Italia

Y Carlos, el médico ermitaño, volvió a huir

Dos recolectores localizan en un bosque italiano a un joven español que desapareció hace 17 años. Habla cuatro idiomas y tiene dos carreras

Docuemtación de Carlos Sánchez Ortiz de Salazar
Docuemtación de Carlos Sánchez Ortiz de Salazarlarazon

Dos recolectores localizan en un bosque italiano a un joven español que desapareció hace 17 años. Habla cuatro idiomas y tiene dos carreras

Un día del mes de noviembre de 1996 Carlos, un joven de 26 años, no volvió a su casa. Sin más. Acababa de licenciarse en la Universidad de Sevilla de Medicina y, años antes, también había obtenido el título de Psicología. Habla cuatro idiomas. Era un chico más, como recuerdan en el pueblo en el que vivía junto a sus padres y sus dos hermanos, Cazalla de la Sierra, en Sevilla. Aunque era natural de Bilbao, como su madre Rosario, su padre era originario de esa localidad y vivían allí desde hacía varios años. «Ella era la maestra del colegio. Son una familia muy querida en el pueblo», explica a este diario Sotero Martín, alcalde de la localidad. «Al chico sólo le conocía de vista, pero cuando se fue acababa de licenciarse. Aquí dejó a amigos y compañeros de estudios y, aunque era bastante introvertido, era muy educado y responsable», añade.

Creduto morto per 20 anni, viveva da eremita in un bosco in Toscana https://t.co/0AkDKyB5jW pic.twitter.com/fR84T9SB4T

El pasado 28 de octubre, un voluntario italiano de la asociación española SOSDesaparecidos, informa al presidente de esta entidad de que en una zona muy frondosa de bosques de la Toscana italiana, unos recolectores de setas habían localizado, por azar, a un hombre que vivía en una tienda de campaña. «Ese día había decidido cambiar de ruta y se encontraron con él. Por lo que nos cuentan nuestros compañeros italianos se identificó con mucha educación. Dio su nombre, dijo que era español y les enseñó la documentación que llevaba encima (dos carnés de biblioteca de la Universidad de Sevilla de 1991)», explica a LA RAZÓN Joaquín Amills, presidente de la asociación.

Con estos datos, SOSDesaparecidos se puso en marcha, aunque hasta pasados seis días no confirmaron el nombre del joven que ahora tiene 46 años y que, como relatan los vecinos de Scarlino, el pueblo más cercano, llevaba seis años viviendo en los alrededores. Pasadas las siete y media de la tarde del pasado 2 de noviembre, Joaquín cogía el teléfono para llamar a Olga, una de los dos hermanos de Carlos, que sigue viviendo en Cazalla de la Sierra. «Ante esta situación, lo primero que haces es presentarte y decirle que podría tratarse de su hermano, pero sin confirmar nada porque aún no estaba toda la información contrastada», explica el presidente. Y es que una de las principales dificultades que se presentaron es que el nombre de Carlos Sánchez Ortiz de Salazar no aparecía en la base de datos de desaparecidos, ni tampoco en las de la Interpol. Y es que, como sostiene Amills, «hace tiempo que denunciamos que los números no cuadran. En 2008 denunciamos que de 9.100 casos que aparecían en las listas pasamos a 4.060. ¿Cómo puede ser». Antes de viajar rumbo a Italia, los padres del joven y su hermana, que aún hoy regenta un negocio en la localidad sevillana, facilitaron a la asociación española una fotocopia de la denuncia y de su pasaporte para que se pudieran contrastar sus datos. Sin embargo, el viaje no va a terminar en reencuentro, por el momento, ya que como confirman desde SOSDesaparecidos, «Carlos avisó en cuanto le descubrieron de que volvería a desaparecer». Y ni los guardas forestales han vuelto a dar con él.

A pesar de su huida, la familia va a permanecer unos días allí. «Creemos que Carlos se ha quedado por la zona y esperamos que le lleguen los mensajes de que su familia está allí, que saben que está bien». Y es que Rosario, su madre, en 2010 empezó a tramitar su orden de fallecimiento. «Se suele hacer pasado los diez años desde la desaparición», explica el presidente de la asociación. Un expediente que, hasta que un juez no la revoque, sigue vigente. Para la Justicia, Carlos sigue fallecido, para su familia no, aunque él quiera seguir viviendo alejado de la sociedad.