España
Nadie quiere ser jurado de Bretón
Arranca en Córdoba el juicio por uno de los casos que más han estremecido a la opinión pública en los últimos años. A José Bretón se le acusa de dos delitos de asesinato con agravante de parentesco por los que la Fiscalía pide 40 años de cárcel. Hoy se elegirán los nueve miembros del jurado popular, así como dos reservas, de un total de 36 personas seleccionadas. De ellas, 12 personas argumentaron ya diferentes motivos para no tener que ser miembros del jurado popular durante el trámite de excusas. Un protocolo «previo al juicio, en el que se cita a los candidatos para determinar si se admiten o no las excusas», explica el abogado Fernando Pomo.
¿Se admitirán las excusas? Hoy se despejará la duda cuando acudan al juicio, pero son al menos 20 los que acudirán a la Audiencia de Córdoba, ya que, de lo contrario, se habría procedido a un nuevo sorteo. Lo que sí se sabe es que se descartó, hace ya un mes, a tres personas: una por fallecimiento y dos por tener más de 65 años. Y es que tener esa edad es una de las siete excusas permitidas para no actuar como jurado. Otras son: tener la residencia en el extranjero, los que sufran un grave trastorno por tener cargas familiares, los que ya hayan sido jurado cuatro años antes, los que desempeñen trabajo de interés general, los militares en activo cuando concurran razones de servicio, y los que acrediten suficientemente cualquier otro motivo que les dificulte el desempeño de la función del jurado. Ésta última es la excusa que muchos intentan alegar cuando les toca. En ocasiones, se consigue. Por ejemplo, el diseñador José Luis Medina, de Victorio & Lucchino, logró hace diez años que la Audiencia de Sevilla le excusara de formar parte de un jurado popular por su actividad profesional y los perjuicios que le podría ocasionar.
No hay tradición juradista
«En España no hay tradición juradista», asegura el abogado Joaquín Moeckel, que coincide con el resto de abogados consultados. «La gente –prosigue– no quiere ser jurado y el que quiere serlo resulta muy peligroso, quiere impartir justicia como si fuera un ''justiciero''». «De ahí que los acusados suelan intentar evitar el jurado popular porque saben que están condenados de antemano», añade Moeckel.
En cualquier caso, mañana «cuando empiece el juicio tendrá lugar la selección de los candidatos que podrán aportar documentos médicos, familiares o de trabajo para no estar en el juicio», explica el abogado Marcos García Montes. «Después –continúa–, el fiscal, la abogada de Ruth y el abogado de la defensa, por ese orden, interrogarán al jurado. Entre las previsibles preguntas que se les hará será si han padecido, ellos o sus familiartes, maltrato o lesiones de menores, si están de acuerdo con la pena de muerte y si tienen hijos, entre otras».
Una vez elegidos los nueve miembros del jurado y los dos reservas, éstos tendrán que jurar y nombrar un portavoz, y se los informará de lo que tienen que hacer. «Dormirán en casa durante el juicio y luego cuando llegue el momento de las deliberaciones se los ''encierra'' a los nueve miembros (no los reservas) en la Sala de Deliberaciones de la Audiencia, de donde no saldrán hasta que haya un acuerdo de veredicto. Tendrá que haber como mínimo cinco votos para absolver y siete para condenar. Una vez incomunicados, sólo podrán hablar con el secretario judicial. El portavoz será el que redacte y lea el veredicto. Después quedará disuelto el jurado. Si no hay acuerdo, se iría a otro juicio», concluye Montes.
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