Entrevista

«Lo más surrealista ha sido encontrar un libro mío en la mesilla de noche de un narco en el registro de su casa»

Hermelo Molero, jefe de Drogas de la Ertzaintza, publica su tercera novela basada en hechos reales: «El cártel vasco»

Hermelo Molero
Hermelo MoleroCedida

26 años al frente del Grupo de Drogas de la Ertzaintza de Bilbao dan para recopilar una buena tanda de anécdotas. Sin embargo, no fue hasta hace relativamente poco, en 2019, cuando a Hermelo Molero (Burgos, 1967), le dio por ponerse a escribirlas. Fue durante unas vacaciones de su mujer. Él estaba medio aburrido, decidió sentarse a la tarea y le salieron cuatro capítulos del tirón. Pasó el «filtro» de sus allegados y se lanzó al mundo de la literatura policíaca. Molero ha publicado ahora su tercera novela, «El cártel vasco» (Bao Bilbao Ediciones), y confiesa a LA RAZÓN que este verano tiene intención de ponerse con los primeros esbozos de la cuarta. «Ya la tengo en la cabeza. Irá sobre una operación que hicimos conjunta con la Guardia Civil de Navarra. Es lo bueno de mis novelas, que no tengo nada que inventar, cuento cosas que me han pasado cambiando un poco los personajes y ciertas situaciones así que, a quien le guste este género, puede encontrar un libro igual de policíaco que el mío pero nunca más porque es 100% la vida real», explica.

A pesar de ello, el ertzaina no esperaba el éxito de la primera novela. «Vendí varios miles de ejemplares y mis compañeros me animaron a escribir la segunda, que trata sobre una organización subsahariana y una chica africana que llega a España y se acaba prostituyendo. Mi único trabajo es novelarlo y que no parezca un atestado policial cuando lo lees. Y también meto siempre algún muerto, que si no no tiene gracia», bromea.

En «El cártel vasco» Molero habla de un narco que llega desde Suramérica pero decide salir de Madrid, donde hay mucha competencia, para instalarse en el País Vasco. Sin embargo, Molero y sus chicos, es decir, la policía autonómica vasca, no se lo ponen fácil.

«Coincide con la llegada de la covid y otros factores que entorpecen su trabajo de narcotráfico. Porque lo que nunca encontrarás en mis novelas es blanquear a un traficante como se ve, por ejemplo, en tantas series de televisión. En mis libros los protagonistas siempre serán los polis», zanja. Esos «polis» a los que le pasa de todo en las investigaciones y en los registros de las viviendas de los «malos». Como al propio autor, que tiene vivencias tan surrealistas como encontrarse sus primeras novelas en la mesilla de noche de un narco. «Me ha pasado en dos ocasiones y en una de ellas la mujer me pidió que se lo firmara pero no me pareció oportuno. También me ha ocurrido de enviar algún ejemplar a prisión. Han sido cuatro y con dedicatoria. Yo creo que lo compran porque creen que van a encontrar claves para que no les pillemos: técnicas de investigación o cosas así, pero lo que cuento en este sentido ya está en desuso y los ‘malos’ ya las saben, no voy a echar piedras sobre nuestro propio tejado».

Y es que uno de los quebraderos de cabeza de estos investigadores es que en los juicios se ven obligados muchas veces a desvelar sus métodos de investigación. Así, sistemas como la colocación de balizas o la mensajería instantánea encriptada como EncroChat ya dejan de servirles porque los delincuentes ya se han enterado.

Es solo uno de los muchos obstáculos de los agentes de estupefacientes en general y, en particular, de quienes trabajan en País Vasco. Y es que aquí, según confiesa Molero, las organizaciones que operan están proporcionadas al nivel de población: algo más de dos millones de habitantes, por lo que los narcos que se mueven allí no tienen mucho que ver con los que operan en Madrid o Costa del Sol, donde están asentadas gran parte de las mafias del crimen organizado. Sí notan, como en toda España, que hay mucha más droga en circulación.

Más droga y más barata

«Un informe reciente de la ONU señala que en el año 2023 la producción de cocaína subió un 35%. Y en solo tres años (concretamente desde 2020 hasta 2023) se ha duplicado por muchos factores como, por ejemplo, cambios políticos y legislativos en Colombia que provocaron que se dejaran de arrasar las plantaciones de coca con avionetas. Esto es malo para la sociedad: hay más cocaína que nunca y eso nos dice que hay algo que no estamos haciendo bien. No estamos llegando. Hay tanta que cada vez es más barata: el kilo siempre estuvo en torno a los 30 o 32.000 euros y ahora lo pueden adquirir por 17 o 18.000 euros. Eso también provoca que su consumo sea más accesible», sostiene el experto.

De esta forma, su consumo se ha convertido en el de mayor duración; es decir, hay otras drogas más asociadas a etapas de juventud, como el cannabis o el speed, pero la coca se consume durante muchos más años. «¿Qué está fallando? Quizás no están destinando suficientes esfuerzos a esta tarea y a lo mejor hay que modificar algunas leyes para que las investigaciones puedan ser más ágiles. Lo que está claro es que desde que existe, su consumo siempre ha ido subiendo, a excepción del año en el que comenzó la crisis, en 2007, y el año de la pandemia, en 2020», resume Molero. Pero, desde luego éste no es un problema policial sino que implica a toda la sociedad.