Nueva York

¿Por qué corremos?

¿Por qué corremos?
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Preparados, listos... ¡ya! España echa a correr. Y no nos referimos a los diputados a la salida del Congreso en la víspera del puente. El «running» –o como se conoce ahora al «salir a correr» de toda la vida– está de moda. Hoy se celebra el maratón de Nueva York, en el que sus más de 42 kilómetros y sus 425 euros de cuota de inscripción no serán un impedimento para que muchos españoles se lancen a cruzar la gran manzana. Pero no hay que irse tan lejos para comprobar cómo la fiebre por «trotar» se ha disparado en nuestro país. La tradicional y navideña San Silvestre Vallecana ha aumentado su participación en un 128% en menos de diez años –de 17.500 participantes en 2005 a 40.000 previstos este año–. En Barcelona, la «Cursa de El Corte Inglés» ha visto como el número de inscritos ha crecido un 80% en sólo cinco años –pasando de 40.000 corredores en 2007 a los 72.000 que participaron el pasado abril–. Las carreras populares se han multiplicado hasta el punto de que cada fin de semana coinciden varias en una sola localidad. Pero si alguien alberga todavía dudas, basta con echar un ojo a cualquier parque o polideportivo. O incluso en las aceras más céntricas.

¿Por qué corremos? No son pocos los que señalan que estamos ante el deporte «anticrisis» por excelencia. Podemos estar sanos y lucir una silueta decente sin pagar peaje en el gimnasio. «Es un deporte económico. Bastan unas zapatillas y listo. Ni siquiera necesitas monitor», dice Ángel David Rodríguez. O «El pájaro», tal como se conoce a este atleta madrileño, plusmarquista nacional de 100 metros lisos. Dicho de otra forma: no es necesario «disfrazarse» con las últimas novedades del mercado. Aunque las grandes marcas son conscientes del «gancho». Es más, como reconoce Rodríguez, son las propias multinacionales las que han creado la moda. Las zapatillas especialmente diseñadas para correr copan los mejores puestos en los escaparates. «Hace unos años eran las botas de baloncesto», recuerda. Y pocos utilizaban por estos lares el término «running» hasta que no ha salido destacado en las vallas publicitarias. En definitiva, por poco menos de 200 euros es posible agenciarse unas zapatillas, un pantalón y una camiseta de tejido sintético, y sacarles rendimiento y rentabilidad.

Pero parece evidente que ahorrar unos euros no es el fin, sino el medio. La finalidad es estar sano. Y existe evidencia científica que así lo demuestra. Especialmente ambicioso fue el estudio desarrollado por el Hospital Universitario de Bispebjerg, en Copenhague (Dinamarca). El centro estuvo siguiendo a 2.000 personas ni más ni menos que durante 40 años. ¿El resultado? Los hombres que solían correr entre una hora o 2,5 horas a la semana vivieron 6,2 años más que los no corredores, mientras que en el caso de las mujeres alcanzaban 5,6. Incluso puede hacernos más inteligentes: científicos de la Universidad de Illinois (EE UU) concluyeron en 2012 que un aumento del 5% en la resistencia cardiorespiratoria que realizamos al correr puede suponer a su vez un incremento en nuestra creatividad y capacidad para la toma de decisiones.

Bueno para el corazón

«Correr, andar, montar en bicicleta... Es un trabajo estupendo de resistencia orgánica y que provoca que funcione mejor nuestro corazón. Al hacer ejercicio, logramos que el torrente sanguíneo se dirija a zonas como los cartílagos, donde le cuesta mucho más llegar», afirma Bernardino Lombao, entrenador deportivo encargado de la preparación física de José María Aznar mientras fue presidente del Gobierno. Y es que un corazón activo reduce el riesgo de padecer problemas cardíacos.

Correr es bueno para el cuerpo... y para la mente. Como explica el doctor José González, ex jefe de los servicios médicos del Atlético de Madrid, deportes como la carrera continua constituyen «una válvula de escape del estrés y el trabajo». Pero hay más. Suele hablarse de las dosis de endorfinas que generamos en nuestro cerebro tras finalizar una actividad física y que nos producen una sensación de bienestar. Y es cierto. Pero no son los únicos neurotransmisores que entran en juego: nuestras neuronas segregan también serotonina y dopamina, sustancias químicas que son traspasadas a su vez a otras neuronas. ¿Las consecuencias? Una zona concreta de nuestro cerebro –el núcleo accumbens– recibe una sensación de bienestar y recompensa. «La dopamina es utilizada en los tratamientos para pacientes de párkinson, mientras que la serotonina se usa en fármacos antidepresivos», apunta el doctor Carlos Tejero, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN).

Fiebre «descontrolada»

Ahora bien: mucho cuidado. «Puede ser peligroso. Hay una fiebre descontrolada por la carrera continuada que está dando lugar a una gran cantidad de lesiones en el aparato locomotor», asegura el doctor González. No en vano, a partir de los 40 años es necesario ser precavido. Más aún si se han estado dos décadas sin hacer deporte. «No todos pueden hacerlo. Sufren lesiones en las rodillas, los tobillos, la columna lumbar. En general padecen desequilibrios en el sistema osteomuscular. Cuando la gente se aficiona a correr la maratón o la media maratón y no vive del deporte supone un problema», añade. Parte de la culpa, asegura, la tienen «los preparadores y ex deportistas que, sin conocimiento ni preparación adecuadas, animan a correr a los principiantes». Además, «el 99% no calienta ni antes ni después de correr». Por eso, «cada organismo tiene que adaptarse a su condición».

Los cardiólogos no creen que exista un especial riesgo para el corazón. «El corredor que nota que se fatiga para porque no puede seguir», dice González. Sin embargo, algunos expertos creen que es necesario potenciar más el uso de desfibriladores en las competiciones, aunque sean carreras populares.

Por otro lado, el «running» no supone una panacea contra todos los males. «Correr debe ser entre el 10% y el 15% del ejercicio total. Hay que complementarlo con trabajo de fuerza y estiramientos, para que los ligamentos continúen siendo elásticos», opina Lombao.

¿Qué hacer entonces? Como dice Ángel David Rodríguez, lo ideal es «empezar con un circuito pequeño, que no supere el kilómetro». Es decir, el primer día dedicarnos a sudar y a sufrir algunas agujetas. Ya a medida que nos vayamos «creciendo», pasado un mes, podemos dedicar media hora a una carrera continua. «Con un par de días a la semana es suficiente», añade. Y, sobre todo, ser conscientes de que lo más cerca que estaremos de Usain Bolt será delante de un televisor.