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La próxima mujer que pise la Luna podría ser europea

A la Agencia Espacial Europea le gustaría que en la misión que la NASA prepara para volver al astro en 2024 participara una astronauta europea

La astronauta italiana viajó a la Estación Espacial Internacional en 2014
La astronauta italiana viajó a la Estación Espacial Internacional en 2014larazon

Condiciones de la Agencia Espacial Europea Apoyará la misión norteamericana para volver al astro en 2024 siempre que la astronauta sea europea.

Se llama Samantha Cristoforetti. Tiene 42 años, es italiana y la gran apuesta de la Agencia Espacial Europea (ESA) para las futuras misiones espaciales tripuladas. Esta piloto de aviación es la tercera mujer astronauta de la ESA y la que más posibilidades tiene de pisar la Luna en 2024, en la misión Artemisa que promueve la NASA y con la que colabora la Agencia europea. «Nosotros estamos colaborando con ellos y haciendo presión para que, como anunció el presidente Trump, que quieren incluir a una astronauta en la misión, sea europea. La que más opciones tendría es Samantha», afirma Bernard Foing, líder científico de Smart1 (la primera misión europea que llegó a la Luna) y también es el director del Grupo Internacional de Exploración Lunar de la ESA.

La idea que tienen desde la Agencia del futuro de la exploración lunar pasa por dos nuevas etapas. «La Luna es nuestro octavo continente y, tras las misiones Apolo y las últimas expediciones chinas –solo recordar que hace unos meses el gigante asiático envío una misión a la cara oculta del astro–, ahora nos centramos en montar una primera aldea robótica en suelo lunar», explica el científico. Esta idea busca profundizar en el conocimiento y explorar la posibilidad de utilizar sus recursos (como el agua) para reducir el coste de la vida de los futuros exploradores lunares. «Para que las misiones humanas sean efectivas y menos costosas, tenemos que explotar bien los recursos que nos ofrece la Luna», sostiene Foing. Y, ¿qué podemos extraer del suelo lunar? «Podemos utilizar el hielo para convertirlo en agua y también extraer hidrógeno de él. Del polvo lunar podemos obtener vidrio que, gracias a la impresión 3D, podríamos utilizar para montar módulos. Los metales que contiene también nos pueden ser útiles, así como el helio-3, que sabemos que, a largo plazo, podríamos usar para fusión nuclear». Diez toneladas de este gas abastecerán de energía a toda Europa durante un año entero, «pero para conseguir esto aún tendremos que esperar unos 40 años», añade el especialista.

Elevado coste

Sin estos recursos, todas las provisiones deberían enviarse desde la Tierra, con el enorme coste que eso supondría. Además, desde la ESA también plantean la posibilidad de establecer factorías de «combustible lunar» que pudieran abastecer a futuros cohetes que despegarán desde allí hacia otros lugares del Sistema Solar, como podría ser Marte. Europa dispondrá el próximo año de su primer acceso a la superficie lunar, ya que suministrará el sistema de aterrizaje a la misión rusa Luna 27 que se posará cerca del polo sur y está, además, ultimando un sistema de comunicaciones y un taladro para recoger muestras y traerlas a la Tierra para su análisis.

Con ese primer proyecto de la aldea robótica, «lo que también buscamos es, a través de avatares, que nuestras manos estén en la Luna. Poder dirigir a los robots desde la Tierra. Ellos serán nuestros ojos», asevera Foing.

Pero, para poder alcanzar todo esto, la Agencia europea, al igual que la norteamericana, quieren buscar el apoyo de la industria privada. Sin empresas como Space X, de Elon Musk, o Blue Origin, el futuro espacial estaría mucho más comprometido. «La ESA tiene que diseñar sus misiones según el presupuesto que acuerdan destinar los ministros de los diferentes países. A final de este año se reunirán en Sevilla y dependiendo de lo que ellos determinen jugaremos un papel más o menos importante en la exploración lunar», explica Santa Martínez, coordinadora científica de la misión europea BepiColombo. Así, «se deben invertir unos 500 millones de euros al año para financiar tanto los vuelos tripulados como la exploración», explica Foing.

Esta cuantía tan elevada también podría extraerse de la reducción en la financiación de la Estación Espacial Internacional (EEI). «Nuestra idea es que, a partir de 2024, cambiemos el dinero de destino y nos centremos más en la exploración», añade Martínez. Pero, aunque para Europa y Estados Unidos esta base en el espacio tiene fecha de caducidad, Rusia discrepa y ya está produciendo más de un roce entre países. ¿Será este el inicio de una nueva Guerra Fría en el espacio?

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