Ciencia y Tecnología
¿Protegidos?
l Aparte de la nueva legislación, ¿qué más herramientas pueden utilizarse para paliar el problema de la «sextorsión»?
–La solución pasa por la concienciación y la educación. En el entorno de la familia, y su propia interacción básica, cuenta con muchas posibilidades para educar al menor. En la escuela también. De hecho, las organizaciones policiales e institucionales acuden a dar charlas para concienciar del problema. Pero no somos capaces de llegar a la totalidad de centros. Personalmente, he propuesto la creación de un currículo con asignaturas que se centren en el uso de internet y de las redes sociales. La inclusión de materias específicas es una lucha en la que estamos inmersos. Pero los ministerios de Educación no suelen dar su brazo o torcer. Ocurre con el actual del PP y también con el del Gobierno de Zapatero. No sólo es cuestión de implantar pizarras digitales, sino de educar en esas tecnologías. Una cuestión importante es que no entendemos que la realidad «on-line» y «off-line» es un continuo. Y si lo «on-line» lo asociamos a lo irreal, puede hacerse lo que nos venga en gana. Hay que dotar de responsabilidad al niño y al adolescente.
l ¿Por qué son los jóvenes especialmente sensibles a «caer» en esta red?
–Son los usuarios más avezados. Y hay una brecha digital en la que el adulto no sabe acompañarles. Pero también se generan clichés, como el de que los niños tienen grandes adicciones a la tecnología. O confundir el «ciberdelito» con el uso de internet. Se da a entender que la red está repleta de delincuentes, cuando se producen miles de millones de interacciones diarias. La cuestión es no criminalizar, aunque entiendo que los lectores tienen una necesidad de recibir noticias extrañas e interesantes. La infancia tiene una gran heterogeneidad. Y el uso de internet es saludable de por sí. Un ejemplo: actualmente existe la figura del emprendedor adolescente, que desarrolla aplicaciones para móviles, y que genera negocio.
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