Ciencias humanas
La lagartija roquera ya no teme a los humanos
Habituarse a los depredadores o escaparse y usar refugios son tácticas que varían entre especies. Científicos de dos centros de investigación de Italia y España han observado que los machos adultos de lagartija roquera que conviven con humanos se acostumbran a ellos y se refugian cada vez menos cuando estos se aproximan. Las lagartijas que tienen tonalidades amarillas son las más ‘kamikazes’.
La presencia humana en hábitats naturales de diferentes especies es cada vez mayor. Por esta razón, los científicos se afanan en estudiar la capacidad de tolerancia de la vida silvestre ante estas perturbaciones. Las lagartijas son un modelo adecuado para investigar este tema porque se encuentran en altas densidades en muchos ambientes y son relativamente fáciles de observar en el campo o manipular en el laboratorio.
Científicos del grupo de Eco-Etología de la Universidad de Pavía (Italia) y el Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) las han utilizado para analizar cómo reaccionan a los ataques de un depredador humano y cuáles son las estrategias que adoptan en función del nivel de riesgo local. Para ello, simularon ataques humanos en dos poblaciones de ambientes completamente diferentes: rural y urbano.
“La especie que utilizamos en nuestro estudio es la lagartija roquera, (Podarcis muralis). El objetivo principal era detectar un posible efecto de la urbanización en su respuesta antidepredatoria, en términos de índices de actividad, tiempo que pasan escondidas dentro de un refugio después del ataque y habituación a los depredadores tras ataques repetidos”, declara a SINC Jose Martín, del Museo Nacional de Ciencias Naturales y coautor del trabajo que publica la revista Animal Behaviour.
Los resultados demuestran que las lagartijas urbanas pasan menos tiempo en su refugio con la simulación de las agresiones depredatorias y se habitúan, ya que disminuyen más rápido los tiempos sucesivos que permanecen ocultas que las lagartijas rurales. Este hecho sugiere una cautela diferente hacia un posible depredador. “El trabajo tiene importantes implicaciones para entender el efecto de los humanos en las poblaciones animales y las respuestas de estos para compensarlo”, añade el científico.
Esto se explica porque, para las presas, la mayoría de los humanos que se encuentran representan “depredadores poco eficaces y peligrosos” que no suelen atacar y de los que se puede escapar con respuestas antidepredatorias de baja intensidad y poco costosas. De este modo, se ahorran responder siempre con estrategias antidepredatorias de alta intensidad que pueden ser muy costosas en términos de pérdida de tiempo y energía.
Las lagartijas rojas se acobardan ante la amenaza
Como este animal presenta policromatismo –las hay con el vientre amarillo, rojo y blanco– y esta característica desempeña un papel clave en la especie, los investigadores también consideraron la coloración individual en el estudio.
“Independientemente de si la población era rural o urbana, las lagartijas amarillas pasaron gradualmente menos tiempo en el refugio que los otros dos morfos. Por el contrario, las lagartijas rojas mostraron progresivamente tiempos más largos hasta salir del refugio después de sucesivas pruebas, lo que sugiere una creciente sensibilización a la amenaza potencial de un ataque depredador”, explica Martín.
Investigaciones previas habían hallado diferencias entre las lagartijas de diferentes colores, por ejemplo, ante el estrés y los perfiles hematológicos, en su respuesta inmune, así como en las estrategias reproductivas de las hembras y las señales químicas de los machos.
“Al utilizar una especie de lagartija como modelo, arrojamos luz sobre dos puntos clave de la ecología evolutiva en lo que respecta tanto a la optimización de la respuesta antidepredatoria como a los factores que permiten el mantenimiento de polimorfismo”, concluye el investigador.
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