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Polio 2.0: un nuevo virus amenaza con revivirla

Provoca síntomas similares: problemas respiratorios y, en algunos casos, parálisis flácida aguda. Desde que se detectó el brote en EE UU hace cuatro años, los afectados no paran de aumentar. En España se sabe de al menos tres

Los pulmones de acero eran las máquinas que daban respiración mecánica a los niños de la polio cuando estos perdían el control de sus músculos
Los pulmones de acero eran las máquinas que daban respiración mecánica a los niños de la polio cuando estos perdían el control de sus músculoslarazon

Provoca síntomas similares: problemas respiratorios y, en algunos casos, parálisis flácida aguda. Desde que se detectó el brote en EE UU hace cuatro años, los afectados no paran de aumentar. En España se sabe de al menos tres.

A un paso de erradicarse la polio en el mundo, una nueva enfermedad neurológica de características similares ha puesto en alerta a la comunidad médica. Hasta ahora lo que se sabe es que está vinculada al enterovirus D-68 y que también puede llegar a causar parálisis flácida aguda. Pero todavía se desconoce su origen, así como la afectación que podría llegar a tener en los próximos años.

El brote se detectó en 2014 en California al analizar la historia clínica de cinco niños que presentaban la misma sintomatología: parálisis en uno o los dos brazos o una o las dos piernas y de forma repentina. En todos los casos, la gravedad alcanzó su punto máximo a los dos días de haberse iniciado la infección. Tres de ellos tuvieron patología respiratoria antes de que los síntomas dieran la cara y, además, todos estaban vacunados contra la poliomelitis. Los médicos trataron a estos niños pero no mejoraron. De hecho, a los seis meses la movilidad de sus miembros continuaba siendo escasa. En dos de ellos, los análisis dieron positivo para E-68, un enterovirus poco común asociado a síntomas similares a los de la polio. En los otros tres, ni se identificó la causa.

Desde entonces, el número de afectados por esta extraña patología no ha parado de crecer en EE UU. De hecho, ayer, los Centros de Control de Enfermedades actualizaron sus bases de datos e informaron que desde 2014 se han confirmado 386 casos. En Europa también se han detectado varios, concretamente en Francia y Alemania. En España, se diagnosticaron tres casos en 2016, uno de ellos en el Vall d’Hebron de Barcelona. El jefe de pediatría de este hospital, Carlos Rodrigo, atendió a este menor y aunque aclara que a su paciente sí le afectó la parálisis, llama a la calma: «La mayoría de los que contraen el virus tan solo presentan un cuadro respiratorio, infecciones tipo bronquitis, pero nada más». Lo que ocurre, prosigue Rodrigo, «es que algunos pacientes sin que se sepa por qué, van más allá».

El pediatra explica que esta parálisis o mielitis se produce por una inflamación en alguna parte de la médula, «que actúa como un centro de traspaso de información del cerebro al resto del cuerpo». Esta hinchazón «afecta a la sustancia gris y destruye las células encargadas de transmitir la corriente». La parálisis por afectación de la médula es distinta a la que tiene su origen en el cerebro –como pasa con el ictus, por ejemplo-: «En estos casos las extremidades se vuelven hipertónicas, mientras que con la polio o el D-68 el tono muscular es flácido».

La causa del por qué solo unos pocos de los que contraen esta enfermedad desarrollan mielitis es desconocida –en EE UU, de los 386 casos, al menos 62 la padecieron–. Pero Rodrigo considera que esto «no debería sorprendernos»: «Cuando la polio se convirtió en epidemia pasó lo mismo. Sólo 1 de cada 100 presentaba sintomatología y solo 1 de entre 100 y 1.000 acababa teniendo parálisis sin que se supiese el motivo». «Quizá ciertos factores genéticos predispongan al niño a desarrollar el cuadro más grave, pero hay que tener en cuenta que esto ocurre también con el cáncer y con otro sinfín de enfermedades».

Esta nueva patología afecta sobre todo a pacientes pediátricos y aunque no se sabe bien la causa «una de las teorías es que los adultos ya han estado en contacto con los enterovirus que la causan y han creado anticuerpos», aclara Rodrigo. Pero, como ocurrió con la polio, «se puede correr el riesgo de que si se contrae en la edad adulta, sea más grave». No obstante, «todavía no se han producido los suficientes casos como para poder estudiarlo». Esa misma razón explica que todavía la comunidad científica no haya logrado una vacuna para erradicarla. Aunque si las predicciones se cumplen tendrán que ponerse manos a la obra: según las estimaciones del Centro de Control de Enfermedades de EE UU, en menos de una década podría haber más de un millón de afectados solo en este país.

La buena noticia, indica el jefe de pediatría del Vall d'Hebron, es que «se sabe mucho más de ella que de otras patologías mucho más extendidas». ¿El motivo? «Que se trata de un virus de la misma familia de la polio y como en Europa existe un programa para su erradicación que obliga a estudiar y analizar a todos los niños menores de 15 años que tienen parálisis flácida aguda, para ver si tienen poliomelitis o qué virus, estamos muy preparados para su existencia y sabemos dónde buscar». Una tarea en principio nada fácil porque, como indica Rodrigo, a diferencia de lo que se pueda pensar «aunque el problema es neurológico, en sus formas más graves solo se encuentra su rastro en muestras respiratorias y en las heces». Este especialista insiste en rebajar la alarma: «En muy pocos casos esta enfermedad neurológica acaba en parálisis y además en España, por nuestra trayectoria, estamos muy preparados».

Rodrigo, como jefe de Pediatría del Vall d'Hebron, está en contacto con el resto de hospitales de referencia para reportar los casos que vayan apareciendo e investigar su evolución. Pero, afortunadamente, a diferencia de lo que ocurrió con la polio, en el caso de que en algún momento llegue a convertirse en epidemia se tienen los instrumentos científicos necesarios para contenerla. Por cierto, la poliomelitis ya solo es endémica en tres países: Nigeria, Paquistán y Afganistán. En el resto del mundo, se ha conseguido detener su transmisión.