CSIC
El peor compañero para los hongos en un bosque
Un nuevo artículo científico publicado por miembros del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas, desvela que cuando un bosque es atacado por determinados hongos, durante un episodio de sequía, se multiplica su mortalidad forestal.
Ecólogos del Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) y de la Universidad Autónoma de Barcelona, expertos en sequía, y ecólogos de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas (Sveriges lantbruksuniversitet), expertos en hongos forestales, han unido sus conocimientos y han visto que cuando determinados hongos atacan un bosque durante un episodio de sequía, se aumenta y acelera la muerte de los árboles colonizados.
El trabajo, publicado en la revista New Phytologist, analiza los efectos de los hongos sobre los sistemas de transporte y almacenamiento de agua y carbono de los árboles, y describe qué tipos de hongos son más o menos peligrosos en un escenario de sequía severa.
Hasta ahora se sabía que las plagas y otros patógenos forestales contribuían al proceso de mortalidad forestal en condiciones de sequía. «Muchos insectos, por ejemplo, atacan árboles debilitados por la sequía acelerando su muerte», comenta Jordi Martínez-Vilalta, investigador del CREAF y profesor de la UAB. Sin embargo, el papel de los hongos patógenos, a pesar de estar presentes en casi todo el planeta, era mucho menos conocido.
Unos hongos los matan de inanición y otros les provocan embolias
Este trabajo de revisión ha identificado dos grupos de hongos especialmente peligrosos para los bosques en condiciones de sequía. Por un lado los hongos necrotrofos, que se alimentan del carbono y nutrientes de las células muertas. Estos hongos dañan el tejido de los árboles que transporta los carbohidratos, a la vez que desencadenan una respuesta defensiva muy importante por parte del árbol.
Esta respuesta se basa en invertir muchos azúcares para producir sustancias defensivas. Todo sumado, los aboca hacia una muerte por inanición. Y por otra parte están los hongos vasculares, unos hongos que colonizan los conductos del sistema hidráulico de los árboles, provocando que se bloquee el paso del agua y favoreciendo la formación de embolias en condiciones de sequía intensa.
En nuestro caso, tenemos ejemplos de ambos tipos de hongos: el chancro del castaño (Cryphonectria parasitica) está causado por un necrotrofos, y la grafiosis de los olmos (Ceratocystis novo-ulmi) está provocada por un hongo vascular.
Otros hongos como los biotróficos, que se alimentan de células vivas de las hojas, no suponen un peligro adicional en caso de sequía severa porque ellos mismos sufren los efectos de la falta de agua y no proliferan.
«Tener en cuenta la interacción entre los hongos patógenos y el proceso de mortalidad de los árboles mejorará nuestra capacidad de predecir qué bosques, y en qué condiciones, se verán afectados por episodios de mortalidad a medida que las condiciones climáticas vayan aconteciendo más secas», señala Jonás Oliva, de la Universidad Sueca de Ciencias Agrícolas.
Sobre el terreno, según comenta Josep Maria Riba, experto en plagas forestales, ya estamos observando el impacto de estas interacciones: «Los continuos episodios de sequía causados por el cambio climático están haciendo más vulnerables los castaños ante el chancro.
Los castaños sufren ataques de chancro cada vez más severos que condenan sus poblaciones. De hecho, si no se adopta una gestión silvícola adecuada a la plaga, el efecto sinérgico del chancro y la sequía podría conllevar la desaparición del castaño de aquellas áreas afectadas».
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