Ciencias naturales
Hallan microalgas en el lugar más árido del planeta
Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) ha descubierto la presencia de microalgas en el desierto de Atacama, el lugar más árido del planeta, un hallazgo que puede servir para encontrar las biomoléculas que les protegen en condiciones tan extremas.
Los científicos publican los resultados en «Enviromental Microbiology» y aseguran que es la primera vez que se constata la presencia de un microorganismo fotosintético y eucariota en un ambiente de extrema sequedad, en concreto en una zona del desierto llamada Salar Grande, a 680 metros sobre el nivel del mar.
Los expertos han descubierto colonias de microalgas que habitan en el interior de halitas, rocas compuestas de sal común, ha confirmado a Efe Jacek Wierzchos, investigador del MNCN.
¿Y cómo es esto posible en un lugar en el que prácticamente no llueve?
Según ha explicado Wierzchos, son precisamente las propiedades higroscópicas -capacidad de algunas sales de absorber humedad- de las halitas las que facilitan la retención de agua en su interior.
El agua que almacenan estas rocas se evapora rápidamente por la intensidad de los rayos de sol y por la noche, cuando aumenta la humedad relativa, las halitas recuperan el agua que necesitan las microalgas para vivir -a mayor humedad relativa más posibilidad de encontrar vida-.
La investigación se basó en analizar las características ambientales y microbiológicas de dos zonas del desierto que, aparentemente, eran iguales: Salar Grande y Yungay, según una nota del museo.
«Ha sido sorprendente descubrir las diferencias que hay entre los sustratos y microorganismos de dos zonas del desierto que, desde el punto de vista de la falta de precipitaciones atmosféricas, parecen similares», según Wierzchos.
Este químico y la bióloga Carmen Ascaso, también del MNCN, llevan varios años trabajando en esta línea y en 2006 publicaron un trabajo que constataban la presencia por primera vez de microorganismos en el desierto de Atacama, en este caso cianobacterias.
Éstas se encontraron también en halitas pero esta vez en Yungay, a 964 metros sobre el mar.
Las cianobacterias son microorganismos con capacidad fotosintética (son procariotas, es decir, carecen de núcleo) y son más «primitivas» que los organismos eucariotas, entre los que se encuentran las algas, de las que habla el artículo publicado ahora.
El estudio de Enviromental Microbiology, para el que se usaron técnicas de microscopía y biología molecular, sitúa el límite para la vida de las algas en que continuamente se produzca el fenómeno de la delicuescencia, es decir, que se llegue a alcanzar diariamente el 75 % de humedad relativa para que las halitas puedan absorber suficiente vapor y lo transformen en agua líquida.
En Salar Grande hay más agua que en Yungay ya que todos los días se alcanza una humedad relativa de aire cercana al 80 % que hace posible la delicuescencia.
Las halitas absorben agua a diario y presentan una estructura porosa y un tono más claro que facilita que los rayos de sol penetren en la roca para la fotosíntesis de las microalgas.
Para los investigadores del Grupo de Ecología y Geomicrobiología del MNCN, este trabajo es importante porque ahonda en el conocimiento sobre la presencia y resistencia de la vida en ambientes extremos y porque puede servir de base para buscar vida en otros lugares extremos como Marte.
Pero también, porque si estos microorganismos son capaces de soportar situaciones de extrema radiación solar y ultravioleta, máxima salinidad y/o temperaturas -las rocas pasan diariamente de 60 grados a 9 bajo cero- es por «unas biomoléculas extraordinarias que les protegen de esta condiciones tan adversas».
El siguiente paso es buscar estas moléculas y esto, según Ascaso Wierzchos, podría abrir una puerta a futuras aplicaciones biotecnológicas.
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