia sin que hubiera habido ningún problema entre nosotros». Las vacaciones que pasaron el padre y sus dos hijas en un velero el pasado julio fueron significativas. «Observé momentos de tensión entre las hermanas. Y una postura distante cuando yo establecía horarios y normas. Me dejó preocupado. Pero me alegro de haberlo vivido. Sus achuchones me hacían ver que, algunos días, se acercaba enormemente a mí». De extraordinaria bondad, respetuosa, obediente... «Una niña extraordinaria», la definió Quer, que mantiene intactas sus esperanzas.