Sociedad
Preparar los exámenes con pastillas para el TDAH
Daniel, un joven con este trastorno, cuenta a LA RAZÓN cómo vende su medicación a estudiantes que buscan un mejor rendimiento en los estudios
Daniel, un joven con este trastorno, cuenta a LA RAZÓN cómo vende su medicación a estudiantes que buscan un mejor rendimiento en los estudios
Daniel empezó a tomar Concerta «cuando el psicólogo del colegio habló con mis padres y les dijo que tenía trastorno de déficit de atención. Tenía unos 15 o 16 años». Poco tiempo después «me enteré de que la gente hacía negocio con estas pastillas cuando una amiga, al saber que tenía TDAH, me preguntó si me habían recetado las pastillas. Le respondí que sí y fue cuando ella me hizo la oferta. Decía que quería comprarme pastillas porque a su novio le hacían muy feliz». Esta afirmación le sorprendió porque muchos estudiantes toman Concerta y Rubifen como sistema de «dopaje» para los exámenes, «pero hasta entonces no conocía a nadie que las consumiese simplemente para estimularse. Accedí y le vendí las pastillas por unos 10 euros, ya que yo no me las tomaba porque no estaba muy contento con ellas. Ésta fue la primera vez que hice negocio con estas pastillas».
María, una universitaria de 23 años, las toma para estudiar. «Me las recomendó una amiga que me dijo que en su universidad se las tomaban muchos compañeros en época de exámenes. Al principio, tenía un poco de miedo, pero como estaba tan agobiada con los exámenes finales las probé». Para esta estudiante, «tomarse dos o tres pastillas en época de exámenes viene bastante bien. Lo malo es que te ponen un poco nervioso y cuando te quieres dormir te cuesta muchísimo más trabajo». María explica que «cuando estudias con las pastillas sientes como que te comes el libro. Todo el rato tienes ganas de estudiar. Se te quita un poco el hambre. No es que seas más listo cuanto te las tomas, sino que te concentras más». Dicho de otro modo, «no me han hecho más lista, pero cuesta mucho menos estudios. La pastilla te ayuda a estudiar más en menos tiempo, por lo que con ellas mejoras tus resultados académicos porque aumenta tu capacidad de concentración. Por ejemplo, sin ellas puedes estudiar tres horas seguidas y con las pastillas ocho».
Pero eso es únicamente lo que los jóvenes piensan de ahí que tanto al Concerta como al Rubifen se le llame el «doping estudiantil» La realidad es bien diferente. Su «fórmula mágica» es metilfenidato, un psicoestimulante aprobado para el tratamiento de trastorno por déficit de atención con hiperactividad, síndrome de taquicardia y narcolepsia. «No son anfetaminas, pero tienen un efecto semejante por eso se receta para personas con TDAH que dicho de un modo llano les viene bien cuando están alteradas, ya que se pueden concentrar», explica Francisco Pascual, presidente de Socidrogalcohol. Tomar estos fármacos para estudiar puede hacer que algún estudiante se quede en blanco en un examen. «Con estas pastillas da la sensación que se te queda todo pero luego vienen las lagunas. Y es que su toma hace que los estudiantes tengan la falsa percepción de que están concentrados, pero realmente están fijando información en la memoria», añade. Y es que como reconoce Daniel «en el consumo sin receta de estas pastillas influye mucho la sugestión de la gente. Se creen que por tomar la pastilla les va a cambiar su vida o la manera de estudiar. No creo que sea para tanto».
Los efectos secundarios de su ingesta son «taquicardias, aceleración física y mental, pueden presentar cuadro de ansiedad, mayor sudoración», incide Pascual. De ahí que María reconociese que a veces se pone nerviosa cuando las toma. El presidente de Socidrogalchol explica que una persona normal que en exámenes se ve apurado y las toma 10 días no tendrá seguramente más problemas, salvo alguna que otra laguna en el examen. «El problema es su uso continuado. No es más ni menos, dice Pascual sin alarmar. Pero hay que tener en cuenta que la mayoría de los estudiantes las toman sin saber las contraindicaciones y pueden ser personas propensas a sufrir cuadros psicóticos o sufrir algún tipo de cardiopatía, y estos fármacos producen taquicardias, subida de la presión arterial...».
Sin embargo, el mercado no cesa, quizá dado su precio. «Hay veces que me las ha dado gente con TDAH gratis y otras que he pagado por ellas. Hay personas que sacan bastante dinero con esto. El precio depende de la pastilla, yo he pasado por una pastilla de Concerta entre dos y cinco euros. El Rubifen suelen venderlo más barato porque la dosis es menor que la del Concerta». No es así exactamente. «Ambos medicamentos se recetan a menores, aunque se pueden seguir prescribiendo en adultos si te lo recomendaron en edad temprana. Mientras el Rubifen tienen una acción inmediata, el Concerta es de acción retardante», precisa el presidente de Socidrogalcohol. El problema es que los consumidores sin receta se sugestionan y puede haber un momento que no sean capaces de estudiar sin ellas o tengan que aumentar la dosis. De ahí que saliera en el mercado Concerta, que es de acción retardante, para evitar el abuso por tolerancia en personas con TDAH», dice.
«Me he tomado las pastillas durante tres años en época de exámenes. Unas cinco cada vez. Cuando vuelvo a estudiar sin ellas, depende del tipo de examen y el tiempo que lleve sin estudiar, las echo o no en falta. Si llevo sólo una semana sin estudiar no me cuesta mucho. Pero si tengo que ponerme a estudiar después de varios meses , la verdad es que me ayudan bastante», precisa la universitaria.
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