Murcia
Las doulas, ¿una «secta caníbal»?
Los enfermeros denuncian a este colectivo por ejercer de matronas, poner en riesgo la salud de la madre y del bebé e incluso por incitarlas a comerse su placenta
Hace tres años se puso en contacto con Emilia Redondo, matrona de Atención Primaria de Murcia, una mujer con «una evidente depresión postparto» que, además, tenía varios problemas físicos; entre ellos, un «un desgarro en el clítoris». Pero quien le insistió fue su marido. «Ella no le dejaba que fuera con su hijo al pediatra, ni que le hicieran la prueba del talón, se alejó de su madre», relata la matrona. Pero además, «le dijeron que no podía trabajar porque las guarderías no eran buenas y le aseguraban que ellas le darían empleo». Todas estas prácticas llevaron a esta enfermera a interesarse por las doulas, una figura que no está regulada en España y que «es un riesgo para la salud pública, en especial para la de las madres», afirma tajante Máximo González, presidente del Consejo General de Enfermería. Sus prácticas no están reguladas ni en España ni en la UE, pero, como apunta otra matrona, Gloria Boal, «sólo las hemos detectado en nuestro país». González se muestra firme y las denomina como una «secta canibalista», que incluso las incita a comerse la placenta.
A raíz de la denuncia, el Consejo empezó a investigar sobre esta figura que estaba proliferando en España gracias a las redes sociales. Han localizado 435 páginas webs en las que publicitan sus servicios mujeres con diversos perfiles profesionales: «Monitoras de danza, de esquí, periodistas, antropólogas, geógrafas...», que ofrecen «consejos» a las mujeres embarazadas tanto en la preparación del parto como durante éste y posteriormente, también en la crianza. De acuerdo con la denuncia de las enfermeras, existen 547 doulas en España. De ellas, cuatro son enfermeras y una es matrona, por lo que «cuando se las identifique se les abrirá un expediente y serán expulsadas», anunció González.
Todo porque «los consejos que dan ponen en riesgo la salud de la mujer» y «encima se lucran con ello». Lo cierto es que para ser doula, como pudo comprobar otra matrona, Rosa Isabel Molina, sólo hace falta hacer un cursillo. En la investigación del Consejo han comprobado que en la mayoría de los casos ronda los 150 euros por seminario, con una media de diez. Suelen tener una duración de diez fines de semana, y cuestan unos 1.500 euros. Nada que ver con los cuatro años que dura el grado de Enfermería y los dos de especialización que la legislación exige para ser matrona en nuestro país. «Las doulas quieren ser matronas, aunque sólo han hecho un cursillo sin garantía legal. Les dan un carné y listo», afirma la enfermera que inició la investigación. Y es que «tras un fin de semana aseguran que son capaces de interpretar radiografías o de ayudar en un parto cuando nosotras hemos necesitado años de preparación».
Hasta 1.200 euros
Pero el negocio, como denuncian desde el Consejo, no está sólo en esas «clases exprés», sino también en las tarifas a las madres. «Es muy lucrativo, aunque ellas aseguran que sólo acompañan de manera sentimental a la madre, y para ello cobran entre 600 y 1.200 euros», apunta Emilia. Pero hay precios muy variados. De acuerdo con los datos del Consejo, las cifras varían desde un masaje de embarazo por 70 euros a cobrar 60 por un masaje familiar en consulta. Eso sí, también se ofrecen «doulas por internet» y WhatsApp para consultas entre 30-50 euros al mes.
Las enfermeras denuncian que «la mayoría de los consejos que dan son peligrosos para la salud de la madre y del niño», denucia Boal. Y pone ejemplos: «No saben detectar contracciones durante el preparto y puede ocasionar que el bebé nazca de forma prematura; durante el parto no identifican si la frecuencia cardiaca del niño está alterada. Ello puede generar problemas mentales en el niño e incluso la muerte». En lo que se refiere al postparto, la matrona asegura que «no son capaces de identificar las infecciones y pueden derivar en una sepsis». Pero sin duda, además de la desconfianza que transmiten hacia el personal sanitario –«les dicen que las rajamos y las violamos», apunta Molina–, uno de los «consejos» que más les preocupa a los enfermeros y que más llama la atención porque «parece una práctica medieval», como apunta González, es la placentofagia: alimentarse de la propia placenta. Esta práctica «se asemeja a la de una secta canibalista», describe González. Es más, como afirma el presidente del Consejo, «en internet existen recetas para tomársela» porque «aseguran que ayuda a recuperarse del parto y propicia la subida de la leche». Pero no sólo eso. Molina denuncia que también «te explican cómo encapsular la placenta y que si la tomas se van todos tus males. Hasta un dolor de cabeza». Incluso «recomiendan que tomes cápsulas durante toda tu vida, también durante la menopausia».
La indignación en el colectivo de doulas era notable ayer. En nuestro país hay tres grandes asociaciones: la Red Circular de Doulas, la Asociación Española de Doulas y Doulas.es. «Es una barbaridad, para ser una investigación de tres años no sé cómo han llegado a esas conclusiones», explica María Arroyo, doula que trabaja en Madrid. «Yo no tomo decisiones sobre la mujer ni atiendo en el parto, son ellas las que se informan», añade. Sobre que no permiten a los maridos asistir al parto, afirmó que «se puede dar el caso de alguna madre con hijos que prefiere que el padre se quede con ellos cuidándolos en casa». Aclara también que el 99% de las madres que ha atendido «no paren en casa, sino en un hospital». Acerca de las tarifas de 1.200 euros, responde que el acompañamiento durante «el embarazo, parto y posparto no supera los 600 euros». Y en referencia a los títulos de «renacedoras» y «sacerdotisas de la Rosa Blanca», asegura que «nunca ha oído hablar de esas cosas». En todo caso sí que hay doulas que se especializan «en la instrucción del yoga durante la maternidad». «Yo no vivo de ésto, soy doctora en ciencias físicas y trabajo en un centro de investigación», añade.
«No tenemos formación sanitaria, sólo informamos y sostenemos emocionalmente a las madres. No tengo pacientes, tengo clientes. Y el parto es un hecho fisiológico, no una enfermedad», afirma Carolina de Dobrzynski, de la Red Circular de Doulas. En su caso, sí ha asistido a partos en casa, pero «siempre con un ginecólogo y una matrona». Y cuando una madre le ha consultado por la posibilidad de ingerir su placenta, ha hecho lo que hacen siempre: «Explicarles los pros y los contras. En mi caso, nunca lo han hecho».
Ambas explican que tienen como referencia la Estrategia de Atención al Parto Normal, aprobada por Sanidad. Además, cuentan con su «código ético»: acompañar a las madres de manera objetiva y «basada en evidencias científicas»; no diagnosticar ni realizar exploraciones o tactos, pues el personal de referencia son las matronas; deben mantener la confidencialidad de las clientes, etcétera.
Denuncia ante el Ministerio
El Consejo contactó con el Ministerio de Sanidad para denunciar la situación, pero, como denuncia González, «la sensibilidad era nula hasta ahora. No se hizo nada». Dentro de la Estrategia de Atención al Parto Normal la figura de la doula no está contemplada, pero sí está en el anexo como una figura que se da a nivel internacional. «Sanidad respondió a nuestra queja afirmando que se tendrá en cuenta cuando se revise la Estrategia en cinco o diez años». González insistió en que «vamos a poner querellas criminales en cuanto conzcamos un hecho» y también pondrán en conocimiento de las fiscalías estas prácticas. Fuentes de Sanidad afirmaron a este diario que apoyan al colectivo de enfermeros, pero que las competencias de inspección corresponden a cada comunidad autónoma.
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