Tabaquismo

Lo que se esconde detrás del comercio ilícito de tabaco

La salud del ciudadano y las cuentas de los gobiernos salen perjudicadas Casi el 10% de los cigarrillos que se consumieron el año pasado en nuestro país procedió del comercio ilegal

El aumento de operaciones realizadas por la Guardia Civil demuestra el crecimiento de este tipo de comercio / Foto: Alberto R. Roldán
El aumento de operaciones realizadas por la Guardia Civil demuestra el crecimiento de este tipo de comercio / Foto: Alberto R. Roldánlarazon

La salud del ciudadano y las cuentas de los gobiernos salen perjudicadas Casi el 10% de los cigarrillos que se consumieron el año pasado en nuestro país procedió del comercio ilegal.

Fumar mata. Pero alrededor del tabaco existen otro tipo de actividades que son menos conocidas y que representan un gran perjuicio para el interés general. Y aunque es verdad que la salud siempre es lo primero, actividades como el comercio ilícito del tabaco también requieren atención por parte de las autoridades y concienciación por parte de los consumidores. Se trata de un problema muy grave. En 2018, el 9,4% de los cigarrillos que se consumieron en nuestro país procedió del comercio ilegal, según la Encuesta del Paquete Vacío, realizada por la consultora Ipsos. Ésta es, desde luego, una de las principales conclusiones de una ronda de reflexiones con expertos que ha realizado el diario LA RAZÓN, en colaboración con Philip Morris.

Cuando se habla del comercio ilícito de tabaco se piensa, de inmediato y únicamente, en el contrabando de cigarrillos. Sin embargo, las organizaciones delictivas se han ido adaptando a las nuevas formas de consumo de los fumadores. De esta manera, cuando en época de crisis la picadura ganó protagonismo en el mercado legal, las bandas también potenciaron ese producto en el ilegal. Y está por ver si son capaces de adaptarse a las nuevas tendencias; es decir, al consumo a través de dispositivos electrónicos. Por lo tanto, es de esperar que más pronto que tarde intenten falsificar productos de este tipo y venderlos como vienen haciendo con los de toda la vida.

El periodista y escritor Alejandro Riera, que recientemente ha publicado «Traficantes de Humo» –libro en el que analiza las redes que controlan el rentable contrabando de tabaco internacional–, explica que en el caso español «la forma más conocida de comercio ilícito es la de traer tabaco desde regiones donde sale más barato, como Andorra, Gibraltar, Marruecos o Canarias. También se realizan falsificaciones en el extranjero, se empaquetan en cajetillas de marcas famosas y se venden como si perteneciesen a ellas sin pasar ningún control de calidad. Además, en las últimas operaciones realizadas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, se observa cómo los grupos extranjeros se han traído las máquinas de las fábricas de tabaco desde las repúblicas exsoviéticas, se meten en una nave industrial y luego sacan al mercado la producción».

Los traslados de mercancías y material a nivel internacional no tienen grandes obstáculos. Se trata de una de las consecuencias que surgen a raíz de la creación del espacio Schengen, dentro del cual se permite la libre circulación de personas y los controles aduaneros son más flexibles. Quienes se aprovechan de estas condiciones para «contrabandear» con cigarrillos no lo hacen por casualidad. El contrabando de tabaco es un negocio muy lucrativo. Para que nos hagamos una idea, producir una cajetilla de tabaco en Europa del Este cuesta alrededor de 20 céntimos, y llenar un contenedor para enviarlo a España, unos 100.000 euros. El beneficio que se puede llegar a obtener con la venta de uno solo de ellos puede alcanzar los 900.000 euros.

Pérdida de impuestos

Cifras bastante importantes que, sumadas, representan grandes pérdidas para las arcas nacionales. El 80% del precio de una cajetilla (es decir, 16 de cada 20 cigarrillos) van destinado a pagar impuestos. Así que cada vez que un consumidor compra una ilícita en lugar de una legal, el Estado deja de ingresar unos cuantos euros en forma de imposición fiscal. Cajetilla a cajetilla ilegal, junto con la venta de tabaco de cualquier tipo por Internet, que no olvidemos está prohibida en España, van sumando hasta llegar a la estimación de que cada año la Agencia Tributaria deja de recaudar alrededor de 1.000 millones de euros menos debido a la venta de tabaco ilegal.

Aunque en términos económicos, el principal problema reside en qué invierten los delincuentes el dinero que ganan con este comercio ilícito. Riera comenta que «hay ciertas bandas que se dedican principalmente al contrabando de tabaco por los elevados beneficios que da. Pero ninguna tiene el monopolio porque en realidad las redes de crimen organizado son como multinacionales, pues se dedican a varias actividades y en diversas partes del mundo. Y este negocio lo practican con el fin de obtener dinero que luego encauzan para otro tipo de delitos. Es el caso del terrorismo islámico o del blanqueo masivo de capitales».

Tradicionalmente, las fuentes principales de ingresos del crimen organizado y el terrorismo han sido el tráfico de drogas y armas o la trata de blancas, mientras que el contrabando de tabaco se mantuvo como una forma complementaria y secundaria de obtener recursos. Sin embargo, los elevados riesgos así como la intensa vigilancia que conllevan estas actividades punibles han llevado a que el contrabando y la falsificación de tabaco dejen de ser complementarios y se conviertan en las principales fuentes de ingresos por las que optan numerosas organizaciones criminales.

A pesar de las consecuencias nefastas que acarrean, las sanciones del tráfico ilegal de cigarrillos en cantidades menores resultan pequeñas. Quien cargue con menos de 15.000 euros de tabaco ilícito sólo se expone a una sanción administrativa.

Penas y castigos

Un castigo irrisorio frente a unos ingresos elevados, lo que hace que los contrabandistas no se piensen mucho exponerse al riesgo desafiando las leyes. El incremento de las penas, lógicamente, es una de las soluciones para acabar con el contrabando de tabaco. Pero sin duda, el gran reto que afronta la lucha contra el comercio ilícito de tabaco es la escasísima visibilidad que se ha dado a este tipo de problema.

Esa falta de visibilidad contrasta con la realidad y los datos de las intervenciones llevadas a cabo por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Sin duda, son suficientes para certificarlo. Y es que, desde 2013, han llevado a cabo el desmantelamiento de 11 fábricas ilegales con capacidad de producir cigarrillos. Un número de operaciones que no tiene, desde luego, precedentes en España. El año pasado se llevó a cabo en nuestro país la mayor intervención de la historia de Europa contra este tipo de contrabando. Fue la llamada «operación Lerna», que supuso la desarticulación de una auténtica organización criminal internacional dedicada a la falsificación de cajetillas de tabaco de las marcas más vendidas. La operación se saldó con la detención de 47 personas, el desmantelamiento de varias fábricas en Toledo y Sevilla y la incautación de 69 toneladas de picadura de tabaco y de 2.373.000 cajetillas de tabaco falsas.

Las primeras interesadas en acabar con este comercio ilícito son las empresas tabaqueras, que llevan años luchando para erradicarlo. Así, desde 2004, en Philip Morris International se destinan muchos medios para combatir el contrabando con profesionales especializados en la situación de cada uno de los países donde está presente.

Además, en Philip Morris se ha desarrollado de manera proactiva tecnologías de trazabilidad que, después, se han cedido a otras empresas del sector y se han colocado en sus cajetillas códigos de este tipo tanto para evitar su desvío ilegal como para que el consumidor pueda diferenciar un producto legal de uno ilegal a través de una app.

Colaboración

La lucha contra el comercio ilícito de tabaco es una responsabilidad de todos. Pero el combate contra esta lacra se está afrontando desde dos vertientes. Por un lado, el trabajo de las Fuerzas de Seguridad del Estado, que están demostrando una profesionalidad y una eficacia indiscutibles. Las empresas tabaqueras, como Philip Morris, están llamadas a colaborar en pro de un mayor conocimiento de sus miembros. En este sentido, Philip Morris está profundizando en esa cooperación organizando jornadas informativas sobre identificación y detección del tabaco ilícito, y en las que han participado ya más de 3.000 agentes.

Otra es la concienciación de la sociedad mediante el desarrollo de campañas a través de los medios de comunicación y de otros canales. Existe una tendencia general a ser tolerante con estos delitos, sobre todo en determinadas zonas. Informes de Philip Morris ponen de manifiesto que en Andalucía, unos tres de cada diez cigarrillos que se fuman son ilegales.

«En España todavía existe una gran aceptación respecto al consumo de productos ilícitos. Nuestro objetivo es alcanzar la tolerancia cero», señala Yolanda Velasco, responsable de Prevención de Comercio ilícito de Philip Morris en España.