
Crisis mundial
Jiang Xueqin, profesor de Historia, alerta a Occidente: "Hay muchas señales de que el mundo está en declive"
Este académico chino muy conocido en redes sociales sostiene que todos estos fenómenos apuntan a un deterioro global que Occidente debería tomarse en serio

El profesor Jiang Xueqin, historiador y educador con una larga trayectoria en China y en instituciones internacionales, lanzó una advertencia que ha generado debate: “Vivimos en un mundo en declive”. En una reciente intervención, Jiang subrayó que los síntomas de este deterioro no son abstractos ni lejanos, sino visibles en los titulares diarios y en las dinámicas sociales de múltiples países. Desde conflictos bélicos hasta transformaciones culturales, el académico enumera lo que, a su juicio, son señales inequívocas de una crisis civilizatoria.
1. Los conflictos bélicos en el mundo
La primera evidencia que Jiang señala es la proliferación de guerras y tensiones internacionales. El conflicto en Ucrania, la escalada en Oriente Medio y la inestabilidad en Myanmar o Tailandia forman parte de un mapa geopolítico cada vez más convulso. Según datos del Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI), 2024 registró un aumento récord en el gasto militar mundial, superando los 2.7 billones de dólares. Para Jiang, la creciente militarización es un claro indicador de que la cooperación internacional cede terreno frente a la desconfianza y la confrontación.
En su exposición, incluso mencionó las especulaciones sobre posibles movimientos militares de Estados Unidos en América Latina, concretamente en Venezuela, reflejando la sensación de un planeta en el que los equilibrios de poder se tambalean.
2. La presión insostenible sobre el medio ambiente
Otro de los puntos clave es la crisis climática. Jiang advierte que la presión humana sobre aire, agua y tierra ha alcanzado niveles críticos. La ONU ha confirmado que 2023 fue el año más caluroso desde que existen registros, 2024, el tercero; con fenómenos extremos como olas de calor, incendios forestales, inundaciones... que golpearon a todos los continentes.
El historiador lo resume de manera sencilla: “el planeta se está volviendo más tóxico”. A la luz de los informes del IPCC (Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático), esta afirmación no resulta exagerada. La degradación ambiental no solo amenaza ecosistemas, sino también economías y la salud pública mundial.
3. El desencanto con el trabajo
Más allá de los grandes conflictos y del clima, Jiang se detiene en un fenómeno social con consecuencias de largo alcance: la pérdida de motivación hacia el empleo. En China, este malestar se ha popularizado con el término “Bailan”, traducido como “dejar que se pudra”. En Occidente, la expresión equivalente es la “renuncia silenciosa”, donde los trabajadores cumplen con lo mínimo sin comprometerse más de lo necesario.
Un estudio de Gallup en 2022 reveló que el 59% de los empleados a nivel mundial se siente “desconectado” de su trabajo. Para Jiang, este desinterés refleja un declive en la ética del esfuerzo que, unido al aumento del desempleo en varias regiones, a la precariedad laboral y a que los salarios sirven para cubrir cada vez menos necesidades, constituye una amenaza para la productividad y el progreso económico.
4. El desafío demográfico
El descenso de la natalidad es, para el académico, uno de los síntomas más preocupantes. “Si los jóvenes se niegan a casarse y tener hijos, al final el mundo se extinguirá”, afirma Jiang con crudeza. Las estadísticas respaldan su inquietud: según la ONU, dos tercios de la población mundial vive en países con tasas de fertilidad por debajo del nivel de reemplazo (2,1 hijos por mujer).
Mientras que casos como Israel o Georgia se presentan como excepciones, en países como Japón, Corea del Sur, Italia o España (1,12 hijos por pareja)la natalidad ha caído a niveles históricamente bajos. Esto amenaza con desajustar los sistemas de pensiones y agravar el envejecimiento poblacional.
Las palabras de Jiang Xueqin no sonun ejercicio de pesimismo gratuito, sino una llamada a reconocer tendencias globales que, aunque distintas, confluyen en un mismo punto: la fragilidad del modelo actual. Guerras prolongadas, crisis ambiental, desafección laboral y la caída de la natalidad no son problemas aislados, sino piezas de un mismo rompecabezas.
La cuestión ahora es si los gobiernos y sociedades serán capaces de interpretar estas señales como un aviso para corregir el rumbo, o si, como sugiere el historiador, estamos dejando que todo “se pudra” lentamente.
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