Salud
«Nuestro estilo de vida actual nos estresa, engorda y enferma»
Así lo afirma el doctor Jorge Luis Cubrías, quien apuesta por la integración de terapias convencionales, alternativas y complementarias avaladas por estudios científicos que prueben su eficacia
Así lo afirma el doctor Jorge Luis Cubrías, quien apuesta por la integración de terapias convencionales, alternativas y complementarias avaladas por estudios científicos que prueben su eficacia.
Decía Hipócrates: «Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina». Pero ni siquiera en el siglo XXI somos capaces de hacerle caso. Por eso y por nuestro estilo de vida, nuestros déficits cada vez son mayores. Por fortuna, existen los suplementos para contrarrestarlos.
Eso dice el doctor Cubrías, un prestigioso médico cubano formado en medicina Clínica, doctorado en Ciencias de la Salud, especializado en enfermedades metabólicas y cardiovasculares y cirujano, que lleva años centrado en la medicina integrativa. «¿Qué es eso?», se preguntarán. «Soy un médico clínico que dirige su actividad al conocimiento del origen de las patologías y no únicamente a su curación. Esto me obliga a integrar la bioquímica y la fisiología en mi práctica diaria», dice.
–¿Qué es la medicina integrativa?
–La que integra terapias médicas convencionales, alternativas y complementarias avaladas por estudios científicos que demuestran su seguridad y eficacia. Esta integración nos permite ser más eficaces y menos agresivos. Además, es una medicina personalizada al detalle, puesto que para conseguir un buen diagnóstico y tratamiento estudiamos punto a punto la condición de cada uno. Esto sería disperso y poco funcional si no aplicáramos y respetásemos la fisiología y la bioquímica que muestran las interacciones muchas veces causales de la condición de salud o enfermedad.
–Para que esta medicina sea efectiva, ¿requiere muchas pruebas diagnósticas?
–Se requieren exámenes de sangre, orina, saliva o cabello que permiten hacer un análisis objetivo y reproducible de la salud del paciente. En ellos no solo vemos el déficit funcional de minerales, vitaminas, hormonas, aminoácidos e, incluso, neurotransmisores y neuroesteroides, sino que observamos cuán bien están funcionando la células y su conexión con otras estructuras orgánicas. Esto permite saber si requerimos suplementar alguno.
–Ese déficit funcional de los citados elementos, ¿se compensa con suplementos nutricionales o nutracéuticos?
–Nuestro estilo de vida actual es proinflamatorio, estresor, obesogénico y desordenado y vulnera nuestros ritmos circadianos. Eso lleva a no respetar los relojes internos, nos estresa, nos engorda y enferma. Eso nos provoca ese déficit. Si no se repone y sustenta el consumo de lo que nos falta nos volvemos más vulnerables a padecer alteraciones funcionales celulares en forma de síntomas que si no se corrigen provocarán enfermedades. Los nutracéuticos bien elegidos juegan un rol fundamental en el mantenimiento del organismo, pero una vez manifestada la enfermedad obtenemos resultados asombrosos, muy efectivos, usando en sinergia nutracéuticos y fármacos. Estos últimos en dosis más bajas de las habituales para que tengan menos efectos secundarios. Si el paciente ayuda realizando cambios en el estilo de vida, se puede llegar a prescindir de ambos.
–Cuando el cuerpo envejece y va degradándose ¿se inflama?
–La inflamación es un proceso fisiológico, sin ella moriríamos ante cualquier leve infección o tendríamos cáncer aún más temprano y frecuente. Hablo de la inflamación aguda, esa que es necesaria activar cuando nos resfriamos, pillamos una neumonía o cuando sufrimos un golpe y tenemos un hematoma. El elemento inflamatorio hará que el tejido dañado se recupere. El problema está en los factores que hacen que la inflamación se convierta en un proceso crónico de bajo grado. No duele, pero allí esta, oxidando grotescamente los tejidos, la membrana (cerebro de las células) y el núcleo celular.
–Con las pruebas diagnósticas antes mencionadas, ¿podemos descubrir si tenemos más o menos predisposición a desarrollar un cáncer?
–No hay duda. Por ejemplo, la determinación de 2-16 OH estrona en orina es un análisis que nos permite entender por qué vía estamos metabolizando los estrógenos. Sabemos que este metabolismo es crucial para que finalmente estos jueguen una mala pasada en la génesis de un cáncer o no. Si encontramos alteraciones podemos corregirlas evitando el desarrollo de un cuadro neoplásico por esta vía, que anexa las hormonas con el cáncer. Si los estrógenos en esencia fueran los causales, todas las chicas de 13 años tendrían cáncer y en este grupo etario es extraño encontrar estas patologías. El inadecuado metabolismo de estas hormonas es el que puede convertir una célula normal en neoplásica, entre otras causas. Debemos saber que este metabolismo estrogénico puede estar influido por la genética, así como por el estilo de vida, entre otras variables. Con los datos podemos evitar la expresión de la genética.
–Sin esas pruebas y desconociendo la predisposición, ¿un tratamiento hormonal sustitutivo puede ser peligroso?
–El uso indiscriminado de hormonas en mujeres con climaterio en los últimos 20 años ha incrementado la tasa de cáncer. Si lo analizamos en profundidad, vemos que estas hormonas eran y siguen siendo de síntesis en laboratorio. Su fuente más natural es la orina de las yeguas preñadas, rica en una molécula llamada equilin que hasta la fecha se sabe que afecta al propio metabolismo estrogénico en los humanos y que requiere que estas pasen por el hígado para activarse una vez que son ingeridas. Eso fomenta que se puedan tornar peligrosas.
–¿Y qué alternativa hay?
–Las hormonas bioidénticas gestadas en EE UU han demostrado en los últimos 17 años ser bastante seguras. La objetividad del médico tratante y el conocimiento de las variables bioquímicas las harán mucho más seguras de lo que ya son. Su origen es laboratorial, pero las fuentes son biológicas, como el «ñame mejicano», por ejemplo, cuya administración no requiere el paso por el hígado. Esto aumenta el margen de seguridad. No obstante, si usted tiene cáncer, las hormonas acelerarán su crecimiento. De ellas, solo el estradiol puede convertir una célula normal en cancerígena. Mejor dicho, el metabolismo incorrecto de la citada hormona puede desencadenar esta enfermedad.
–Los beneficios del tratamiento hormonal, cuando se puede utilizar, ¿son incuestionables?
–Un tratamiento hormonal adecuado es imprescindible para envejecer más lentamente y con mejor calidad de vida. Solo hay que ver cómo aumenta la tasa de enfermedades cardiovasculares, neurológicas, del sistema nervioso central y del osteoarticular en los mayores. El uso correcto de hormonas para alcanzar niveles que recuerden a una edad hormonal entre 40 y 45 años y el estudio de sus vías de metabolización aporta seguridad y respuestas en salud únicas. La calidad de vida y la optimización de competitividad son elementos antiinflamatorios y mantienen activo el circuito de recompensa a nivel cerebral, el cual se deteriora en la medida que envejece nuestro cerebro.
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