La prisión permanente revisable espera al infanticida de Moraña

Existen «elementos suficientes» para que David O. R., autor del asesinato de sus dos hijas aprovechando el régimen de visitas, sea condenado con la prisión permanente revisable. Así lo ha insinuado el fiscal que lleva el caso, Alejandro Pazos. Y es que este crimen, en el que dos niñas de 4 y 9 años de la localidad pontevedresa de Moraña fueron cruelmente asesinadas, abre también un debate judicial. El pasado 1 de julio entró en vigor la modificación del artículo 140 del Código Penal, que introduce esta figura jurídica por el que un asesino puede ser condenado a una pena de duración indeterminada si cumple alguno de estos requisitos: que la víctima sea menor de 16 años o se trate de una persona «especialmente vulnerable», por ejemplo, por razón de enfermedad; que al asesinato le precediera un delito contra la libertad sexual y que el delito «se hubiera cometido por quien pertenece a un grupo u organización criminal». Del mismo modo, la prisión permanente revisable también se contempla si el reo es condenado por la muerte de más de dos personas.

Como afirma Jorge Urosa, abogado y profesor de Derecho Penal de la Universidad Rey Juan Carlos, el asesino de Moraña es algo más que un firme candidato para ser el primer condenado tras la reforma. «Sin duda. No está pensado exclusivamente para parricidos, pero sí para cuando las víctimas son menores. Evidentemente, estaría contemplado, y con el agravante que constituye el hecho de que se trataba de sus hijas. Entraría de lleno en la reforma del código».

Pero, ¿qué le espera al reo una vez que se confirmara la condena? José Carlos Velasco, del despacho Fuster-Fabra Abogados, explica que el condenado tendría impuesta una pena de prisión sólo interrumpida en el tiempo por un «régimen de revisión». «Una vez cumplida una parte de la condena, un tribunal colegiado deberá valorar nuevamente las circunstancias del pena y del delito cometido, y podrá revisar su situación personal», asegura. Así, una vez acreditada la reinserción del penado, «éste puede obtener una libertad condicionada al cumplimiento de ciertas exigencias, en particular, la no comisión de nuevos hechos delictivos». Con el anterio Código, «la pena no podía exceder los 20 años», afirma Urosa.

La cuestión es saber si este tipo de condena entra dentro de nuestra Constitución. La pasada semana, el Tribunal Constitucional aceptó a trámite el recurso de los grupos de la oposición en el Congreso contra el nuevo articulado, al considerar que vulnera cuatro puntos de la Carta Magna. Y es que, en su opinión, se trata de una «cadena perpetua encubierta». «Es algo muy interpretable, porque puede producirse una institucionalización del delincuente: cuando pasa un número de años en la cárcel, ya no es reinsertable, no quiere salir de prisión y, cuando lo hace, vuelve a delinquir porque quiere entrar de nuevo. Toda su vida está entre rejas», dice Urosa. En todo caso, en otros países, como en Francia o en Italia, también aplican esta fígura, con una revisión pasados los 25 años de cárcel, «y no se han generado problemas de legalidad».

«El Código Penal tiene dos fines: el delincuente debe reinsertarse pero también retribuir a la sociedad, pagar lo que ha hecho. Si hubiera una cadena perpetua, se vulneraría la Constitución, pues no da la opción de reinsertarse, que es una función obligatoria de la Carta Magna. En el momento en que es revisable, creo que puede decirse que es constitucional», explica.

«¿Esta radial corta dedos?»

El asesino de Moraña compró la radial con la que acabó con la vida de sus hijas en una tienda de la localidad de Caldas el jueves, un día antes del crimen. Incluso, llegó a preguntar si «cortaba dedos», según informa «El progreso». Así, los detalles que se van conociendo del suceso dan a entender que David O. R. planificó su terrible crimen con total frialdad.