Medicamentos

Prozac, el antidepresivo por excelencia, en riesgo de desaparecer

Prozac, el antidepresivo por excelencia, en riesgo de desaparecer
Prozac, el antidepresivo por excelencia, en riesgo de desaparecerlarazon

Es la bautizada como «píldora de la felicidad». Millones de personas lo consumen en el mundo por sus efectos positivos contra la depresión. Sin embargo, las previsibles medidas del Ministerio de Sanidad respecto al precio de referencia van a hacerlo desaparecer.

Fue una auténtica revolución farmacológica. Marcó un antes y un después en los años 90. Pero el padre de los antidepresivos, la fluoxetina, conocido por su marca comercial, Prozac (Lilly), está en riesgo de desaparecer si, tal y como se prevé, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad elimina el límite de dos euros para los medicamentos con precio de referencia, ya que esto implicará que el precio de este fármaco también quede por debajo y su fabricación dejará de ser rentable.

Efectivamente, hoy en día existen más de un centenar de genéricos en el mercado, con lo cual, según señala Francisco Ferre, jefe del servicio de Psiquiatría y Unidades de Referencia del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid, «este hecho no supondría un desabastecimiento en las farmacias. No obstante. Mientras haya fluoxetina (principio activo del antidepresivo), no importa tanto el laboratorio que comercialice. Lo que preocupa es que se deje de investigar en futuros productos, hartos de patentes y de situaciones como ésta.

Es cierto que es un negocio, pero sin ese aliciente, no habría investigación. Es un hecho». Por su parte, Miguel Gutiérrez, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría y catedrático de Psiquiatría de la Universidad del País Vasco, especifica que «efectivamente no habrá desabastecimiento, pero es inconcebible que haya más de 100 Prozacs. Eso no es responsable. No debería existir semejante cantidad de genéricos en el mercado».

Revolución

El descubrimiento de la conocida «píldora de la felicidad», llegó, como tantos otros hitos de la Medicina, por casualidad. En realidad, deriva de un medicamento antituberculoso. Aquellos pacientes que lo tomaban se sentían «más animados». Tras este hallazgo, aparecieron los antidepresivos tricíclicos, que se debían tomar varias veces al día e inhibían la recaptación del neurotransmisor noradrenalina, y aunque efectivos, tenían demasiados efectos secundarios para los pacientes, como «estreñimiento, boca seca, visión borrosa...» añade el jefe del servicio de Psiquiatría y Unidades de Referencia del Hospital Gregorio Marañón. Y en 1987, la FDA aprobó el lanzamiento del Prozac (fluoxetina). «Se convirtió en el antidepresivo de la nueva época. Apareció la bomba. Curaba la depresión con la ventaja de que sus efectos secundarios no eran tan agresivos como los que provocaban los anteriores y además, bastaba con una sola toma en lugar de varias. Fue el padre de los fármacos que vinieron después», dice Ferre.

Y más teniendo en cuenta que, según trabajos realizados por el Instituto para la Investigación del Trabajo en Bonn (Alemania), una de cada 10 personas en Europa toma antidepresivos. De hecho, en nuestro país «el 4,7 por ciento de la población sufre esta enfermedad, y de éste, entre el 10 y el 15 por ciento se suicidan», matizan los expertos consultados. Al contrario que los antidepresivos clásicos, la fluoxetina inhibe de forma selectiva la recaptación de la serotonina (ISRS), un neurotransmisor que está relacionado con nuestros estados de ánimo. Lo que hace, en definitiva, es «ayudar a mantener sus niveles elevados en todos aquellos pacientes que los tienen más bajos, por eso es útil, no sólo para tratar la depresión, sino también para otros trastornos relacionados con el déficit de serotononina, como por ejemplo, el trastorno obsesivo compulsivo, la bulimia nerviosa, el trastorno disfórico pre menstrual o ataques de pánico», explica Almudena Sánchez Mazarro, psicóloga experta en Psicología Clínica y de la Salud de ASM Psicología. «Tuvo mucho éxito por su perfil de seguridad y tolerancia que entonces no tenían otros. Su uso se expandió mucho, no sólo en Psiquiatría, sino también en Atención Primaria, porque era seguro y fácil de dosificar», matiza Miguel Gutiérrez. El problema llegó cuando venció la patente y, el medicamento líder que movía más de 400 millones de euros, tuvo que enfrentarse a la competencia de los genéricos.

Uso y abuso

Tal fue la repercusión que tuvo en los 90 que se convirtió en un fenómeno social, especialmente en Estados Unidos. Libros, películas y títulos de canciones han sido bautizados con su nombre. Un fenómeno que en ocasiones ha llevado a banalizar el medicamento. Francisco Ferre señala que «vivimos en una sociedad en la que no gusta el dolor, ni pasarlo mal. Ha llegado a ocurrir que el término depresión se ha vulgarizado mucho. Situaciones adversas, que no son depresión en realidad, se han interpretado como tal. Vivimos en una sociedad hedonista y placentera que busca la felicidad en la psicología y la psiquiatría. Personas que requerían terapia o medicaciones suaves empezaron a tomar Prozac de forma más frecuente». Y así, poco a poco, se han psiquiatrizado problemas de la vida. «Pero la depresión es una enfermedad concreta con síntomas tremendos que realmente invalidan a la persona que la padece», concluye Ferre.

En lo que todos los expertos consultados están de acuerdo es en que, por sí mismo, el medicamento no es un tratamiento, sino que «requiere de actuación psicoterapéutica de apoyo», dice el presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría. Por su parte, Almudena Sánchez Mazarro concluye que desde el punto de vista terapéutico, la limitación del medicamento, a pesar de su capacidad de ayuda, es que no enseña a la persona estrategias de afrontamiento ni de manejo emocional que pueda capacitarla para salir del problema y poder abandonar en algún momento el fármaco si lo requiere. De hecho, hay estudios que ratifican que es más eficaz si va acompañado de terapia, lo que se denomina tratamiento de tipo combinado».