Pesca

Las reservas marinas también protegen a los corales

Las reservas marinas en la Gran Barrera de Coral, en el noreste de Australia y considerada como el mayor sistema coralino del mundo, juegan un papel clave en la reducción de la prevalencia de las enfermedades que atacan a los corales, según un estudio divulgado hoy.

Las reservas marinas son importantes para mantener e incrementar las reservas de peces, pero es la primera vez que se las vincula a la salud de los corales en la Gran Barrera de Coral, según un comunicado de la Universidad James Cook de Australia.

Los investigadores de la Universidad James Cook hallaron que los niveles de las enfermedades que atacan a los corales era cuatro veces menores en las reservas en las que se prohíbe la pesca en comparación a las zonas fuera de ellas.

«Analizamos seis enfermedades diferentes que atacan comúnmente a los corales de arrecife en el mundo en más de 80.000 corales alrededor de las islas Whitsundays», explicó el jefe de la investigación, Joleah Lamb.

El estudio determinó que «tres enfermedades coralinas eran más prevalentes fuera de los arrecifes fuera de las reservas marinas en las que no se pesca, particularmente en los arrecifes con altos niveles de corales heridos o cordeles de pesca descartadas», agregó el científico.

Los corales heridos son más vulnerables a las enfermedades porque sus tejidos dañados permiten la invasión de parásitos y patógenos que le impiden recuperarse y que infectan rápidamente al resto del organismo.

«Es como contraer gangrena en el pie sin poder evitar que afecte la pierna y en última instancia, el resto del cuerpo», explicó Lamb al enfatizar que las enfermedades coralinas han provocado la pérdida de hasta el 95 por ciento de los corales en algunos arrecifes del Caribe.

El equipo de la James Cook considera que es necesario entender las actividades que se vinculan con las enfermedades que atacan a los corales para prevenirlas al recordar que la presencia de cordeles de pesca y el daño a los corales potencialmente provocadas por la pesca son indicadores que contribuyen al problema.

«Los cordeles de pesca no solamente causan heridas en los tejidos y daños en el esqueleto sino que proporciona otra superficie adicional para las colonias de patógenos, lo que aumenta su capacidad de infectar heridas provocadas por estos cordeles de pesca que se enredan en los corales», explicó.

La Gran Barrera de Coral, que alberga 400 tipos de coral, 1.500 especies de peces y 4.000 variedades de moluscos, comenzó a deteriorarse en la década de 1990 por el doble impacto del calentamiento del agua del mar y el aumento de su acidez por la mayor presencia de dióxido de carbono en la atmósfera.