Cárcel

La «señorita» Porto no quiere limpiar en prisión

La madre de Asunta se muestra «altiva» y ha desafiado la autoridad de las funcionarias, que se han plantado.

La «señorita» Porto no quiere limpiar en prisión
La «señorita» Porto no quiere limpiar en prisiónlarazon

La madre de Asunta se muestra «altiva» y ha desafiado la autoridad de las funcionarias, que se han plantado. Lleva muy mal las normas y no asume que ya no puede tener la vida que llevaba fuera de la cárcel.

A la espera de que el Tribunal Superior de Justicia de Galicia falle, antes de Semana Santa, sobre la vista de apelación de los padres de Asunta, condenados a 18 años de prisión por el asesinato de la pequeña, el comportamiento de Rosario Porto y Alfonso Basterra en la prisión de Teixeiro, en La Coruña, es completamente opuesto. Mientras «a él no le han abierto ningún parte por mal comportamiento, a ella le han abierto al menos tres, si no cuatro, por negarse a hacer lo que le mandan», tal y como pudo saber LA RAZÓN. Un dato que confirma otra fuente.

Y es que «el módulo diez en el que está Porto es un módulo de convivencia, de respeto, por lo que todas las presas tienen asignadas la limpieza de las zonas comunes, como salas, pasillos, etc. Pero ella se ha negado». No es la primera vez que Rosario la «lía» en prisión, pero «no ha llegado a cumplir ninguna sanción que yo sepa». «La explicación es que cuando a una interna se le abre un parte, una persona de enfermería tiene que valorar si la negativa de la presa se debe o no a que no se encuentra bien. Y habitualmente por aquello de que es mejor prevenir, se sale con la suya, ya que siempre alega estar mal psicológicamente. Pero todo tiene un límite, tal es así que las funcionarias, ya cansadas por su actitud, se plantaron hace unos 15 días y ahora por fin la Dirección ha puesto por escrito lo que le autorizan o no a hacer, como estar o no en su celda cuando toca patio, por ejemplo», explican a este periódico.

Fuentes del centro califican a Rosario como una «una mujer altiva». «Ha tenido diversos incidentes por desafiar la autoridad de las funcionarias. Le cuesta recibir órdenes y siempre quiere salirse con la suya», añaden las mismas fuentes. Las normas las lleva muy mal. Según otra fuente consultada, a la vuelta de los juzgados es cuando da problemas. «Le molesta que la cacheen, tener que pasar por el arco detector... vamos, que es protestona».

Rosario es de lágrima fácil, «todo el día está encima hasta que consigue lo que había solicitado. Tiene notorios cambios. De repente está normal y se pone a llorar para pedir algo ante un mando». Algo que también señala otra fuente: «Tiene un carácter como bipolar o tripolar y se queda corto. Si le ven algo en su celda que no puede tener y se lo retiran, se pone a llorar».

Y es que, ya sea por el estatus social que tenía fuera de prisión o por sentirse que es alguien importante por ser abogada, «siempre intenta saltarse el escalafón para llegar a la encargada. De hecho, ya se ha reunido en varias ocasiones con el director de la prisión –algo que, por otra parte, todos los presos pueden hacer previa solicitud– y cuando le dice algo de las funcionarias se dirige a ellas como las subalternas de la dirección».

En la actualidad, Rosario comparte celda con «una interna de apoyo de confianza. No es el Programa marco de Prevención de Suicidios (PPS), que se le puso y se le retiró». Algo que confirma otra fuente que asegura que, «coincidiendo con el juicio por la vista, se le puso una rea de apoyo para su estabilidad» emocional. Y es que cabe recordar que hace un año y medio aproximadamente Rosario tuvo un intento de suicidio que para muchos fue fingido, aunque, al parecer, no lo ha repetido.

De lo que nadie duda es de sus habilidades sociales. «Sabe que las tiene y saca partido. Por ejemplo, para ganarse la confianza del resto de internas al principio repartió ropa entre las presas, lo que le hizo bastante popular». Y es que, una vez al mes, las presas pueden sacar ropa al exterior y al mes siguiente reciben ropa. Aunque al parecer esto «ya no lo ha vuelto a hacer, y en este sentido ya no se la ve tanto paseando en prisión con bolsos de Prada».

Sobre si se ha adaptado o no a la prisión, las versiones varían. Y es que depende de cómo se analice. Por un lado, intenta conseguir todo lo que se propone y, por otro, aunque mantenga el respeto, lo hace con bordería y altanería. Y aunque intente llevarse bien con el resto de presas, no participa en ninguna actividad de la prisión. A lo que no se acostumbra es a asimilar que ahora esa vida en la que tenía de todo ya no existe en la prisión. Curiosamente, tinte sí que hay en el economato de Teixeiro y, en cambio, en la vista de apelación lucía canas.

Basterra, en cambio, que en el juicio parece más altivo, es todo lo contrario con el personal de la prisión. Pasa desapercibido y comparativamente «es más respetuoso que ella». Otra fuente confirma esto añadiendo que «al principio reivindicaba su inocencia, ahora ya no». El mayor cambio en Alfonso fue después de que le condenaran a 18 años de prisión. «De ser distante, aunque en cierta medida lo sigue siendo, pasó a colaborar en las labores del módulo 14 en el que está, que es un módulo preventivo primario. Ahora es un interno de confianza que reparte la comida al resto de internos».

En cada departamento, menos en el módulo 13, son los presos los que reparten la comida para conseguir beneficios penitenciarios, como permisos por buena conducta. Por dicha actividad percibe una pequeña remuneración económica, «unos 100 euros si acaso al mes y se le paga la seguridad social por estar en el office, un departamento cerrado con un minicomedor en el que entran los carros de comida ya caliente y su función es poner la comida en las bandejas metálicas». «No se le ve rodeado precisamente, pero sí que pasea con uno o dos presos. Pero sobre todo lee. Alfonso no hace deporte y por ahora no va a cursos, aunque esto está más limitado al estar en preventivos».

Quizá la mayor diferencia con ella, afirma otra fuente, es que Basterra «pide lo justo. Es introvertido, tímido, pero participa y es educado. Dice buenos días y demás, pero es distante».

Al principio, Alfonso escribía mucho al director y ahora no. Ella también lo hacía. Y sí, también a él le quitaron el PPS. De hecho, «ahora vive solo en la celda, aunque es para dos».

En cuanto a lo de recibir visitas o tener contacto con el exterior, «ninguno de los dos recibe prácticamente visitas de un tiempo a esta parte» y «no me consta que tengan correspondencia entre ellos, ni que se hayan visto ni hayan pedido un vis a vis».