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Cuando los animales nos pueden salvar de los desastres
Eran las cinco y cuarto de la tarde cuando se produjo el silencio. Todo el ruido propio de una tienda de mascotas desapareció de un momento a otro. El típico cantar de las aves cesó repentinamente mientras que clientes y trabajadores asistían atónitos a tan inusual comportamiento. Incluso los loros, tan insistentes en sus cantinelas, cayeron en el mutismo. «Todos los pájaros se callaron durante unos siete u ocho minutos», señala Maribel, regente del establecimiento situado en la ciudad de Albacete, a unos ochenta kilómetros del epicentro del terremoto que hizo temblar España el pasado 23 de febrero.
Los animales percibieron, con mayor antelación que las personas, que las placas tectónicas de la Península se habían movido. Pero no todas las especies sienten estos movimientos de igual manera. Al otro lado de la ciudad, en la tienda de Nicolás, en la que sólo había pequeñas aves como canarios y periquitos, la tarde se desarrolló con normalidad. «No sentí nada», aclara el propietario. Sin embargo, otras mascotas no sólo sienten sino que también sufren los sismos. Emilio, gerente de una clínica veterinaria en la capital manchega, ha intensificado el tratamiento de tres perros a los que pretendía curar sus problemas de conducta. A raíz del terremoto, el comportamiento de los canes ha empeorado. Emilio recuerda el caso de un cliente en particular, que le dijo que un par de horas antes de que el suelo temblara su perro entró en un estado de nerviosismo al que no le encontraba ninguna razón aparente. Ahora la terapia que venía aplicando para controlar la conducta del animal a base de psicofármacos es más fuerte. Agresividad para combatir la agresividad. Un efecto secundario y residual fruto de una cualidad aparentemente sobrenatural de algunas especies. Pero nada más lejos de la realidad, todo tiene su explicación científica.
Históricamente se ha dicho que las víctimas mortales humanas de catástrofes naturales siempre son mayores que las animales. Un estudio publicado por la NASA en 2011 trató de responder a esta enigmática cuestión. En algunos casos, como los de las serpientes, son los cambios químicos los que alteran la percepción de los animales.
Conocido es el caso ocurrido en la ciudad italiana de L’Aquila. Allí, multitud de sapos abandonaron de manera simultánea los estanques días antes de que la región sufriera un seísmo en 2009. Siguiendo la línea de investigación de la NASA, esto se debió a la capacidad de los anfibios para detectar las variaciones de la composición química de las aguas subterráneas producidas por la reacción iniciada por la corteza terrestre. En cuanto a otras especies como los perros, algunos teóricos apuntan que esta virtud se debe a una elevada sensibilidad sensorial, que les lleva a distinguir los sonidos de frecuencias extremas surgidos de las profundidades. A pesar de los progresos tecnológicos y a los cada vez más avanzados sistemas de predicción de desastres, queda demostrado que la presencia cercana de un animal puede ser un seguro de vida.
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