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Liberado in extremis tras un secuestro en familia
Detienen a siete personas por el rapto de un empresario gallego justo en la noche en la que pretendían matarlo o realizarle amputaciones
El empresario gallego de Cambre, en La Coruña, que llevaba secuestrado desde el pasado lunes fue liberado ayer «in extremis» después de que sus secuestradores dieran un ultimátum a la familia. Tras comprobar que el plazo dado por los secuestradores para pagar el rescate expiraba ayer, y una vez localizado el lugar, los agentes de la Unidad Especial de Intervención irrumpieron en el cobertizo y liberaron al empresario. Abel D. N., de 41 años, se encontraba viviendo en condiciones «infrahumanas» en el galpón de una cuadra de dos metros por uno, según reveló ayer el coronel jefe de la Comandancia de La Coruña, Benedicto González. Además, a su lado había un montón de serrín donde el empresario se vio obligado a realizar sus necesidades durante los cuatro días de cautiverio. Durante todo este tiempo tuvo que llevar una capucha para evitar la identificación de sus captores.
Finalmente, la operación se saldó con la detención de siete personas, cinco de ellas en una vivienda de Lalín (Pontevedra) y otras dos en Melide (La Coruña). Entre ellas, un padre y un hijo, los «cabecillas» de una banda que pidió 70.000 euros de rescate. Los líderes de la organización tenían amplios antecedentes policiales y penales por delitos contra la propiedad, episodios anteriores de extorsiones e incluso uno de ellos estuvo en prisión por homicidio. Todos los detenidos, de nacionalidad española y de unos 60 años de edad, habrían participado por igual en el secuestro.
Todo empezó el pasado sábado cuando el maderista acudió acompañado de otra persona a un bosque situado en Ferreiros, en la zona de Aranga, con la excusa de ver unos montes, ya que éste es dueño de un aserradero en la parroquia de Pravio. Según los investigadores, esta persona sería la que lo retuvo «a punta de pistola». Desde allí fue introducido a la fuerza en el maletero de un vehículo. Los primeros días los pasó en un cobertizo «en denigrantes condiciones» y después, Abel fue trasladado a un anexo de la granja de la aldea de Xar en la que vivían dos de sus secuestradores.
Tras pasar cinco días retenido, y cuando el plazo que habían dado a sus familiares para pagar la cuantiosa cifra de 70.000 euros estaba a punto de expirar, el buen trabajo de los investigadores dio con él y fue liberado. En ese momento, les dijo a los miembros del operativo que se encontraba «pálido» y «confundido» y que no se creía su liberación. Además, el retenido, que tuvo que soportar las bajas temperaturas durante el encierro, inferiores, en el habitáculo que en el exterior, dijo que lo había pasado «francamente mal».
La familia del secuestrado, que había denunciado su desaparición ante la Guardia Civil el pasado domingo 19 de enero en Betanzos, había recibido varias amenazas de que si no recibían la importante cantidad económica que pedían por el rescate iban a quitarle la vida o causarle diversas amputaciones.
Según el Instituto Armado, los secuestradores habrían cumplido sus promesas si no se hubiese realizado el pago.
Las primeras informaciones apuntaban a una hipotética deuda del empresario o de un familiar allegado con los captores, algo que la familia ha querido desmentir rotundamente.
Prudencia familiar
Los padres del secuestrado, Antonio y Carmen, son un matrimonio mayor que lleva trabajando toda la vida en el negocio familiar dedicado a la madera y del que, desde hace dos años, su hijo Abel se hace cargo.
El alcalde de Cambre, Manuel Rivas, ha querido felicitar el gran trabajo de los integrantes del operativo policial, compuesto por miembros de la Unidad Orgánica de la Policía Judicial, así como de la Unidad Central Operativa y de la Unidad Especial de Intervención, estos dos últimos desplazados desde Madrid. Asimismo, el alcalde ha querido dejar claro que este tipo de cosas no suceden en Galicia para que no se cree una alarma social. Y también ha destacado la prudencia con la que la familia ha llevado el caso.
De hecho, ha sido tal la discreción de la familia ante el secuestro que José Luis, un trabajador del aserradero, se ha enterado del suceso por la Prensa y nos contaba que su jefe no aparecía por allí desde hacía cinco días y los padres del desaparecido justificaron su ausencia alegando que su hijo estaba enfermo.
Los vecinos de la pequeña parroquia de Pravio tampoco conocían lo sucedido y no salen de su asombro. Una amiga de la familia se ha enterado de la noticia por los medios de comunicación y se ha acercado a casa de los padres del secuestrado para interesarse por el estado de salud de su hijo: «Me han dicho que su hijo estaba bien porque es un chico joven y fuerte pero que había pasado mucho miedo. Y que ellos todavía no se habían quitado el susto del cuerpo». Como seguramente tampoco a Abel ni a su familia, que parece que van a seguir manteniendo su discreción, ya que se han ido de la aldea en la que viven para evitar la presión mediática y no entorpecer la investigación que continúa abierta por lo que no se descartan nuevas detenciones en los próximos días.
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