Burgos
Radares: sólo 5 km/h de cortesía
Los cinemómetros ya se activan en las carreteras para multar ajustándose estrictamente a sus márgenes de error. Ahora mismo no se aplica el 10% como norma general.
Si piensa que con un límite de velocidad de 120 km/h en una carretera puede seguir circulando a 132 sin ser multado, olvídese. Salvo que tenga la suerte de que precisamente en ese momento la caja del radar esté vacía por la política rotatoria de cinemómetros que aplica la DGT, ya que hay más cajas que radares instalados en las carreteras españolas.
Hace tiempo que ya no se aplica el margen de error «de cortesía» del 10% sobre el límite de velocidad antes de multar del que hablaba el antiguo director general de Tráfico. Los radares fijos instalados en los pórticos o en las cabinas que se encuentran en los laterales de las carreteras tienen un margen de error de 5 km/h para velocidades inferiores a los 100 km/h, mientras que es del 5 por ciento para las velocidades superiores a los 100 km/h. En el caso de los cinemómetros móviles que utilizan los agentes de la Guardia Civil, los márgenes aumentan a 7 km/h y al 7% respectivamente. Estos errores máximos permitidos son los que, como mínimo, tienen que aplicar las autoridades de tráfico para sancionar.
Desde el pasado 15 de julio, según se refleja en una nota interna del subsector de León, se aplica estrictamente el margen de error que está determinado por el Ministerio de Industria y se activan ajustándose a ellos. Así, si antes en una autopista limitada a 120 km/h podía circular a 132 sin ser multado por un radar móvil de la Guardia Civil, ahora puede encontrarse con una sanción en el buzón de su casa por circular a 128,4 km/h.
El límite de los radares de tramo, que hacen la media de velocidad en una distancia determinada, es del 5%, mientras que la de los radares «Pegasus», que multan desde el aire en los helicópteros que vigilan las carreteras, el margen de error es del 10%.
En España hay cerca de 700 cinemómetros repartidos por las carreteras españolas, que se revisan, al menos, una vez al año, a no ser que sea necesaria la reparación o modificación, en cuyo caso también es necesario verificar después el funcionamiento.
De estos 700, quedan en torno a 40 equipos que han sido adquiridos en los años 1986 y 1994, que son los más antiguos, pero «siguen funcionando porque son instrumentos muy estables y de alta fiabilidad», explican fuentes del Ministerio de Industria.
Los radares siguen siendo objeto de vandalismo, aunque cada vez menos, según confirman desde este Ministerio. Entre otras cosas, porque «se van adoptando numerosos medios para evitar este tipo de acciones. Ya se dispone de cámaras conectadas por fibra óptica a los centros de gestión del tráfico que hay en distintos puntos de España, que son capaces de registrar e identificar las incidencias que suceden en su entorno en tiempo real»,
En 2012, un conductor fue condenado a una multa de 5.400 euros por destrozar a tiros un radar fijo, ubicado entre El Pont de Suert y Vilaller (Lérida), que le había sorprendido en dos ocasiones y en un margen de tiempo muy pequeño. El hombre tuvo que hacer frente, además de a la multa por exceso de velocidad, a los más de 30.000 euros que costó reponerlo. Ese mismo año, la Administración catalana gastó más de 42.000 euros en reparar los daños causados en los cinemómetros por conductores irritados con la multa. Y es que los cinemómetros no son aparatos económicos. Suelen tener un coste que oscila entre los 20.000 euros el más básico y los 50.000 los más caros. Tampoco se homologan rápidamente. Todo el proceso de evaluación de la conformación del prototipo suele durar unos seis meses.
No existe una base de datos sobre redes de radares de otros países, lo que sí existe son directrices internacionales o guías para la elaboración de reglamentos y procedimientos con el fin de que haya un consenso en cuanto a los requisitos que se deben exigir para el control de estos procedimientos. «También se establecen programas de intercomparación de métodos de medida con otros países. Es así como los laboratorios comprobamos la bondad de nuestras técnicas de verificación», explican desde Industria.
En España podemos encontrar al menos tres tipos de radares. Los radares de microondas son los más comunes en nuestras carreteras y utilizan frecuencia modulada de onda continua (FMCW). Son capaces de detectar objetos inmóviles, así como varios vehículos de forma simultánea, y determinar su posición y velocidad. Además, también operan los cinemómetros de velocidades medias. Sus sensores determinan la velocidad media de recorrido de un vehículo entre dos secciones transversales de la carretera. Sólo pueden operar de forma estática y con ubicación fija.
También están los cinemómetros instalados en aeronaves. Es el caso del «Pegasus», instalado en un helicóptero, que comenzó a funcionar en 2013. Controla el tráfico a una altura de un kilómetro y a una distancia de 300 metros. Puede medir con extremada precisión velocidades de hasta 360 km/h.
Los radares no siempre están colocados en el mismo sitio. La DGT tiene un sistema de «quita y pon». Desde Industria aseguran que «cuando un radar multa demasiado se retira», como ha ocurrido con el situado en la A-I en la bajada de Somosierra dirección Burgos.
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