Drama
Mutiladas genitalmente sin saberlo en Andalucía
Surgen redes de concienciación para proteger a 1.700 niñas expuestas a la ablación en las comunidad
«Pronto vimos que la madre estaba mutilada, tipo 2», recuerda Encarnación «Nina» Martínez García, matrona, profesora de la Universidad de Granada y doctora en Medicina Preventiva tras su tesis sobre los orígenes de la natalidad del Poniente almeriense. «Pasé al marido y a la hija pequeña de unos 4 años a la sala de puerperio y, aunque el hombre hablaba regular, pude indicarle con signos que su mujer estaba ‘cortada.’ Con una sonrisa felicísima dijo que claro, por supuesto, cogió a la niña por el brazo y añadió: y esta también».
La colaboradora de Medicusmundi relata uno de los ejemplos del drama de la mutilación genital en Andalucía y el riesgo latente entre miles de niñas de origen inmigrante en nuestro país. «Me contó que ya habían dejado así a otra niña con 14 años en Mauritania y que acababa de tener una hija. ¿Qué riesgo tenía esa niña de sufrir lo mismo que su madre o sus hermanas?».
Andalucía es la tercera comunidad autónoma en exposición a alteraciones o lesiones de genitales por motivos no médicos, por detrás de Cataluña y Madrid. Aunque ha sido la última en incorporar proyectos para la prevención, trabaja ya intensamente a través de la concienciación para evitar una lacra aún presente en municipios de alta población inmigrante. La ginecóloga del Hospital Universitario Poniente de El Ejido, María del Mar Alcalá, advierte de que «en Andalucía se estima que el número de menores de entre 0 y 14 años en riesgo por el origen de sus padres es de unas 1.700 niñas». Si bien en «personas adultas es muy difícil dar un dato concreto, porque no hay una prevalencia exacta de cuántas mujeres de países países en riesgo lo han sufrido, en este hospital podemos detectar 2 o 3 nuevos casos cada mes».
Según relata la especialista del hospital almeriense, es habitual que «muchas pacientes se enteren de sus lesiones durante un parto o en una consulta ginecológica. A veces ni siquiera los maridos saben cómo son unos genitales normales, pero con información llegan a entender que esas alteraciones no solo son delito, sino también un problema sanitario». Alcalá, junto a un grupo de médicos y sanitarios andaluces, en coordinación con las unidades de Atención Primaria, quiere prevenir sobre una práctica que puede conllevar la pérdida de la custodia de las víctimas, así como enfrentar graves consecuencias penales. Pero sobre todo un daño irreparable.
Una «vulneración física con consecuencias físicas muy negativas», como señala Cayetano Fernández Sola, director del Departamento de Enfermería, Fisioterapia y Medicina de la Universidad de Almería: «Sufren problemas de micción, fístulas, quistes, disfunciones sexuales, dolor, problemas pélvicos y muchas complicaciones más», además de los problemas psicológicos, «traumas y secuelas que arrastrarán el resto de su vida». La universidad almeriense colabora con Médicos del Mundo en «generar conocimiento básico sobre el fenómeno» porque hay factores de riesgo que «predisponen» a las menores al «atroz rito», como «el origen, el nivel educativo, la riqueza» y otra variable que parece fundamental: que la madre haya pasado por el proceso.
«Europa es destino de mucha inmigración y se calcula que medio millón de mujeres han sobrevivido a esa práctica», precisa Fernández Sola. La continuidad del «corte» tiene que ver con «grupos étnicos, más que religiones concretas, aunque dentro del engaño que se teje se suele asociar con mandatos de deidades».
Con datos que hablan de «18 mil niñas expuestas a esta práctica en España», Begoña Espinosa de los Monteros Álvarez, responsable de proyectos MGF de Médicos del Mundo, revela que «sabemos que el 90% de las mujeres de Egipto van a tener algún tipo de mutilación, aunque en sus partes más leves, y que nunca se ha practicado en Marruecos, Túnez, Jordania, Argelia o Siria». Preocupan los casos tipo 3 en otros países del cuerno de África y que «documentamos desde Sudán, Somalia, Mali o Etiopía, entre otros». Afirma la trabajadora social que ya se han datado más de 2.500 mutilaciones en provincias como Málaga y Almería, a las que le seguiría en incidencia en la comunidad Sevilla, con unos dos mil casos.
La concienciación social y la denuncia siguen siendo las principales herramientas para acabar con «un rito ancestral de paso a la adultez» que vulnera derechos y agrede a mujeres. Desde las consultas de pediatría andaluzas se extiende «un documento de compromiso que firman los padres antes de hacer un viaje a su país, responsabilizándose de entregar a sus hijas a una revisión pediátrica para ver que no se le ha hecho ningún ‘corte’ a su vuelta».
María del Mar Alcalá incide desde el hospital ejidense, en que así «protegen a sus hijas y advierten a su comunidad que cualquier acción tendría consecuencias para ellos al regreso».
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