Religión

«La IA puede crear un Van Gogh, pero no es real, porque no tiene alma»

La monja y pintora Isabel Guerra expone en la capital diez años después de su última muestra: «Si no evolucionas, te quedas en lo muerto»

«La IA puede crear un Van Gogh, pero no es real, porque no tiene alma»
«La IA puede crear un Van Gogh, pero no es real, porque no tiene alma»LR

Alos 78 años, Isabel Guerra se atreve hasta con dejar caer algunas palabras en ruso. No hay quien frene a esta monja cisterciense, a la que acompaña un pincel desde que a los doce años le regalaran unos óleos. Una caja de puros de su padre fue el primer lienzo de una vocación por expresar lo trascendente desde la belleza que, a los 78 años, no tiene pinta de acartonarse.Porque ha sido capaz de reinventarse bajo su hábito y el chaleco de trabajo con el que se presenta en Madrid, diez años después de su anterior exposición. «El fluir del tiempo», una muestra organizada por Fundación Ibercaja con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, podrá visitarse en el Espacio Cultural Serrería Belga, con entrada libre, hasta el 19 de octubre. La artista marida el clasicismo con la modernidad, la sabiduría de la tradición y la osadía de las técnicas más vanguardistas.

Desde hace 55 años vive en el monasterio cisterciense de Santa Lucía, en el barrio zaragozano de Casablanca. A estas alturas sus hermanas valoran su vena artística, pero no sé si, cuando entró, era el bicho raro…

Siempre he llevado una vida muy normal en el monasterio. Es verdad que, de vez en cuando, hay algunos elementos aparatosos como las exposiciones, pero se encajan como otras tantas cosas que nos pueden pasar. En la comunidad cada una vivimos de nuestro trabajo y nuestra vida es igual de sencilla y normal. Eso es el Císter, vivir en familia, porque nosotros no cambiamos de lugar y, sin embargo, sí tenemos un espíritu democrático grande en la toma de decisiones gracias a la tradición benedictina. El mundo interno de un monasterio no es tan raro ni tan encorsetado como la gente pueda pensar.

¿Y en las galerías de arte? ¿Se ha sentido «rara avis»?

No sé si es que soy privilegiada o que el Señor me protege especialmente, pero no he tenido ningún problema ni como mujer ni como monja. Cuando empecé a exponer con hábito no sentí que me miraran de otra manera, porque tampoco hubo un cambio especial en lo que hago, más allá de la evolución propia de una artista. Lo de llamarme «monja pintora» es más reciente. No sé a quién se le ocurrió esa infeliz etiqueta. En el monasterio nadie me llama la monja pintora, como no llamo a otra hermana la monja encuadernadora.

No le gusta lo de «monja pintora». Defínase.

Me llamo Isabel, y con «Guerra» justo después.

¿Es muy guerrera?

Depende de en qué preguntes.

En el ámbito de la creación.

Sí, porque he ido siempre contracorriente. Contracorriente es lo más dinámico que se puede hacer en la vida, donde se necesita más fortaleza, donde se necesita uno anclarse en la verdad, en tu verdad y en la Verdad con mayúscula, porque lo normal y lo fácil es dejarse llevar. ¿Dónde va Vicente? ¿Dónde va la gente? Pero ese Vicente será uno más. Hoy hay que ser valiente para ser tú mismo.

«El fluir del tiempo» refleja su evolución en fondo y forma. ¿Qué es evolucionar?

Todos evolucionamos. No somos iguales cuando nacemos que cuando morimos. Pasamos por cambios físicos, de pensamiento, sentimiento, evolucionamos. El que no evoluciona, no crece y se queda anclado en lo anodino, en lo muerto. Puedes tener una decadencia o puedes no tenerla si sigues aferrándote a luchar contracorriente. Ahí es donde entra en juego esa ancla maravillosa que es la esperanza y en la que estamos muy inmersos dentro de la Iglesia en este año jubilar. La esperanza es tan poderosa que te ayuda a elevarte sobre todas esas realidades del mero estar bien. Tenemos que expresar lo que en cada momento sentimos, que es lo que nos da autenticidad e ilusión, no lo prefabricado, porque eso, de alguna manera, es atar al corazón.

¿Evangeliza más un óleo de un Crucificado o un atardecer?

Yo personalmente me he inclinado siempre por el atardecer, no porque el Cristo Crucificado no sea lo mejor. Ahí está la historia del arte religioso y esa labor catequética de todas las obras explícitamente confesionales. Gracias a Dios tenemos una herencia formidable de imaginería e iconos en todos los soportes, sea la escultura, la pintura… Tenemos tanto y tan bueno… Sin embargo, yo desde jovencita me he inclinado a acercar a los demás la Presencia que está entre nosotros, expresar a través de instantes cotidianos de nuestra vida que no estamos solos. Mi propuesta es una invitación a descubrir esa presencia. No sabes qué alegría me genera cuando una joven se planta frente a un lienzo de otra joven que he pintado vestida como ella y se siente interpelada por su actitud serena y pensativa. Ahí se está moviendo algo en su interior. Es la forma de hablar de Dios que he encontrado, a través de su presencia callada y discreta entre nosotros.

¿Ha dicho que no a muchos encargos?

No paro. He pedido días de 48 horas y semanas de quince días, pero no me los mandan. Como solo tengo dos manos, llego a lo que puedo.

¿Pintaría a Donald Trump si se le pidiera?

Hace un tiempo dije que nunca pintaría a un político y, acto seguido, me comprometí con el retrato del fallecido presidente de Aragón, Javier Lambán, que está en esta exposición. Está hecho entre los dos, porque estudiamos juntos cada mirada, cada gesto y cada libro. Tengo la fortuna de tener los últimos WhatsApp que escribió cuando ya no tenía fuerzas. Donald Trump es mucho más que ese que quieren hacer pasar como un payaso. No es un payaso, se lo hace. No seamos provincianos opinando, prejuzgando y tomando decisiones a la ligera. A mí la política no me interesa, y me parece terrible el momento que estamos viviendo en España y en el mundo, y la deriva en la que se está entrando. No puede agradar a nadie, tampoco a los que están dentro.

¿Se huele que le encomendarán un retrato de León XIV como ya hizo el de Francisco para los obispos españoles?

Por ahora no huelo a nada ni a nadie. Si se diera la ocasión y me lo plantean, no diría que no de ninguna manera.

Metiendo cuatro datos en el ordenador, con una impresora en 3D puedo crear un cuadro al estilo de Isabel Guerra a mi gusto. ¿Cómo lo ve?

Yo utilizo ya desde hace un tiempo la inteligencia artificial como una herramienta más, pero jamás podrá hacer un cuadro con alma, porque una máquina no tiene alma. La obra de arte necesita del alma de la persona y en su obra siempre está el alma de quien lo hizo. Eso se nota y es arte, o si no se nota, es que no lo es. Claro que la inteligencia artificial tiene todavía muchísimo camino por recorrer y puede elaborar una lienzo a partir del banco de imágenes con la que la alimentes. Si le dices que te haga un Van Gogh, coge todos los Van Gogh que ahí por ahí, hasta los que están en el calendario de la tabernera de la esquina, y aparentemente te hace un Van Gogh. ¿Pero realmente es un Van Gogh? No lo es.

Si hubiera un incendio en esta sala y solamente pudiésemos salvar una obra de «El fluir del tiempo», ¿cuál de todas rescatamos?

Yo personalmente intentaría salvar a la persona que tengo al lado.