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Julio Yangüela: «No miramos a lo lejos lo suficiente»

Julio Yangüela / Presidente de Poderver. Lucha por erradicar la ceguera evitable, que afecta a una de cada cinco personas invidentes

Julio Yangüela. Presidente de Poderver
Julio Yangüela. Presidente de Poderverlarazon

Presidente de Poderver, lucha por erradicar la ceguera evitable, que afecta a una de cada cinco personas invidentes

Julio está «agotado», acaba de llegar del hospital, pero no le falta una sonrisa. Salta a la vista que le gusta lo que hace. No es para menos: descubrir su vocación de oftalmólogo a destiempo le supuso abandonar el trabajo como radiólogo para el que tanto había estudiado y volver a presentarse a un examen por el que ningún estudiante de medicina quiere pasar dos veces, el MIR. Podría haber seguido siendo radiólogo. Un buen radiólogo. Pero él lo había visto claro.

–¿Qué mensaje debe calar en nosotros en el Día Mundial de la Visión, que este año se celebra mañana?

–Que hay muchas personas con problemas visuales que se podrían resolver pero que, como viven en sitios mucho menos desarrollados, no los pueden solucionar. Está en nuestra mano que esas personas puedan ver mejor.

–¿Hasta qué punto está relacionada la pobreza con la ceguera evitable?

–Cuatro de cada cinco personas están ciegas innecesariamente, porque padecen causas tratables o prevenibles, siendo la primera las cataratas, que es algo que en los países avanzados se opera. Tampoco tenemos otras enfermedades que afectan a países poco desarrollados, como el tracoma o la oncocercosis. Pero la primera causa de una visión baja es no tener gafas. Aunque nos parezca increíble hay países en los que no hay ópticas y la gente no tiene cómo conseguirlas. Viven realidades en las que cosas fáciles de lograr se convierten en imposibles.

–¿Ha colaborado en algún proyecto en países en desarrollo?

–Soy el fundador de una ONG de lucha contra la ceguera, Visión Mundi. Nuestra ONG funciona desde hace 10 años, pero yo hace 20 que colaboro en estos países. Ahora mismo estamos en Bolivia, en Perú, en Paraguay, en Burkina Faso, en Camerún, en Kenia... Para ello, nos hemos unido once ONG que hacen lo mismo en toda España. También soy presidente de la Asociación Española contra la Ceguera.

–De acuerdo con toda esta experiencia, ¿el lema «salud ocular para todos» es una utopía o puede ser una aspiración real?

–Es más bien una utopía. Aunque sí es verdad que ha disminuido el número de personas ciegas por enfermedades infecciosas gracias a la colaboración entre compañías farmacéuticas y Estados, sobre todo con respecto del tracoma. Hay tanto por hacer que todavía existen 280 millones de personas con muy baja visión y 40 millones de personas ciegas, que es un 5% de la población mundial. En cambio, sólo una de cada cinco sufre una ceguera inevitable, que son las que se dan en países como el nuestro: personas afectadas por neuropatías hereditarias o alteraciones de la mácula que ahora, desgraciadamente, no se pueden tratar.

–Con el paso de los años, ¿estamos más concienciados acerca de qué perjudica nuestra salud ocular o las nuevas tecnologías, móviles y ordenadores están haciendo que tengamos una visión peor?

–Las nuevas tecnologías están provocando que aumente el número de personas con miopía porque hay una evidencia científica según la cual, si una persona no pasa un tiempo al día mirando a lo lejos, aumenta la cantidad de miopía. La población hace cada vez más trabajo de cerca y no pasea, vive en ciudades y no mira a lo lejos como antes, por lo que está aumentando el número de personas con miopía en todo el mundo.

–¿Los españoles somos responsables con el cuidado de nuestra visión?

–Creo que, en general, sí. Soy oftalmólogo infantil y los padres llevan a los niños desde pequeños al pediatra y un porcentaje muy alto de la población lleva gafas. Tampoco vemos muchas personas con ceguera y las que hay tienen la suerte de contar con la ONCE.

–¿Qué actitudes en un niño que aún no habla son indicativas de que deberíamos llevarlo al oftalmólogo?

–Habría que llevarlo si padece un estrabismo, si tiene una opacidad en la visión que pueda sugerir que tenga una catarata, un lagrimeo constante o legañas persistentes, si hay antecedentes en la familia de una enfermedad de los ojos... Al margen de estos síntomas, los niños deberían acudir al pediatra a los cuatro años para hacerse una revisión, ya que éste los derivará al especialista si es necesario.

–¿Cuáles son los peligros de autograduarse la vista?

–Todo el mundo, por lo menos a partir de los 40 años, debería hacerse un chequeo por parte de un oftalmólogo, tomarse la tensión y revisarse el fondo de ojo. Las gafas de cerca de las farmacias cumplen su papel, pero lo ideal es que sean recetadas por un especialista.

–¿Qué tipo de síntomas que no relacionamos con problemas de visión directamente pueden evolucionar hacia este tipo de patologías?

–La tensión ocular no da síntomas, igual que la tensión arterial. También las personas con diabetes se deben revisar los ojos periódicamente para ver que no surge ningún problema, que son además tratables.

–¿Serán las gafas un objeto de museo en un futuro?

–Creo que no. Nuestra realidad es un modo de vida al que tiene acceso entre el 20% y el 30% de la población. Para el resto, muchas de las cosas que tenemos son impensables. Es inimaginable que poblaciones de los países más empobrecidos tengan de aquí a un futuro lejano capacidad de mejorar su visión sin unas gafas. Es más: ¡ojalá tuvieran acceso a unas gafas, por eso firmaría donde fuera!

El lector

A Julio le gusta estar informado. Le interesa principalmente la información política y cultural. Lee con atención los artículos de opinión de los columnistas de LA RAZÓN y tampoco se pierde la sección de Economía. Siempre está a la última sobre las informaciones de avances científicos.