Opinión

¿Una reina santa?

El Papa Francisco insiste en exaltar a los «santos de la puerta de al lado»

Antonio Pelayo
Antonio PelayoLa RazónLa Razón

El arzobispo de Valladolid Luis Argüello ha pasado varios días de esta semana en Roma con el objetivo de dar un nuevo impulso al proceso de beatificación de la reina Isabel de Castilla. Al prelado vallisoletano le toca esta misión puesto que la soberana falleció en el Castillo de la Mota de Medina del Campo.

Estamos hablando de un proceso canónico que se remonta a la mitad del siglo pasado. En el 1970 se abre el proceso diocesano que se clausura dos años después y en noviembre del 1972 el Dicasterio para las Causas de los Santos recibe la documentación histórica. Sólo ocho años más tarde el organismo romano aprueba la apertura del proceso. A partir de ese momento se suceden las intervenciones de los obispos españoles pidiendo a Juan Pablo II que agilice los trámites de la causa, peticiones que se intensifican cuando en el 1999 se celebra el V Centenario de la muerta de la Reina.

Las objeciones que se plantearon entonces fueron dos: la expulsión de los judíos de España y la forzosa conversión al cristianismo de los moriscos. Concienzudos estudios descalifican esas acusaciones pero el proceso se estanca.

«La causa – dijo el entonces prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos el cardenal portugués Saraiva- no está parada, camina». En el convenio que se celebró en la Iglesia Nacional Española de Roma el lunes 27 de febrero se analizó otro problema recientemente esgrimido por quienes se oponen a la beatificación de la Reina Católica: la opresión de los indígenas durante la colonización española.

Independientemente de lo que cada uno pueda pensar resulta obvio que beatificar hoy a una Reina que vivió hace cinco siglos no parece una tarea urgente sobre todo cuando el Papa Francisco insiste en exaltar a los «santos de la puerta de al lado».