Vuelta al trabajo
Pocas personas lo conocen: la práctica para volver al trabajo sin estrés después de las vacaciones
El regreso de las vacaciones puede sentirse como una cuesta arriba imposible. Sin embargo, un pequeño ritual, casi secreto para muchos, puede marcar la diferencia para reducir el síndrome postvacacional
Se acabó agosto. Comienza septiembre y como cada año, miles de trabajadores atraviesan la misma sensación: el contraste entre los días de descanso y la rutina de oficina genera nerviosismo, falta de energía e incluso cierta apatía. A este fenómeno, conocido popularmente como “síndrome postvacacional”, la psicología lo describe como una respuesta natural de adaptación, que no implica una enfermedad pero sí puede lastrar la motivación.
En este escenario, psicólogos y especialistas en hábitos saludables coinciden en una idea sorprendentemente sencilla: introducir un breve ritual de transición antes de empezar la jornada laboral. Un recurso pequeño, pero altamente eficaz para quienes buscan recuperar el ritmo sin perder el ánimo.
Cómo afrontar la vuelta de vacaciones: un ritual sencillo que prepara la mente
La práctica consiste en dedicar de cinco a diez minutos a una actividad placentera justo antes de sumergirse en correos, reuniones o informes. Puede ser algo tan simple como tomar un café en silencio, leer unas páginas de un libro, dar un paseo corto o escuchar una canción inspiradora.
El secreto no está en qué se hace, sino en el hecho de marcar un puente mental entre el descanso y la productividad. De esa manera, el cerebro recibe un mensaje claro: la jornada empieza, pero no de manera abrupta.
Lo que dice la ciencia: menos estrés, más control
Investigaciones recientes confirman que los rituales de transición ayudan a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y aumentan la percepción de control sobre el tiempo. Este pequeño paréntesis hace que el trabajo no se viva como una obligación que irrumpe de golpe, sino como una actividad que se inicia de manera progresiva.
Las personas que lo practican aseguran sentirse más centradas, más serenas y con mayor energía emocional durante las primeras horas del día.
El beneficio de este recurso no está en hacerlo de forma esporádica, sino en integrarlo como parte de la rutina. Da igual si es lunes o viernes, teletrabajo u oficina: lo que importa es la repetición. Con el tiempo, esa práctica se convierte en un ancla mental que facilita arrancar cada jornada con menos resistencia.
Lo recomendable es escoger un gesto que resulte sostenible. Para algunos puede ser escribir un diario, para otros preparar el desayuno sin prisas o hacer una breve serie de estiramientos. Lo importante es que se perciba como algo propio y disfrutable.
Una nueva relación con el trabajo
El efecto de esta práctica va más allá de los primeros minutos de la mañana. Al asociar el inicio de la jornada con un momento positivo, la percepción del trabajo cambia: deja de ser un corte abrupto con el ocio y se convierte en una dinámica que comienza de forma más natural.
Ese cambio de enfoque repercute en la motivación, la productividad y, sobre todo, en el bienestar emocional. Porque volver de las vacaciones no debería vivirse como un golpe contra la realidad, sino como un proceso que puede gestionarse con inteligencia y equilibrio.