
Ausencia
¿Más celos que solemnidad?: Sánchez frente al Rey
La insistencia de Moncloa en ocultar los motivos de la ausencia del presidente avivan la tesis de su mala relación con Zarzuela

Llegó el día sin que Moncloa haya tenido a bien explicar los motivos reales por los que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha optado por no participar en un acto de Estado como el que hoy tiene lugar en Roma con motivo del funeral del Papa Francisco.
Si para algo ha servido esta decisión, inexplicable e injustificable, es para alimentar el secreto a voces de la mala relación institucional de Pedro Sánchez, quien lleva la iniciativa, hacia Felipe VI. Quizás no es el motivo que justifique la ausencia de hoy, pero la negativa de Moncloa a ofrecer explicaciones sí ha dado vida incluso a la pregunta de si lo que hay detrás es «un problema de celos» de Sánchez hacia el Rey ante un acto en el que el protocolo concede una preeminencia a Sus Majestades sobre el presidente del Gobierno.
Aunque parezca pueril, es una pregunta que cobra sentido si se atiende a otros hechos como la obsesión de este Gobierno por limitar la presencia internacional del Rey. En Latinoamérica, con el daño que implica para los intereses del Estado español, pero no sólo entre esos países hermanos.
Pierde Sánchez
La imagen de un choque institucional, fácilmente evitable, puede ser lo que busca Moncloa, pero es un grave error político que penaliza en este caso al jefe del Ejecutivo. Hoy, por más que duela en Moncloa, cualquier batalla de rivalidad con el Rey está perdida, como así lo demuestran las encuestas. Y convertirla en una noticia con titular propio no es una decisión estratégica acertada ni a título personal, para Sánchez, ni tampoco en clave diplomática para el interés general.
Desde que comenzó esta Legislatura Sánchez ha consolidado un estilo de gobierno en el que se ha dado a entender que la Monarquía le resultaba incómoda, dentro de un plan calculado de distanciamiento institucional que va más allá de los silencios y los gestos. Por eso, la ausencia en el funeral del Papa no es un caso aislado, sino que forma parte de una cadena de episodios que acreditan que pueda hasta formularse esa pregunta de si lo que de fondo mueve al presidente es un problema de celos por parte de quien ha acuñado un estilo de ejercicio del poder cada vez más autoritario.
Los antecedentes están ahí. En septiembre de 2020 el Gobierno impidió que Felipe VI acudiera a la entrega de despachos judiciales en Barcelona, un acto habitual en la agenda del Monarca. Fue la primera vez en décadas que el Rey no presidía esta ceremonia. La única razón que se dio fue «motivos de seguridad», pero, de fondo, estaba la cesión a los partidos independentistas.
También llama la atención cómo los encuentros entre el presidente y el Rey han sido cada vez más esporádicos, menos públicos y con menos detalles. No hay ningún esfuerzo por buscar gestos que refuercen la sintonía.
Una falta de respeto
El punto álgido fue Paiporta, y el enfado que provocó en Sánchez la decisión de los Reyes de aguantar en la calle el enfado y el malestar de los valencianos mientras que él se subía en su coche oficial para abandonar el lugar. «Motivos de seguridad». También esto es lo que se alegó entonces. Hoy, la ausencia del presidente del Gobierno en Roma es claramente una falta de respeto y una descortesía hacia el jefe del Estado, y así se analiza en medios diplomáticos, donde hablan de que el único motivo real por el que Sánchez no está hoy en el funeral es porque sí estaba Felipe VI.
En este contexto, Zarzuela se esfuerza por disimular cualquier mal gesto por parte de Moncloa y evita alimentar el enfrentamiento. No se escuchará una mala palabra ni tampoco ningún comentario que dé pábulo a lo que sí sugieren los gestos del presidente del Gobierno, y también, en ocasiones, sus palabras, como aquellas que espetó a Felipe VI en privado cuando se reencontraron en Valencia después de los incidentes de Paiporta tras la DANA. Es evidente que las alianzas parlamentarias, y las exigencias de los socios independentistas, han pesado en algunas de las decisiones que ha tomado el Gobierno con relación a Zarzuela. Pero, en este caso concreto, ahí no puede buscarse la justificación de la silla vacía en el funeral del Papa Francisco. Porque hasta los socios han aplaudido al Pontífice y han competido, para muestra Yolanda Díaz, por aparecer como sus mejores amigos.
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