Papel
El amigo más fiel hasta el último momento
Varios perros acudieron al funeral de la mujer que los cuidó durante años.
Era un funeral de tantos que se celebran en la ciudad mexicana de Mérida. A mediados del mes pasado, familiares y amigos se reunieron protocolariamente para dar el último adiós a Rose Margarita Suárez. Pero un hecho inesperado, tan sorprendente como emotivo, transformó el velatorio en una historia viral. Una jauría de perros acudió, sin nadie que los guiara, a la funeraria. Accedieron a la sala en la que se encontraba el féretro y permanecieron en ella sin alterar lo más mínimo la solemnidad del momento. El respeto fue absoluto. Los asistentes quedaron atónitos, pero pronto encontraron una explicación para tan extraña visita. Margarita siempre había sido una amante de los animales. Aunque no podía acogerlos en su casa, los perros y gatos de su barrio eran como sus propias mascotas. Todas las mañanas salía a la calle para alimentarlos y atenderlos, una costumbre que, mantenida durante más de veinte años, terminó forjando un lazo de amistad tan fuerte que se extendió más allá de sus días de vida.
«Se quedaron toda la noche haciendo guardia», afirmó en redes sociales la hija de la fallecida, Patricia Urrutia. Ella misma fue la que publicó en internet las fotos del funeral para compartir una escena que calificó como «algo hermoso y maravilloso». Los animales se marcharon por la mañana y volvieron al lugar una hora antes de trasladar el ataúd. Una vez que partió el cortejo fúnebre marcharon con él, escoltando a su antigua cuidadora hasta momentos antes de la incineración del cuerpo. Fue entonces cuando desaparecieron para no volver.
Aunque pueda parecer algo extraordinario, el relato de estos animales guarda una clara motivación. «Este tipo de vínculos sólo puede crearse por rutina», afirma Carmen Castro, psicóloga experta en asistencia y terapia con animales de la asociación Hydra. «Si los perros cumplen una rutina, van diariamente a la misma hora al mismo sitio y si no aparece la persona que les atiende se ponen nerviosos», sostiene Castro. Sin embargo, la relación no queda reducida a algo meramente funcional, sino que también crea un sentimiento de afecto y de protección en el animal. Una vez que el cuidador fallece, el animal ve trastocada totalmente su existencia, puesto que las personas les aportan muchas cosas que no pueden aportarles otros de su misma especie. «Algunos perros intentan seguir con la rutina a falta de la persona, pero otros se abandonan, dejan de salir a la calle e incluso pueden dejar de comer. Algunos mueren meses después que la persona que los quiso», añade la psicóloga.
«Los animales no se explican la muerte ni la desaparición, pero reconocen las emociones humanas a través de sentimientos primitivos y de la energía que transmitimos», apunta Castro para explicar el comportamiento de los perros en el funeral de Margarita. Cuando intuyeron que el ataúd llegaba a su destino último, los canes volvieron a las calles, donde tendrán que buscar una nueva forma de contentar sus ganas de comer pero también sus necesidades de cariño y de afecto.
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