Patrimonio

¿Puede la tecnología acabar la Sagrada Familia?

Esta semana, se ha completado la conocida popularmente como «Sinfonía inacabada», la número 8 de Shubert, gracias a la Inteligencia Artificial. Ahora el debate está abierto: ¿se la podría considerar como una obra de arte? ¿Es la solución a tantas otras sin finalizar?

¿Puede la tecnología acabar la Sagrada Familia?
¿Puede la tecnología acabar la Sagrada Familia?larazon

Esta semana, se ha completado la conocida popularmente como «Sinfonía inacabada», la número 8 de Shubert, gracias a la Inteligencia Artificial. Ahora el debate está abierto: ¿se la podría considerar como una obra de arte? ¿Es la solución a tantas otras sin finalizar?

Vivimos, qué duda cabe, en una época interesante. Décadas atrás, el gran desafío era hallar respuestas. Hoy, las tenemos, casi todas, en la palma de la mano (gracias a internet y a los teléfonos móviles) y el reto ha dado un giro de 180º: ahora debemos hacernos preguntas originales y hasta provocadoras para avanzar.

En 1822, el compositor Franz Schubert comenzó a componer la Sinfonía no. 8 , pero nunca la terminó. Los expertos todavía no están de acuerdo en el motivo: pudo ser su mala salud, distracciones con nuevos encargos, hastío, bloqueo, etcétera. En lo que sí coinciden es que el músico austríaco se estaba internando en un terreno poco conocido con esta obra, de ahí su poder cautivador.

De esta obra solo se conservan los dos primeros movimientos, el tercero apenas está esbozado y el cuarto nunca se halló o se escribió. Desde entonces, fueron numerosos los intentos de finalizar esta obra. Ya en el año 1927, Felix Weingartner se atrevió con ella.

100 propuestas

Columbia Records realizó una competencia mundial a la que se presentaron unas 100 propuestas aproximadamente. Los expertos británicos Gerald Abraham y Brian Newbould también se atrevieron, al igual que el compositor ruso Anton Safronov, quien completó el bosquejo del scherzo y creó un nuevo final para la sinfonía. Y ahora le tocó el turno a Huawei. Si la Inteligencia Artificial desarrollada por la firma china había aprendido, el año pasado, a conducir a un Porsche, logró convertir los sonidos de una ballena jorobada en una canción de amor y ejerció de avatar en un proyecto de literatura para niños sordos («StorySign»), esta vez Huawei se atrevió con la sinfonía inacabada de Schubert.

Con la misma tecnología disponible en el Mate 20 Pro, Huawei destinó la potencia de procesamiento de la NPU dual (Unidad de Procesamiento Neural) para analizar el timbre, el tono y el compás del primero y el segundo movimiento de la octava sinfonía. Básicamente, se trata de estudiar cómo componía Schubert y, a partir de ello, interpretar lo que podría haber sido la tercera y la cuarta parte que faltan.

El modelo de IA generó la melodía y con esa base trabajó después el compositor ganador de un premio Emmy, Lucas Cantor. «Mi función ha sido la de extraer las excelentes aportaciones de la Inteligencia Artificial y completar algunos aspectos, a fin de garantizar que la producción final estuviera lista para ser interpretada por una orquesta sinfónica», explica Cantor, creador de la banda sonora de la secuela de la película de animación Spirit y de Drácula.

«El resultado de esta colaboración con la Inteligencia Artificial –prosigue el reputado compositor– demuestra que la tecnología ofrece posibilidades increíbles, y el impacto significativo y positivo que puede tener en la cultura moderna». La obra finalizada se ha estrenado esta semana en el emblemático Cadogan Hall de Londres.

Y entonces llega la pregunta clave: ¿puede considerarse artista una IA? Y, yendo más lejos aún, ¿qué se considera arte? En 1917, el artista francés Marcel Duchamp presentó un urinal como una escultura y fue expuesto en una galería de arte. Miquel Barceló es otro ejemplo en este sector. La realidad es que la definición de arte es fluida y cambia con el tiempo y entre culturas. Hoy, el arte gestado a partir de una Inteligencia Artificial o un software, como el creado por John Cage, Sol LeWitt, Harold Cohen, Karl Sims o Scott Draves, por nombrar algunos, no está muy aceptado por la crítica. Tal vez, en el futuro, el criterio se amplíe. Pero es la primera vez que una herramienta tecnológica, como en su tiempo lo fue el pincel, la cámara fotográfica o un instrumento musical, es capaz de colaborar con el artista y sugerir ideas.

No, la Inteligencia Artificial de Huawei no compuso una sinfonía, ni terminó una pieza clásica. Lo único (y grande) que ha hecho por primera vez en la historia, es convertir lo que antes era un instrumento inerte y obediente en manos del artista, en una opción de intercambio de ideas.

Es la primera vez que un elemento que nos permite llevar las ideas de nuestra mente al mundo físico, aporta las suyas propias. ¿Significa esto que hay que dejar que termine la Sagrada Familia o que se atreva con obras de Da Vinci o Mark Twain? No, lo que viene a decir es que la Inteligencia Artificial puede tener ideas propias, al igual que nosotros. Y entonces nos hace la pregunta más interesante: ¿cuándo me vais a reconocer como una AI (alternativa inteligente)?