Cáncer

Josep Tabernero: «Los casos empezarán a reducirse a partir de 2025»

Acaba de iniciar su mandato al frente de los oncólogos europeos con una meta: reducir «el desorbitado precio de los medicamentos». Aunque es optimista con el progreso de la investigación y apuesta por el desarrollo de la biopsia líquida, «soy escéptico» si hablamos de erradicar la enfermedad.

El director de Oncología del Vall d’Hebron sostiene una radiografía de colon rota. «Ya no se hacen, ahora trabajamos con colonoscopias», sonríe
El director de Oncología del Vall d’Hebron sostiene una radiografía de colon rota. «Ya no se hacen, ahora trabajamos con colonoscopias», sonríelarazon

Acaba de iniciar su mandato al frente de los oncólogos europeos con una meta: reducir «el desorbitado precio de los medicamentos». Aunque es optimista con el progreso de la investigación y apuesta por el desarrollo de la biopsia líquida, «soy escéptico» si hablamos de erradicar la enfermedad.

Este oncólogo de amplia sonrisa, trayectoria envidiable y «parlanchín» con sus pacientes –a todos les avisa de su capacidad para «enrollarse»– visita cada día a decenas de pacientes entre el Hospital Vall d’Hebron, donde dirige el servicio de Oncología, y el Instituto Oncológico Baselga (IOB). Para él, el trato con cada enfermo es prioritario.

–¿Existe la fórmula perfecta para decirle a una persona que tiene cáncer?

–No, es el sentido común porque cada persona necesita una distinta. Algunas quieren una información más dirigida, otras más a plazos. Yo hablo mucho. El 95% de la gente quiere saber. A veces sólo necesitan que les diga si lo que hacen está bien o mal, pero que no les explique más. Es importante que entiendan la enfermedad: si a una persona que tiene cáncer de colon no le dibujas el órgano, no sabría situarlo.

–¿Es importante ser directo?

–Hay que ser transparente y no mentir. Se pilla antes a un mentiroso... Lo peor que le puede pasar a un enfermo es que sienta que no puede confiar en el médico ni en la familia.

–¿Qué importante es que la comunicación sea fluida para no caer en pseudociencias?

–Cuanto más comuniquemos nosotros, menos probabilidades hay de que los enfermos caigan en tratamientos que no sean efectivos. La medicina integrativa es un gran mundo. Hay cosas que pueden ser beneficiosas para ayudar a llevar los tratamientos, pero también hay otras que no tienen evidencia y mucho peor... que pueden ser lesivas o contraproducentes con los medicamentos. Pero el enfermo se agarra a un clavo ardiendo y busca a estos profesionales, que tienen una mejor comunicación, aunque lo que ofrezcan no sea útil.

–¿Ha recomendado tratamientos sin evidencia alguna vez?

–Siempre lo que intentamos hacer es basado en la evidencia y si no la hay lo comentamos. Puedes decir: «Yo haría esto, pero no está escrito en los libros». Esto puede ser por muchos motivos: porque la investigación no ha avanzado lo suficiente, o se necesitan tantos pacientes con esta enfermedad que no los hay. Pero siempre debemos intentar hablar con evidencias.

–Si hiciera ahora una fotografía de la enfermedad, ¿cuál sería?

–La situación que tenemos es muy esperanzadora. Es verdad que la incidencia de cáncer continúa aumentando. Sin embargo, la mortalidad está disminuyendo. Hoy es inferior al 45%. Se da esta paradoja: más incidencia, pero menos mortalidad. Hace 10 años, morían el 60% de los pacientes y hace 15, el 75%.

–¿Los casos se van a reducir?

–La incidencia no cambiará hasta 2025 porque todos los cambios que estamos intentando instruir en estilos de vida o tóxicos no se modifican en uno o dos años, esperamos que ocurra en diez. Estamos pasando por los patrones que ya han superado otros países donde la lucha contra el tabaco se ha establecido antes, por ejemplo. Por eso, se calcula que en siete años empezará a bajar y puede hacerlo mucho en función de lo bien que hagamos los deberes.

–¿Cuáles son esos deberes?

–Aplicando el decálogo contra el cáncer podríamos evitar el 40% de los tumores. Hay ocho acciones que son coste cero, son sólo educativas. Evitar el tabaco, reducir el consumo de alcohol, hacer ejercicio, evitar la obesidad, llevar una dieta pobre en grasa y en carne roja, evitar radiaciones ionizantes y ultravioletas, huir de los tóxicos... Hay otras acciones que ya tienen un precio como los programas de vacunación, que nos protegen contra algunos virus como el del papiloma, el de la hepatitis... que están relacionados con el cáncer. Los cribados tienen un coste pero hacer diagnóstico precoz se ha demostrado muy rentable, como la mamografía, el «screening» de colon... y otros que se seguirán introduciendo.

–¿Qué hacemos con el 60% de tumores que no son prevenibles?

–El condicionante más importante es el tiempo de vida. Cuanto más vives, más riesgo tienes de acumular trastornos genéticos que, a la larga, hacen que la célula se transforme y sea maligna. Rara vez hay tumores que se producen por una sola modificación. Para este 60% seguimos trabajando en un diagnóstico más precoz, en mejorar las herramientas que clasifican los tumores, en tratamientos más eficaces. Cuando me preguntan: «¿Qué va a pasar con el cáncer?». Respondo: «Va a disminuir, lo vamos a curar más, a cronificar», pero nunca digo que el cáncer vaya a desaparecer. Soy escéptico porque sólo desaparecería si todos nos muriéramos a los 30 años. Antes la gente se moría de infecciones, de infartos...

–¿Qué papel juega el diagnóstico precoz en el descenso de mortalidad?

–Hay un gran avance que se va a introducir cada vez más, que es la biopsia líquida. Se basa en utilizar sangre, orina, saliva o líquido encefalorraquideo para diagnosticar enfermedades. Hasta ahora la hemos utilizado para ayudarnos a definir cuáles son los trastornos genéticos de una enfermedad, pero esto es sólo la punta del iceberg. Es sólo una foto en un momento determinado. Lo importante es saber lo que tienes que ir a buscar.

Hay tumores con un mal pronóstico, como el de páncreas, que cuando tengamos un test de biopsia líquida para él, en el 85% podría curarse porque tienen una mutación única común. Si tienes un test súper sensible capaz de detectar moléculas incipientes de cáncer de páncreas, avanzarás muchísimo.

–¿Cuál es el principal escollo?

–La sensibilidad técnica. El cáncer pancreático, cuando es incipiente, libera muy pocas copias del KRAS G12 mutado. Seguro que se solucionará.

–Hace unas semanas se anunció el desarrolló de un test de sangre que detecta hasta ocho tumores.

–Sí, esta es la primera oleada. Con ella sabes que si te identifica un cáncer de colon tendrás que hacer una colonoscopia para saber dónde está, si hay metástasis, pero sigue siendo un avance enorme. Sobre todo porque en algunos tumores la correlación es del 95%. Vas a poder identificar enfermedades muy agresivas si la sensibilidad se sigue mejorando: como el de ovario (en el 95% de los casos tiene afectación peritoneal) o el de pulmón, que se diagnostica tardíamente.

–¿Nuestro sistema sanitario puede permitirse estas pruebas?

–Tiene que estar preparado para mirar la sanidad de una manera global. Lo que ganas de una manera, lo puedes ahorrar de otra. El problema de estos sistemas, como el nuestro, es que son de organización arcaica, que no miran a las personas de manera transversal, sino por procesos, cada uno mira en lo suyo. Y eso hay que cambiarlo. No sé cuándo, ni cómo, porque tenemos que tener en cuenta que el 8% del PIB que se invierte en Sanidad no va a aumentar.

Los políticos podrían cambiar alguna partida y dedicarla a salud, pero lo que de verdad nos mata es el paro y eso no va a cambiar. Es una masa social de gente que no tiene ninguna habilidad, tenemos millones de «ninis». Otros países que dedican más a Sanidad no cuentan con nuestra cifra de parados. Así que, con lo que tenemos, debemos adaptarnos.

–¿Existe una mejor distribución de los recursos?

–En el cáncer, que es lo que me conozco, no pagaría tanto tratamiento, e invertiría más en educar en la Primaria. Haría un plan piloto para que enseñaran las enfermeras, que lo hacen mucho mejor que los médicos, reuniría a las familias para crear complicidad y repasar los hábitos de cada uno. El núcleo familiar es muy importante, ayuda a que haya cumplimiento. No sé de dónde debe salir este presupuesto, pero debe salir de algún lado. Tal vez haya otras cosas que no tenemos por qué pagar. Tenemos claro que los dentistas no están incluidos... Hay que hacer un balance de lo que nos puede ayudar más.

–Como nuevo responsable de los oncólogos europeos, ¿qué meta se ha puesto?

–Desde ESMO trabajamos muchísimo para hacer que los precios de los medicamentos, de forma general, tengan un precio razonable. Ahora están desorbitados. Y es que vale igual un fármaco bueno que uno malo porque el precio lo marca el mercado. Hemos creado una herramienta que valora en función de la actividad. El precio lo debería marcar el valor.