India
Mortal inicio de temporada del Everest: cuatro muertos en cuatro días
Tragedia en la montaña
Un fallecido por día: jueves, viernes, sábado y domingo. Dos desaparecidos. Y al menos 30 heridos. Las cifras del inicio de la temporada de ascensión del Everest, que comenzó hace diez días, se asemejan año tras año, y cada vez más, a un parte de guerra. La fiebre surgida en los últimos tiempos por querer ascender los 8.848 metros de la montaña más alta del mundo ha provocado que muchos montañistas se lancen a emprender esta titánica empresa sin la preparación adecuada. Es cierto que las temporadas de los últimos dos años fueron, al menos hasta el día de hoy, aún más funestas, con 19 fallecidos en 2015 y otros 19 el año anterior. Sin embargo, en aquellas ocasiones fueron los aludes posteriores al terremoto de Nepal los que provocaron que decenas de personas se dejaran la vida en la célebre montaña. En esta última semana, las complicaciones cardíacas y respiratorias han estado detrás de las muertes.
Eric Arnold, triatleta holandés de 36 años, murió la noche del viernes por el denominado mal de altura después de haber hecho cumbre y cuando ya acometía el descenso. Precisamente, Arnold había conseguido salvar la vida el año pasado tras los terremotos en el Himalaya. Un día después, la australiana Maria Strydom, de 34 años, que viajaba al Everest con la misma empresa que Arnold, falleció por idéntico motivo. Esta profesora de finanzas, que ya había subido al Kilimanjaro y al Aconcagua, entre otras montañas, perdió la vida en presencia de su marido. El domingo murió el indio Subash Paul, de 44 años, a aproximadamente 6.400 metros de altura, cuando emprendía el descenso y por causas que se desconocen. Por último, CNN detalló que el jueves falleció un sherpa de 25 años que trabajaba en una ruta tras sufrir una caída.
«El hecho de que cada año se junten en el Everest 300 personas, muchas de ellas sin capacitación, va a provocar que la estadística engrose cada año más muertos», explica a este diario Sebastián Álvaro, alpinista, director de «Al filo de lo imposible» y que ha ascendido cinco veces la montaña nepalí. «Todo el sistema montado en torno al Everest es perverso. Los alpinistas han desaparecido del Everest. El Gobierno de Nepal y las agencias tienen una responsabilidad enorme. Se está traficando con los clientes. Los están explotando. Y caen en manos de compañías y sherpas codiciosos y nada eficientes», que «utilizan mercenarios, guías sin preparación adecuada». Así, estas compañías llegan a cobrar cantidades «obscenas» de dinero, que van de los 40.000 a los 130.000 euros. «Subir al Everest será siempre una empresa de alto riesgo. Pero hay gente que se cree que por correr en una cinta en un gimnasio y estar fuerte puede después ascender el K-2 o el Everest», añade Álvaro, que recuerda que hay «más de 200 cadáveres en la parte superior de la montaña».
El alpinista explica que nadie, profesional o amateur, está exento del mal de altura, que son los daños causados en el organismo por falta de oxígeno. «Pero si estás fuerte, preparado y eres experto, sabes diferenciar lo normal de lo anormal, cuándo debes dar media vuelta al sentir un dolor en el pulmón o porque estás fatigado. Si no, tienes más posibilidades de morir», explica. Y es que, a 5.500 metros de altura, se captura la mitad de oxígeno que al nivel del mar. Ya en la cumbre, el oxígeno se reduce a un tercio.
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