Estados Unidos

En busca de un acuerdo con una subida «muy por debajo» de 2 ºC

El último borrador de la Cumbre de París «progresa» hacia un pacto en el que el tope del aumento de la temperatura del planeta sea menos de 2 ºC, buscando un límite de 1,5 ºC.

Un experto explica el alcance del cambio climático durante una conferencia en la Cumbre de París
Un experto explica el alcance del cambio climático durante una conferencia en la Cumbre de Paríslarazon

El último borrador de la Cumbre de París «progresa» hacia un pacto en el que el tope del aumento de la temperatura del planeta sea menos de 2 ºC, buscando un límite de 1,5 ºC.

«Creo que podemos superar una etapa decisiva con vistas a un acuerdo final». Cansado pero optimista, así presentó anoche Laurent Fabius, el presidente de la COP21, el anteproyecto del acuerdo que transmitirán al Comité de París para un pacto final, que según Fabius será «universal, justo, ambicioso, vinculante y equilibrado», aunque siguen abiertos los tres puntos más difíciles: «diferenciación, financiación y ambición».

Fabius había prometido que a las tres de la tarde habría un nuevo anteproyecto del acuerdo que deben alcanzar las partes para avanzar en el compromiso de sentar los pilares de una acción que permita contener a dos grados centígrados el aumento de la temperatura del planeta hasta el año 2100. Pero el proyecto para alcanzar un pacto final se hizo de rogar. Pasadas las nueve de la noche, el jefe de la diplomacia francesa acudió a la plenaria para presentar los avances del nuevo proyecto. El último borrador, que pasa de 29 a 27 páginas «progresa» hacia un acuerdo en el que el aumento de la temperatura del planeta sea «de 1,5 ºC» o «muy por debajo de 2 ºC» respecto a los niveles preindustriales. Hay que recordar que en el texto previo se barajaban tres opciones: por debajo de 2 ºC, muy por debajo y debajo de 1,5 ºC. Es decir, que el límite de muy por debajo de 2 ºC es el que empieza a tener más peso.

Las resistencias para avanzar eran múltiples, como reconoció François Hollande horas antes del final de la Cumbre de París: «Todavía hay dificultades sobre la financiación, sobre la repartición... también hay resistencias para la asunción de pérdidas y daños, y además existe la preocupación de que no se asuman los compromisos lejos en el tiempo ».

La primera tentativa para encontrar un acuerdo universal sobre el cambio climático en la Cumbre organizada en Copenhague en 2009 fue un fracaso, y ayer, en Le Bourget, estaba presente, con la voluntad de que París no se convierta en un «Copenhague bis». Como comentaba ayer en un tuit el portavoz de la Fundación Hulot, Matthieu Orphelin: «No tengan miedo, si se retrasa es que intentan por fin soluciones los temas difíciles », y así fue, como pudieron observar los delegados que esperaban la nueva propuesta para seguir discutiendo a lo largo de la noche.

Los puntos más difíciles de resolver giraban en torno a la financiación de la ayuda a los países en desarrollo,la fijación de una fecha para una primera revisión de los compromisos sobre la reducción de las emisiones de gas de efecto invernadero, y la compensación por los daños irreversibles que han sufrido los países más expuestos a los efectos del cambio climático.

La víspera, las discusiones habían terminado pasadas las cinco de la madrugada sin llegar a ningún compromiso sobre estos temas. Pero Fabius se mostró anoche muy seguro, esta vez «vamos a lograrlo».

Brasil dejó ayer clara su postura sobre la que no va a dar su brazo a torcer. En concreto, Brasil considera que el principio de «diferenciación» entre países desarrollados y en desarrollo, entre los que se incluye, «no es negociable» en el compromiso sobre el que se discute en la cumbre climática de París, informó Efe. «La diferenciación no es negociable, es una parte integral de la convención», subrayó en conferencia de prensa Antonio Marconde, el embajador brasileño en la COP21.

Marconde insistió en que la diferenciación es «muy importante» para su país y que «se debe mantener y preservar». Argumentó que «tenemos que tener la garantía de que esta cuestión esté ahí para que los países en desarrollo puedan ser más ambiciosos» en la fijación de nuevos objetivos para la reducción de emisiones causantes del efecto invernadero. Frente a los países ricos que hacen hincapié que en los últimos años ha cambiado el escenario en el mundo en desarrollo, con algunos emergentes que ya no pueden aspirar al mismo tratamiento diferenciado que los pobres, el embajador insistió en que Brasil sigue siendo un país en desarrollo. Para justificarlo, Marconde recordó que su país continúa afrontando retos en materia de reducción de la pobreza o en construcción de infraestructuras. Negó que su país sea reticente a la idea de la llamada «coalición» de más de un centenar de países que pretenden que el compromiso de la COP21 debería fijar un objetivo de aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 grados centígrados para finales de siglo. Explicó que «Brasil no es nunca reticente» y que examinan esa cuestión en profundidad. Pero también recordó que su posición es fijar en el acuerdo un objetivo de un calentamiento no superior a los dos grados, con un camino de progresión para limitarlo a menos de 1,5 ºC, todo ello en un contexto de desarrollo sostenible y de lucha contra la pobreza. Marconde defendió igualmente que el acuerdo de la COP21 establezca «un sistema transparente» para la verificación de las emisiones, pero que «tiene que contemplar la suficiente flexibilidad para los países en desarrollo».

Los países que piden un mayor esfuerzo en la reducción de emisiones y mayores ayudas en la adaptación son los más vulnerables. Así, el destino de las Islas Cook, en el océano Pacífico Sur, podría depender de lo que se acuerde en la cumbre, informa «Nature». Así, su primer ministro, Henry Puna, teme que la acción internacional para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero no sea suficiente para ayudar a su país.

Respecto al debate económico, aseguró que lo que se necesita es «que haya más pensamiento, más diálogo y más datos», añadiendo que el dinero por sí solo no va a resolver el problema. Pero no hace falta irse tan lejos geográficamente. Aunque la situación es bien distinta lo cierto es que España tendrá que subir sus defensas en la costa atlántica entre 35 y 50 centímetros a finales de siglo, según el informe que publicó en su día el IPCC.