Ciencia y Tecnología

La tecnología del futuro habla español

Responsables de proyectos de supercomputación y de Internet de las Cosas fueron distinguidos en 2015 con algunos de los premios internacionales más prestigiosos.

Jordi Sort
Jordi Sortlarazon

Responsables de proyectos de supercomputación y de Internet de las Cosas fueron distinguidos en 2015 con algunos de los premios internacionales más prestigiosos.

Antes de una operación crucial, los cirujanos habrán trazado un plan de antemano tras estudiar una simulación hiperrealista del corazón del paciente en 3-D. Mientras, en nuestras casas, nuestros electrodomésticos y objetos más cotidianos «aprenderán» por sí solos e, interconectados a través de internet, preverán todas nuestras necesidades. Este mundo futurista y revolucionario se está forjando también en nuestro país. En 2015, científicos e ingenieros españoles fueron reconocidos con algunas de las distinciones internacionales más prestigiosas. Ha sido el caso de Mateo Valero, director del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS), ganador del premio de supercomputación Seymour Cray, hasta ahora reservado a científicos americanos o japoneses. O el de Pablo Rodríguez, director del Centro de I+D de Telefónica en Cataluña, que hizo «doblete» con los dos premios más prestigiosos en el campo de la ciencia y la ingeniería en EE UU; es decir, las dos mayores sociedades de ingenieros de telecomunicaciones. Sin olvidar tampoco los reconocimientos que han tenido jóvenes científicos centrados en la ciencia de los materiales.

Mateo Valero-Barcelona Supercomputing Center

Simulando el mundo en tres dimensiones

Una simulación hiperrealista en 3-D del corazón o del cerebro de un determinado paciente supondría un paso de gigante en la medicina personalizada; un avión «virtual» permitiría testar su resistencia aerodinámica... Este mundo informatizado, y que en la vida real no es posible poner en práctica, es una realidad gracias al superordenador MareNostrum del Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS). Se trata de la computadora más potente de España y está entre las más poderosas del mundo. Tras su tercera actualización –la cuarta fue aprobada recientemente–, cuenta con cerca de 49.000 procesadores, 115 terabytes de memoria principal –es decir, 115 bytes seguidos de 12 ceros– y 2 petabytes –12 seguido de 15 ceros– de almacenamiento en disco. Mateo Valero, director del centro, ha sido el primer europeo que recibe el premio de supercomputación Seymour Cray, otorgado por la IEEE Computer Society. «Es un premio al equipo», afirma Valero, que lleva desde la década de los ochenta trabajando en este área. «La buena investigación es la que produce riqueza, no la que se queda en un artículo. Es la que genera bienestar social, mejora la sanidad...», explica. Valero afirma que «sí que nos gustaría que se dedicara más dinero» a la ciencia y a la tecnología. «Cuando comparas con otros países, los más ricos son los que más han invertido». Pero también cree que la actual Secretaría de Estado de I+D+i «ha puesto un empeño tremendo y la ciencia en España se ha mantenido a unos niveles razonables». De hecho, «ni el Gobierno español, ni el catalán ni la Universidad Politécnica de Cataluña nos han reducido ni un euro». ¿No les falta más reconocimiento? «Si miras las estadísticas, los científicos estamos de los mejor considerados. Y si no lo estamos, es que no sabemos comunicar bien la importancia de la investigación».

Pablo Rodríguez- Centro de i+D de Telefónica en Barcelona

Máquinas que aprenderán solas y «verán» el futuro

Llegará un día en el que los objetos cotidianos nos «hablen»: la nevera, la lavadora, incluso la ropa... Una serie de sensores miniaturizados hará que se comuniquen entre ellos a través de internet, utilizando muy poca energía, distribuyendo el agua y la electricidad de la forma más sostenible. Ese «mundo mágico» del Internet de las Cosas lo vive Pablo Rodríguez, director de Investigación e Innovación de Telefónica, en el Centro de I+D de la compañía en Barcelona. «Aquí vivimos el futuro antes de que pase. Internet revoluciona todo lo que toca. Sólo hemos visto la punta del iceberg», afirma. Su trayectoria ha sido distinguida con los premios concedidos por el Institute for Electrical and Electronics Engineers (IEEE) y la Association for Computing Machinery (ACM). Rodríguez relata que, cuando hizo su doctorado en la Escuela Politécnica de Lausana, «internet empezaba a tener problemas para gestionar el tráfico web. Vi el problema y tenía parte de la solución: miramos los mapas de internet, la arquitectura...». Así, trabajó con el Gobierno de EE UU para «diseñar el internet del futuro». Vio las arquitecturas de las redes P2P, aquellas que funcionan sin servidores fijos y que conectan una red de computadoras. «Internet lo diseñó EE UU como una red para que los ordenadores “hablasen” entre ellos, pero no como una red de “broadcasting” de toda la humanidad. Hubo que repensarlo desde el principio», afirma. Su centro estudia la inteligencia artificial y en el «machine-learning»: el aprendizaje automático de las máquinas. «Hasta ahora los humanos las hemos programado. Pero ellas aprenderán por sí solas y nos ayudarán en el día a día. Predecirán el futuro inmediato: nos ayudarán a prevenir enfermedades o a que haya menos accidentes en carretera. Todo ello respetando la privacidad, que el usuario tenga el control de su vida digital».

Marta Mohedano- Magnesium Innovation Center

Implantes que «desaparecen» del cuerpo

Muchos implantes de titanio, como los de cadera, es necesario retirarlos después con una segunda operación. Sin embargo, si son biodegradables, como los de magnesio, «desaparecen» de nuestro cuerpo sin necesidad de volver a intervenir. Marta Mohedano, de 32 años, ingeniera química por la Universidad Alfonso X El Sabio de Madrid y doctora en Ciencia y Tecnología de los Materiales por la Universidad Complutense, trabaja en este campo en el Magnesium Innovation Center de Alemania. Recibió el Kurt Schwabe Prize, que otorga cada tres años la Federación Europea de Corrosión (EFC). «La ciencia de materiales necesita un empuje y un reconocimiento. Ahora está cambiando, pero también es cierto que somos pocas mujeres», afirma. En su opinión, «la situación de los científicos en España es precaria: hay financiación para las investigaciones, pero no sueldos para los investigadores».

Jordi Sort- Universidad Autónoma de Barcelona

Robots «invisibles» que atacan tumores

Se trata de robots a escala nanométrica: la millonésima parte del milímetro. Estos minúsculos aparatos, parecidos a bacterias, irán «armados» con medicamento a partes de nuestro organismo donde se encuentren tumores e intentarán eliminarlos. Jordi Sort, doctor por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en ciencia de los materiales, trabaja en el material poroso y biodegradable que conformará a estos robots, en un proyecto junto al Instituto de Robótica y Sistemas Inteligentes de Zúrich. Miembro de la Sociedad Española de Materiales (Sociemat), ha sido distinguido con el Premio de la Federación de Sociedades Europeas de Materiales. «En España se puede hacer buena investigación, pero no despuntar. Hay que solicitar proyectos europeos», añade. En un campo como el de la nanotecnología, las aplicaciones directas de proyectos como el suyo «facilitan el conseguir una financiación».