Violencia de género

Laura Luelmo: los forenses calcularon de forma intuitiva la hora de su muerte

«El tiempo entre la producción de las lesiones y la muerte no ha sido mayor de seis horas», afirma el informe definitivo de la autopsia.

Laura Luelmo fue asesinada por su vecino Bernardo Montoya el 12 de diciembre de 2018 en El Campillo (Huelva)
Laura Luelmo fue asesinada por su vecino Bernardo Montoya el 12 de diciembre de 2018 en El Campillo (Huelva)larazon

«El tiempo entre la producción de las lesiones y la muerte no ha sido mayor de seis horas», afirma el informe definitivo de la autopsia.

Laura Luelmo dejó de contestar los mensajes que su novio le enviaba la tarde del miércoles 12 de diciembre. Los investigadores calculan que su asesino, Bernardo Montoya, la asaltó sobre las cinco y media de la tarde, cuando regresaba a su casa de comprar huevos, unas patatas fritas y agua en el supermercado. No fue hasta cinco días después cuando un vecino, que llegó tarde para unirse a las partidas de búsqueda, comenzó a andar solo y encontró casualmente el cuerpo.

El lugar se llenó inmediatamente de guardias civiles. Se avisó a Su Señoría y al médico forense de guardia. Este, dada la trascendencia del caso, le pidió a una compañera que le acompañara. Allí realizaron un estudio sobre el terreno y calcularon que la joven había fallecido entre 48 y 72 horas antes de ese momento. Es decir, el viernes 14 o incluso el sábado 15. El dato trascendió rápidamente y enseguida se abrió una enorme polémica.

Si fue asaltada el miércoles y permaneció con vida al menos hasta el viernes, incluso el sábado, ¿pudo hacer algo más la Guardia Civil por salvarle la vida? ¿No se dieron cuenta de que justo el vecino de enfrente era un asesino que acababa de salir de la cárcel? ¿Por qué no pegaron una patada a la puerta de su casa y entraron para ver si estaba Laura? ¿Por qué no se le detuvo inmediatamente y se le interrogó con firmeza? ¿Por qué se le creyó cuando el jueves se topó con una pareja de la Guardia Civil y cuando le preguntaron por Laura dijo que no sabía ni que tuviese una vecina?

Las preguntas se formulaban en voz alta en tertulias y medios de comunicación, y la indignación creció a gran velocidad. Quien encrespado se lo preguntaba, en cualquier lado, venía a sugerir que todo era tan obvio que parecía necio no haber tomado las decisiones adecuadas. Mientras, la familia de Laura, que se enteró por la prensa de la noticia, recibió la información con extremo dolor, porque Laura era su niña y ellos sí estaban legitimados para hacerse preguntas.

La polémica no se sofocaba y durante una rueda de prensa de la Benemérita sobre la detención de Bernardo Montoya, el Teniente Coronel, Jesús García Fustel, uno de los investigadores con más experiencia de la UCO, quiso menguar la controversia y aseguró: «Sobre la hipótesis de que si estaba Laura viva o no cuando nosotros tenemos conocimiento de su desaparición y de la existencia de un sospechoso enfrente de la casa, no tenemos la autopsia totalmente finalizada y los datos que existen son previos que, a priori, con lo que nosotros sabemos, puede que no se correspondan con la realidad». El Teniente Coronel apaga el micrófono indicando que ha acabado, pero se escucha una voz al fondo de la sala que pregunta: «Entonces, ¿usted cree que Laura muere esa misma noche?». Le cuesta responder, pero acaba diciendo: «Creo que sí... por sus testimonios, por dónde es localizada, por la posición del cadáver. Es lo más probable, pero aún así, les recuerdo que los datos de la autopsia definitiva todavía no los tenemos y será el forense quien tenga que afinar más en ese aspecto».

La frase, en vez de apagar el incendio, le dio oxígeno. Sin datos, de todos lados surgían médicos forenses a defender corporativamente a sus compañeros y a recomendar al Teniente Coronel, con cientos de investigaciones a sus espaldas, que se dedicara a lo suyo. Las críticas arreciaron duro hasta que en la segunda semana de enero trascendió el resultado del estudio del Instituto de Ciencias Forenses de Sevilla. Los expertos que analizaron los tejidos concluyeron: «La ausencia de reacción leucocitaria nos permite concluir que el tiempo transcurrido entre la producción de las lesiones y la muerte no ha sido mayor de 1 a 6 horas». Es decir, Laura Luelmo fue asesinada aquel cruel miércoles 12 de diciembre y, probablemente, su muerte fue inmediata. ¿Por qué en un principio se abrió la polémica sobre si Laura había permanecido viva entre 48 y 72 horas después de su asalto? Según ha podido saber LA RAZÓN de fuentes médicas, en un primer momento se calculó la data del fallecimiento de forma «intuitiva» y no científica. Esa intuición trascendió a los medios en forma de certeza y se generó una polémica falsa, que muchos creen que sirvió para abofetear inmerecidamente a la Guardia Civil y aumentar innecesariamente el dolor de la familia de Laura y de su novio. Desde el principio, los padres de Laura Luelmo han recibido numerosas condolencias que con enorme educación han ido respondiendo de forma privada. Una de esas respuestas, en forma de carta dirigida a la Presidenta de las Cortes de Castilla y León, dice así: «Le agradecemos enormemente su sentido pésame (...), sin embargo, no es suficiente con un minuto de silencio, un homenaje y un deseo de que tales sucesos no vuelvan a suceder (...). Nosotros, sus padres, denunciamos que el Estado ha fracasado estrepitosamente al no ser capaz de garantizar el derecho a la vida y a la integridad física de nuestra hija».

La misiva denuncia que Bernardo Montoya, a pesar de haber estado en la cárcel años, donde debería haber sido reeducado para vivir en sociedad, jamás lo hizo y fue puesto en libertad sabiendo que era un verdadero peligro público.