Curiosidades

¿Qué le pasa a nuestro cuerpo después de la muerte?

Cuando se detienen los latidos y la circulación de la sangre, queda un cuerpo inerte, gélido... eso es solo el comienzo

La calavera de Descartes se expone en el Museo del Hombre de París
La calavera de Descartes se expone en el Museo del Hombre de Paríslarazon

Hay quienes sostienen que se reencarnarán, otros confían en la resurrección y el paso a una mejor vida, y hay quienes están convencidos de que la vida llega a su fin aquí en la Tierra, con la última respiración. Pero, dejando de lado las creencias, ¿te has preguntado qué ocurre precisamente con el cuerpo cuando nuestro corazón se detiene para siempre?

La respuesta parece ser sencilla: el cuerpo se descompone. Este proceso comienza por la autolisis, proceso por el cual las células liberan enzimas digestivas que van poco a poco comiéndose a sí mismas. De hecho, esta fase también es conocida como "autodigestión" y afecta particularmente a órganos como el hígado o el cerebro.

Mientras la autolisis tiene lugar, el cuerpo pasa por el famosísimo Rigor Mortis. Sin circulación, el organismo comienza a perder temperatura hasta alcanzar la del ambiente, la sangre se espesa y coagula, y por tanto los músculos se endurecen. El Rigor mortis suele iniciar a las cuatro horas posteriores a la muerte en los párpados o la mandíbula y concluye en los músculos más grandes como los de los brazos o las piernas.

Ahora es el turno de las bacterias, aquellas que son tan naturales en el ser vivo como las bacterias intestinales y comienzan por digerir los tejidos de los intestinos y todo lo que esté alrededor de ellos. También entra en juego el tanatomicrobioma, un microbio que sigue bajo investigación pero básicamente se encarga de devorar los tejidos dañados.

Así, diferentes bacterias se propagan acelerando el proceso de autodigestión. De ahí también viene el olor desagradable que emanan los cadáveres, concretamente de bacterias que liberan componentes químicos como la putrescina y la cadaverina.

La putrefacción

El cuerpo humano es como un planeta, bacterias de todo tipo habitan en cada esquina. Curiosamente, lo que llamamos descomposición no es más que un cambio de ecosistema, cuando no hay oxígeno que fluya en el cuerpo, las bacterias que dependen de él mueren y son reemplazadas por bacterias anaerobias. Estas últimas toman energía de la fermentación de azúcar produciendo gases como el metano, sulfuro de hidrógeno y amoníaco.

Los gases causan hinchazón y úlceras, atraen a otros seres vivos como moscas u otros invertebrados y agravan el ya contundente olor de la muerte.

Todo depende de la temperatura

Los egipcios en la antigüedad descubrieron que el calor tenía el efecto de inhibir la actividad de los microbios, evitando así que los insectos se acercaran a los cuerpos. Esta observación les permitió mantener los cuerpos en un estado de conservación óptimo antes de iniciar el proceso de embalsamamiento. Asimismo, si se trata de un ambiente seco o desértico, el cuerpo se momifica y la piel se torna de un color amarronado como si fuera cuero.

La desintegración

Con el tiempo, la piel se resquebraja y se retira de los huesos, y en un transcurso de 16 días (si hablamos de una temperatura media de 25 grados) toda la carne del cuerpo habrá desaparecido por completo.

La desintegración es un fenómeno que se extrapola a toda la materia en el universo. Las células sin oxígeno dejan su potencial a disposición del entorno y el cuerpo humano se convierte en abono con nutrientes como el nitrógeno, el potasio o el fósforo. Es así como toda la energía y materia almacenada es reciclada para dar vida a otros seres vivos.

Al fin y al cabo, somos energía y la física nos muestra que la energía no puede crearse ni destruirse, sólo transformarse.