Primer aniversario

Sin resolver los misterios del naufragio del "Villa de Pitanxo"

La demanda de las familias de las 21 víctimas del pesquero intenta delimitar responsabilidades penales

Familiares de las víctimas del Villa de Pitanxo en la Eurocámara
Familiares de las víctimas del Villa de Pitanxo en la EurocámaraVÍCTIMAS VILLA DE PITANXOVÍCTIMAS VILLA DE PITANXO

El 15 de febrero de 2022, de madrugada, el pesquero «Villa de Pitanxo» se hundía a 450 kilómetros de Terranova (Canadá). Familiares de las 21 víctimas del buque gallego insisten en la importancia de conocer «toda la verdad» del suceso.

Tras 12 meses de reivindicaciones y lucha, a principios de este mes el Gobierno inició la licitación para bajar al pecio e inspeccionar la zona para encontrar pruebas sobre lo que pudo pasar. La portavoz de las familias, María José de Pazo, hija de Francisco, el jefe de máquinas, celebró la decisión pese a que, a su juicio, el Ejecutivo debería haber intentado bajar al buque el verano pasado como solicitaron las familias en muchas ocasiones. Ahora, espera que «se cumplan los plazos» y se conozca cuando antes qué empresa y cuándo llevará a cabo la acción.

Otro tema pendiente: las familias de los marineros fallecidos presentaron una querella contra el patrón, Juan Padín; su sobrino, Eduardo Rial, y el armador, el Grupo Nores, por creer que hay una «responsabilidad penal» en el accidente.

Los delitos que consideran que se esconden detrás del naufragio son 21 homicidios por imprudencia, otros graves contra la salud de los trabajadores, encubrimiento y falsedad documental.

El dolor continuaba ayer intacto entre los familiares: «El mundo se nos cayó encima. La vida ya no es igual», lamentaba Pablo More. Él perdió a tres de los suyos en aquel fatídico naufragio.

En el navío gallego iban su hermano, Daniel More; su sobrino, Diego More; y su sobrino político, Edwin Córdoba. Todos ellos de origen peruano.

Tener tres víctimas en el seno de la misma familia les ha dejado una profunda huella. «Desde que nos pasó todo esto la vida nos cambió por completo», añade su hermano José, el padre de Diego, que revela que ese ha sido «el día más desastroso de mi vida. Aún no hemos aceptado lo que ha pasado. Ni yo ni mi mujer», subraya sobre la pérdida de su hijo, un joven de 26 años para el que era su primera salida. Se enroló en el «Pitanxo» porque se suspendió un curso que iba a hacer «y no quería quedarse sin hacer nada».

Toda la familia está vinculada con el mar y a la que, desde el día del naufragio, «nos cuesta mucho ir a trabajar, no somos capaces».

José More explica que «yo antes trabajaba tranquilamente cuatro meses seguidos», embarcado en alta mar y lejos de la familia, pero señala que ahora «tendría que pensarme mucho volver a la pesca de altura porque la vida ya no es igual. Ese día nos destrozaron la vida», reitera el padre de Diego More, que asegura que en lo único que puede pensar es en que, a lo largo de este último año, «ha pasado su cumpleaños y unas navidades muy tristes, siempre pensando en él y en lo que ha pasado».

Edemon Okutu, contramaestre del «Pitanxo», dejó en tierra a su mujer y sus tres hijas, la más pequeña de tan solo siete meses. Jeanette, la mayor de ellos, no se separa de su madre. «Ella lo está pasando muy mal», explica. Con él llegó a España hace más de veinte años. «Hay noches que no duerme y yo tampoco», asegura esta joven, entristecida por los momentos perdidos con su padre. «Estaría ahora conmigo viendo lo bien que estoy creciendo», sostiene. Le duele además que su hermana «no se acordará de los momentos que vivió con él».

Okutu es uno de los nueve marineros que no ha podido recibir sepultura. Su cuerpo sigue hundido en aguas de Terranova. No tener un lugar en el que llorarle hace que todo sea aún más difícil para ellos porque «no sabemos dónde está y eso es muy duro».

Lo mismo ocurre con Fernando González, el engrasador del barco. Sus hijos, Cristofer y Kevin, han sido desde el principio dos de los portavoces de los familiares. «Lo único que nos da esperanza de seguir es hacer justicia. Nada más», afirma el primero de ellos. «Este año ha sido horrible. Lo que nunca esperas que puedes sufrir nos tocó pasarlo», subraya Cristofer González, que reconoce que su familia «lo ha pasado fatal». Su abuela, enferma de alzhéimer, no sabe qué ha pasado con su hijo. «No podemos contárselo porque si no, para ella, sería como si se le muriera el hijo todos los días», añade emocionado.

Cristofer confiesa que durante mucho tiempo no pudo dormir. «Tuve que tomar pastillas para la ansiedad», rememora. «Nunca creí que me iba a acordar de mi padre todos los días. Quiera o no todos los días pienso en él» subraya el hijo del engrasador del Villa de «Pitanxo».