
Inteligencia emocional
La pregunta de cuatro palabras que usan quienes tienen alta inteligencia emocional para resolver sus dudas
Una sencilla reflexión puede ayudarte a pensar con más claridad, tomar mejores decisiones y dar sentido tanto a tu vida personal como profesional

En la vida cotidiana todos nos enfrentamos a momentos de presión, dudas y decisiones rápidas. A veces son dilemas laborales, otras veces conflictos personales o la dificultad de equilibrar ambas esferas. En medio de estas exigencias, es fácil perder el rumbo y reaccionar de forma automática.
Aquí es donde entra en juego una pregunta tan simple como poderosa: "¿Por qué estoy aquí?".
Un ancla emocional y mental

El psiquiatra Viktor Frankl, célebre por su obra "El hombre en busca de sentido", defendía que la búsqueda de propósito es la necesidad más profunda del ser humano. Plantearse preguntas como esta, según él, ayuda a afrontar la adversidad con resiliencia y a vivir con mayor coherencia.
Desde otro ángulo, el psicólogo Daniel Goleman, pionero en el concepto de inteligencia emocional, ha explicado que conectar las decisiones cotidianas con valores y propósito es clave para regular las emociones y evitar reacciones impulsivas. Pausar y preguntarse "¿por qué estoy aquí?" funciona como un mecanismo de autocontrol y claridad mental.
El poder de la claridad
Cuando defines tu misión (qué quieres aportar), tu visión (hacia dónde te diriges) y tus valores (lo que guía tus pasos), obtienes una brújula interna que orienta cada elección. Esa claridad ayuda a reducir la ansiedad, filtrar lo que realmente importa y mantenerte fiel a tus principios incluso en momentos de presión.
De esta pregunta inicial se desprenden otras igual de reveladoras:
- ¿Qué es verdaderamente importante para mí?
- ¿Qué quiero lograr en este momento de mi vida?
- ¿Quién quiero llegar a ser?
- ¿Mis decisiones reflejan lo que digo que valoro?
De la reflexión a la acción
Responder por escrito a estas preguntas permite ordenar pensamientos y mantener una referencia constante para actuar con coherencia. Según Goleman, este hábito fortalece la autoconciencia y la autorregulación, dos pilares de la inteligencia emocional. Para Frankl, además, el ejercicio de conectar con el "para qué" otorga sentido incluso en circunstancias difíciles.
Una práctica para el día a día
Al final, lo más valioso de este ejercicio no es la respuesta inmediata, sino el hábito de parar, respirar y conectar con el propósito. Esa pausa puede marcar la diferencia entre una reacción de la que arrepentirse o una decisión de la que sentirse orgulloso después.
Todo comienza con esa breve, pero fundamental, pregunta: «¿Por qué estoy aquí?».
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