Tailandia

El turismo pone en peligro al elefante salvaje

La demanda de elefantes para el turismo ha provocado un aumento de la caza furtiva de los paquidermos salvajes en Tailandia, lo que hace peligrar su supervivencia, han denunciado varias organizaciones ecologistas.

Grupos como la Fundación de Elefantes Asiáticos de Tailandia o Amigos del Elefante Asiático han pedido a las autoridades que tomen medidas para frenar a los cazadores furtivos antes de que sea demasiado tarde, informó hoy el diario "Bangkok Post".

En Tailandia, hay unos 3.000 elefantes domésticos y otros 3.000 en estado salvaje, cuando se estima que en 1850 había 100.000 en el entonces Reino de Siam, según el Centro de Conservación de Elefantes.

La última víctima de los cazadores furtivos fue un elefante hembra de entre 7 y 10 años que fue abatida, probablemente, con fusiles AK46 y M16 la semana pasada en la provincia de Petchaburi, en el suroeste de Bangkok.

Las autoridades creen que los cazadores iban en busca de su cría, a la que podrían vender por cerca de un millón de bat (33.000 dólares o 26.000 euros) en el sector turístico.

Surapol Duangkhae, de la ONG Amigos de los Elefantes Asiáticos, se mostró pesimista con el futuro de los elefantes salvajes e indicó que las crías son vendidas a zoológicos privados o a parques para turistas.

"A los turistas les encanta ver elefantes y esto aumenta mucho la demanda", apostilló Surapol, quien advirtió de que si el problema sigue siendo ignorado desaparecerán los elefantes de los bosques tailandeses.

Otros elefantes deambulan por las calles de muchas ciudades con sus cuidadores para pedir dinero a los transeúntes a cambio de dejarles que los alimenten, una escena que era común en la propia Bangkok hasta hace tres años.

Nirut Sala-ngam, cuidador de elefantes en un centro en la provincia de Buriram, indicó que su gremio debería recibir más ayudas para evitar que tengan que salir a mendigar dinero de los turistas y viandantes con sus elefantes.

Nirut aseveró que los 8.000 bat (269 dólares o 208 euros) del centro no son suficientes para sufragar sus gastos y pagar a su ayudante.

A raíz de que Tailandia prohibiera casi por completo la tala de árboles, en 1989, los elefantes que trabajaban en el arrastre de madera fueron a parar en su mayoría a manos de avispados que explotan a los paquidermos en espectáculos o para pasear al turista.

A los ejemplares que están en cautiverio se les aserran los colmillos para utilizar su marfil en el mercado tailandés, una excepción a la prohibición del comercio internacional de marfil muy criticada por las organizaciones ecologistas.

La primer ministra tailandesa, Yingluck Shinawatra, se comprometió la semana pasada a acabar con este mercado doméstico de marfil, del que se aprovechan las bandas internacionales para introducir mercancía ilegal de elefantes cazados en África.

Yingluck, que realizó el anuncio durante la reunión de la Convención sobre el Comercio Internacional de Flora y Fauna (CITES) en Bangkok, no habló de fechas ni aclaró cómo llevará a cabo la prohibición.