Pamplona

La Manada del 79: primera sentencia firma en democracia por una violación grupal

La agresión sexual múltiple contra Mª. J., de 23 años, fue la primera sentencia firme del Supremo en un caso de violación grupal desde que se instauró la democracia.

La Manada del 79: primera sentencia firma en democracia por una violación grupal
La Manada del 79: primera sentencia firma en democracia por una violación grupallarazon

La agresión sexual múltiple contra Mª. J., de 23 años, en el año1979, fue la primera sentencia firme del Supremo en un caso de violación grupal desde que se instauró la democracia en España.

Eran las once y media de la noche y Mª. J., de 23 años, caminaba por la acera de una vía secundaria rumbo a su casa. No había nadie por la carretera y el cielo plomizo caía sobre el asfalto. De repente, escuchó el ruido de un coche, un Citroen, que se aproximaba a ella. Un segundo vehículo, un Seat, con otros tres hombres a bordo vigilaban a unos metros de distancia. En el interior del primero iban tres hombres capitaneados por Santiago. Los jóvenes comenzaron a hacer preguntas con la intención de distraerla. A los pocos minutos habían conseguido introducirla en el vehículo contra su voluntad. Entonces arrancó la pesadilla de esta mujer cuyo caso se convirtió en la primera sentencia firme del Tribunal Supremo (TS) en un caso de violación en España en base al Código Penal de 1973. Era 1979 y Fernando, Basilio, José V., Santiago, José S., y Juan integraban la primera manada que se sentó ante la Justicia por delitos de violación y rapto y que el 12 de enero de ese año fueron condenados a 19 años, un mes y once días de cárcel. La pena más grave de reclusión menor según el Código Penal vigente aquel año. El ataque fue planificado minuciosamente, un «pactum sceleris» (o crimen organizado), como quedó plasmado en el fallo.

Los seis amigos tenían claro que aquella noche lo «iban a pasar en grande». Santiago propuso ir en «busca de una mujer» para llevarla en uno de los vehículos de los que disponían y «yacer» con ella, aún en contra de su voluntad. Sus cinco amigos aceptaron el desafío sin dudarlo. Así que durante horas dieron varias vueltas por pueblos para encontrar a la persona idónea.

Las primeras intentonas resultaron infructuosas, pero al filo de la media noche encontraron en una carretera secundaria a una joven que caminaba sola. La nocturnidad y localización jugaban a su favor. No había nadie que los pudiera delatar ni que impidiera que cometieran su fechoría, así que fueron directos hacia ella. Santiago, el líder de La Manada de 1979, fue el que, aprovechando que sus amigos la distraían con preguntas banales, salió del coche rápidamente y la introdujo en el vehículo. Según el Supremo, «asió fuertemente a la muchacha y la metió a viva fuerza en el asiento trasero del vehículo, arrancando rápidamente el turismo, siempre seguido del otro automóvil». Continuaron alejándose de cualquier núcleo de población y condujeron por vías de comunicación «raramente transitadas».

Al final, llegaron a una explanada cercana a un camino de montaña que tiene acceso a diferentes campos de labor donde no había ninguna edificación alrededor. Era el momento de consumar sus deseos. El calvario de Mª. J. no había hecho más que comenzar.

Al llegar al descampado comenzaron a violarla uno tras otro. Según detalla el fallo, tres de ellos la violaron sucesivamente y, mientras se llevaba a cabo cada uno de dichos accesos carnales, que en realidad fueron cuatro, puesto que uno de los atacantes realizó el coito dos veces, los otros tres sujetaban los brazos y las piernas de Mª. J. para que no ofreciera resistencia. Así consiguieron inmovilizarla y abusar de ella durante dos horas. A la 1:30 de la madrugada aproximadamente fue cuando la habrían dejado abandonada y huyeron.

La situación de la joven era extremadamente grave y, además, hay que tener en cuenta que cuando se produjeron los hechos, hace 40 años, el respaldo tanto social como judicial a la mujer en caso de violación no era el actual. Muchas de ellas eran ignoradas o incluso se ponía en duda si realmente habrían sido ellas las que habrían provocado la situación. Pero Mª. J. fue valiente y no dudó en denunciar la agresión múltiple que había sufrido.

Así consiguió marcar un precedente importante en la defensa de la libertad sexual de las mujeres. Al mismo tiempo, la sentencia firme del Supremo fue ejemplar. En ella se argumentó que los agresores atentaron contra «la libertad sexual de la atacada de manera plenaria en el delito de violación». Una catalogación de delito (contra la libertad sexual) que hoy sí se recoge en el Código Penal tras la reforma de 1995 –cuando se cambió el registro de este delito que hasta entonces era contra la honestidad–, pero que en el CP de 1973, en el que se basa la decisión, no venía recogido como tal.

La entonces Sala de lo Criminal del TS (ahora sala de lo Penal) aseguró que durante la agresión «se denotó un poderío causal sobre el resultado, un dominio conjunto del acto, una actividad cooperadora que no era fácil encontrar fuera de aquel círculo de personas comprometidas para aquella acción concreta planeada por todos».

La Justicia fue rotunda al asegurar que fue una expedición nocturna, un verdadero «raid» dirigido «a la caza de la mujer» y que los agresores tenían claro que cuanto mayor fuera el número de actuantes, las garantías de «éxito» serían mayores.

El caso de Mª. J., además de ser el primero registrado como violación en sentencia firme del Supremo desde la introducción del CP de 1973, guarda una semejanza evidente con el de La Manada de Pamplona. Sin embargo, la sentencia no puede ser más distante. La Manada del 79 fue condenada a 19 años de prisión, la integrada por los cinco sevillanos y cuya sentencia se conoció esta semana, a nueve años. Mª. J..

Fue violada por tres de ellos mientras otros tres la agarraban para inmovilizarla. La banda de «El prenda» utilizó a la joven madrileña de 19 años como un objeto mientras se la pasaban de mano en mano, la violaban por diversos orificios al mismo tiempo y la humillaban. Sin embargo, el juez consideró que en el caso de La Manada de 2016 no hubo intimidación, lo que ha desatado la ira social y las críticas también en el seno judicial.

Mª.J. pudo ver cómo sus captores cumplían su pena pese a que aquello no evitó que el dolor la siguiera devorando por dentro. Pero a la valentía de mujeres como ella o como la de la joven madrileña que fue agredida sexualmente en Pamplona son las que hacen que la sociedad avance y los derechos de las mujeres se consoliden. «Es cierto que muchas siguen siendo reacias a judicializar su proceso porque conlleva revivir lo sucedido e incluso el tratamiento psiquiátrico que reciben les impide tener fuerza para hacerlo», subraya a este diario el abogado penalista Rubén Guijarro. Él también defendió a una chica de 19 años que fue víctima de otra manada esta vez en Madrid. Tres chicos la agredieron hasta «reventarle la cara» y cuando yacía medio muerta, según relata el abogado, le hicieron de todo. Los agresores, en esta ocasión , fueron condenados a 14 años de prisión.