
Jardinería
Por qué las hormigas son las aliadas invisibles que tu jardín necesita
El trabajo constante de excavar túneles convierte a estos insectos en auténticos ingenieros naturales, contribuyendo a enriquecer el sustrato de la tierra

Aunque muchos jardineros las consideran solo visitantes incómodas, las hormigas cumplen un papel mucho más importante del que parece a primera vista. Su presencia en un jardín no siempre es un problema: de hecho, bajo determinadas condiciones, pueden convertirse en auténticas colaboradoras en el cuidado y equilibrio del ecosistema.
El trabajo constante de excavar túneles convierte a las hormigas en auténticas ingenieras naturales. Sus galerías mejoran la ventilación del terreno, facilitan el paso del agua y permiten que las raíces de las plantas crezcan en un ambiente más oxigenado. A ello se suma su capacidad para transportar restos vegetales y materia orgánica bajo tierra, contribuyendo a enriquecer el sustrato de forma similar a un fertilizante natural.
Más allá de su tarea en el suelo, diversas investigaciones han demostrado que muchas especies de hormigas liberan sustancias con propiedades antibióticas capaces de frenar el avance de hongos y patógenos que afectan a los cultivos. En frutales, por ejemplo, se ha observado que la simple presencia de hormigueros en ramas y troncos puede reducir la incidencia de enfermedades como la sarna. Todo apunta a que, gestionadas correctamente, podrían convertirse en herramientas eficaces dentro de una agricultura más sostenible.
El vínculo entre hormigas y plantas va aún más lejos. Algunas especies vegetales dependen de estos insectos para dispersar sus semillas. Atraídas por pequeñas estructuras nutritivas, las hormigas las transportan hasta sus nidos y, tras consumir esa parte comestible, abandonan la semilla en un entorno fértil y protegido. Este proceso, conocido como mirmecocoria, favorece la regeneración de la flora y el enriquecimiento de la biodiversidad.
En ciertos casos, la relación entre hormigas y vegetación se convierte en un pacto de mutua defensa. Hay especies, como algunas acacias, que desarrollan oquedades en sus ramas para ofrecer refugio a las colonias. A cambio, obtienen una barrera natural frente a herbívoros o plantas invasoras. Por su parte, las hormigas cortadoras de hojas han desarrollado un sistema casi agrícola: cultivan hongos dentro de sus nidos.
Inconvenientes de las hormigas
Conviene subrayar que el impacto de estos insectos no siempre resulta positivo. En jardines urbanos o muy pavimentados, sus colonias pueden levantar suelos o desplazar piedras, lo que supone un inconveniente práctico o estético. Además, algunas especies, como la hormiga negra común, establecen relaciones con plagas de pulgones, a los que protegen a cambio de alimentarse de la melaza que producen.
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