Accidente Espeleólogos en Marruecos

Las dos veces que Bolívar salvó la vida

El montañista superviviente patrulla de noche, media en reyertas y siempre mantiene la calma. Un suicida seropositivo le mordió, pero no acudió al hospital hasta que le disuadió

Juan Bolívar, a 3.000 metros del suelo en Ocaña
Juan Bolívar, a 3.000 metros del suelo en Ocañalarazon

Durante seis días, atrapado en el cañón de Ouandrás, junto al cadáver de un amigo e intentando mantener con vida a otro, el agente Juan Bolívar Bueno tuvo que afrontar su servicio más penoso, pero también el más heroico. El hecho de patrullar durante tres años el distrito centro de Madrid, uno de los que cuenta con más denuncias y mayor delincuencia de Europa, ya le había dado el suficiente «cuajo» como para afrontar situaciones difíciles. De hecho, y a pesar de contar con tan sólo 26 años, lo había demostrado sobradamente en numerosas ocasiones. «Tiene mucho autocontrol en situaciones críticas. No me extraña que haya mantenido la calma en todo lo que ha pasado. Sabe lo que tiene que hacer en cada intervención y controla totalmente la situación», afirman sus compañeros a LA RAZÓN.

El único espeleólogo superviviente en la tragedia del Atlas marroquí es uno de esos policías vocacionales. En su familia no hay tradición en ese sentido. Podría haber seguido los pasos de su padre, que también formó parte de la expedición en Ouarzazate y cuenta además con una empresa de perfumería. Pero su camino era otro. «Le encanta estar de servicio en la calle, patrullar y el trato con la gente, hablar con ellas... Tiene un alto sentido de la amistad y el compañerismo. Siempre intenta mediar, es muy conciliador. Es de los más currantes que hay», aseguran. De hecho, empezó a «empollar» para las oposiciones de ascenso a oficial de Policía. Sus pasiones son el Cuerpo, los deportes de riesgo y su chica, Ana, «por la que tiene pasión». Sin olvidar el rugby. Sus amigos del Alcobendas C, equipo en el que juega en Madrid, le conocen como «Woody».

Bolívar forma parte del conocido como Grupo Focus de Seguridad Ciudadana de la capital, un trabajo de apoyo a los Zetas, el grupo de Jefatura. ¿Su misión? Prevenir e informar a los ciudadanos. Cada dos días, desde las 22:00 hasta las 8:00 horas, su patrulla recorre todo el distrito centro: un perímetro que recorre desde Plaza de España hasta Colón, gira hasta Atocha y Palacio Real y sube de nuevo por la Cuesta de San Vicente. Un área en la que los servicios que deben afrontar los agentes se amontonan. «Se ve de todo», dicen. Y, en ocasiones, te expones.

Eso le ocurrió a Bolívar. Sus compañeros recuerdan que, en una ocasión, recibió una llamada con un intento de suicidio. «Era un tipo que, al parecer, había ingerido un montón de sustancias. Bolívar y su compañero fueron para apoyar al SUMA. Le dijeron que tuviera cuidado, porque era seropositivo», recuerdan. La situación comenzó a torcerse. «Al tipo se le fue la cabeza, se volvió loco, y mordió a Bolívar en el brazo. Tuvo suerte, porque llevaba encima la chaqueta y sólo le ocasionó una pequeña herida. Su compañero informó a los jefes de lo ocurrido. Tenían que llevarse a Juan al médico para hacerse pruebas para saber si había resultado contagiado. ‘‘Hasta que no acabe la intervención no me voy’’, dijo él. Otro en su situación, mira por sus intereses. Le echa valor y coraje. Es un crack». Además, Juan consiguió calmarle y evitó males mayores. Bolívar le convenció y no se suicidó. Más tarde se sometió a las pruebas y dieron negativo.

También ha tenido que mediar en reyertas que podrían haber tenido un resultado fatal. Recuerdan una que ocurrió en pleno centro el pasado mes de octubre, con motivo del partido Atlético de Madrid-Malmö correspondiente a la Champions League. En una pelea resultó herido un aficionado de este equipo sueco. Le habían pegado un navajazo en el costado. La patrulla de Bolívar recibió el aviso. «Cuando sale un servicio, Juan intenta llegar el primero. Se desvive por su trabajo y por resolver los problemas de la gente». Y lo hizo: taponó la herida de la víctima y le realizó la primera asistencia. Y lo que no es menos importante: templó los ánimos de sus amigos, lógicamente caldeados tras el suceso. «Tiene mucha psicología para calmar a la gente. Y mucha sangre fría». Por supuesto, no han sido pocos los robos con violencia, a punta de navaja, a los que se ha enfrentado. «Ha evitado muchísimos y ha intervenido en numerosasa detenciones».

Sus compañeros del Cuerpo han estado pendientes de él desde su regreso a España. Con todo, su familia les ha pedido que «le dejáramos un poco». «Lo ha pasado fatal. Y es algo que va a llevar toda su vida. Pero también es verdad que está deseando volver a trabajar», añaden. Lo dejó claro en el mensaje de WhatsApp que envió a sus amigos. «No os preocupéis. Cuando se celebren los funerales, vuelvo a trabajar». «Eso es buena señal», dicen sus compañeros.