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Deforestaciones sin control en los bosques de Paraguay

El Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF) denunció este martes que en Paraguay se han destruido desde enero del año pasado unas 27.000 hectáreas de árboles de forma ilegal en la región donde se encuentra el Bosque Oriental, joya ecológica del país.

Según los datos recabados por imágenes de satélite, la ONG internacional comprobó que solo en el último mes unas 725 hectáreas fueron desforestadas en el departamento de Alto Paraná, cerca de la ciudad de Santa Rosa del Ñacunday.

En la región oriental, que ocupa casi la mitad del país, está prohibida desde 20014 cualquier actividad de transformación y conversión de superficies boscosas, por lo que WWF exige a las autoridades judiciales que actúen y sancionen a los responsables.

«Este caso es en la propiedad de una empresa brasileña que se llama Forlim y se dedica al cultivo de soja», dijo hoy a Efe Aída Luz Aquino, directora de la oficina de WWF en Paraguay.

La organización se quejó de que pese a las denuncias de los campesinos ante la Fiscalía y a las suyas propias, públicamente, «en la mayoría de los casos denunciados» los responsables «han quedado totalmente impunes o con medidas sustitutivas o multas irrisorias, que en ningún caso compensan la gran devastación que está ocurriendo» en el país.

El Bosque Atlántico del Alto Paraná cuenta con ecosistemas particulares que no existen en otro lugar del mundo y abarca territorio de Argentina, Brasil y Paraguay.

Aquino afirmó que este último caso es uno de los cientos que han denunciado en el último año sin conseguir que se haga cumplir la ley a los grandes terratenientes.

«Si no cambian la política, pronto vamos a ser como Haití, un país sin recursos naturales, no va a quedar ni un bosque», añadió.

Según la fuente, los campesinos de la zona llevan denunciando «incesantemente» ante la Fiscalía los hechos «pero no se les hace caso».

Según WWF, las casi 9 millones de hectáreas de bosques que Paraguay tenía en 1950 se redujeron a 1,3 millones hasta 2004, cuando el país alcanzó el mayor rango de deforestación de América y el segundo del mundo, que solo consiguió frenarse tras aprobar la ley conocida como «Deforestación Cero» pero que afecta a la mitad del país.