Restringido

Reaccionar ante el riesgo de fractura social

La Razón
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A lo largo de sus 50 años de historia, la Fundación Foessa ha tratado de desentrañar nuestra realidad a través de sus informes e investigaciones. Una apuesta por el rigor y por el compromiso con el desarrollo que no siempre ha resultado sencilla, pero que se ha mantenido firme en todo momento. El VII Informe sobre exclusión y desarrollo social en España 2014 es fruto de un vasto trabajo de investigación sociológica basada en la encuesta más amplia que existe sobre el perfil de la exclusión en nuestro país.

En 2008, con la publicación del VI Informe Foessa, se elaboró un diagnóstico que, en un contexto muy distinto al actual, evidenciaba la diferencia entre crecimiento y desarrollo.

Se explicitaba entonces cómo los indicadores macroeconómicos estaban ocultando situaciones de vulnerabilidad extendidas, que hacían del nuestro un modelo de integración precaria. Un modelo inundado por la economía, en el que el crecimiento es considerado como un requisito imprescindible para proceder después a la distribución y a la implementación de políticas para la inclusión y la cohesión social. Pero que dejaba al descubierto que, aun alcanzado este primer objetivo, la distribución no era la única asignatura que quedaba sin resolver.

Se constató, así, que este periodo de crecimiento económico no fue aprovechado para consolidar un modelo integral de protección social capaz de prevenir, controlar y reducir aquellos riesgos presentes o potenciales derivados de la desigualdad existente.

Asistimos ahora a un cambio de discurso, en el que la garantía de derechos queda desplazada por un argumentario estructurado en torno al aseguramiento privado, de suerte que el trabajo deja de ser un espacio de consolidación de derechos para convertirse en otro de vulnerabilidad y de pérdida de capacidad económica, social y personal, y de fragilidad social. A su vez, otros derechos y servicios –sanidad, protección social o educación– presentan condiciones de acceso más restrictivas, mientras que los programas de bienestar social son más cuestionados.

Es innegable que las políticas de austeridad generan desigualdad, pobreza y exclusión. Y es que la austeridad no es neutral en términos distributivos.

Son cambios que están modificando la concepción del individuo y de lo colectivo, del papel de los medios y los fines. Por ello, el reto que se plantea es ambicioso. Y, como tal, se entiende como oportunidad, pues, si el modelo actual ha constatado su fracaso, estamos en disposición de impulsar uno nuevo. Para ello, nuestro objetivo necesario es fortalecer los valores cívicos y que éstos se vean reforzados con la regulación.

Aunque todavía no es posible presentar un modelo alternativo de vida colectiva, el informe da cuenta de la existencia de múltiples prácticas ciudadanas que nos permiten cuestionar y vivir de forma real lejos de las lógicas de la privatización, la individualización y la mercantilización. Estamos a tiempo para dar cauce a una reacción colectiva que invierta las tendencias hacia la fractura social al abrigo de ese esperanzador marco solidario que aún se mantiene en la sociedad española.

Además de analizar el poderoso potencial social de ese universo social en movimiento y ebullición, los autores del informe articulan una serie de propuestas urgentes con el objetivo de recrear una nueva sociedad. Entre otras, cabe destacar la necesidad de considerar los indicadores de desigualdad, pobreza, exclusión social y privación material como indicadores privilegiados que permitan un diagnóstico riguroso de desarrollo social, tener en cuenta el gasto social como inversión social o desarrollar políticas familiares eficaces.

*Responsable de Estudios de Cáritas Española y coordinador el VII Informe Foessa