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Shaolín, el líder de la cárcel
Juan Carlos Aguilar siempre fue un gurú. Durante años se ganó la adhesión incondicional de decenas de adeptos a los que impartió disciplinas como Tai Chi, Chi Kung, Yoga o Kung Fú en el gimnasio Zen4 de Bilbao. Quizás por este motivo, a «Huang», el falso shaolín acusado por el momento de asesinar a dos mujeres, apenas le ha costado esfuerzo hacerse valer en la prisión de Basauri (Bilbao). Con todo, recientemente abandonó este centro para ser trasladado a la cárcel de Zaballa (Álava).
Según ha podido saber LA RAZÓN, Aguilar ingresó en el llamado «módulo de respeto». La finalidad es lograr un clima de convivencia y máximo respeto entre los residentes, donde el recluso vea las normas como algo propio, no algo impuesto. Fuentes penitenciarias afirmaron a este diario que su inclusión en ese área se debe sobre todo a un afán por «protegerle» de otros presos peligrosos. No en vano, «Huang» ha compartido durante este tiempo espacio con violadores y pederastas. Del mismo modo, este módulo, aseguran, suele acoger reclusos con buen compartimiento y que pueden progresar de grado penitenciario. Sin embargo, parece que finalmente no fue necesario tomar medidas.
«Es un Dios allí»
Y es que Aguilar ha «ejercido su liderazgo» durante esta semana, «ganándose el resto frente a los demás reclusos». «Es como un Dios allí», afirmaron, pues habría hecho valer su inteligencia entre los reos y despertando su admiración. De hecho, desde que entró en prisión, «se ha mostrado tremendamente frío, sin ningún miedo». Hay que reseñar además que la psicóloga de la prisión que le entrevistó –uno de los pocos contactos que «Huang» ha tenido con el exterior– salió «asustada» por la frialdad que demostró el detenido durante la conversación.
¿Qué vida ha llevado durante su estancia en prisión? Hay que tener en cuenta que el régimen de vida que llevan los presos del módulo es laxo y menos riguroso: participan en actividades y los presos se ayudan entre ellos, demostrando camaradería. Pero, a la vez, se trata de un módulo muy dinámico, cuyos horarios han sido escrupulosamente cumplidos por «Huang»: desayuno temprano, trabajo en talleres, lectura –Aguilar ha estado atento de la prensa durante estos días–, comida a las 13:00 horas, siesta y a las 16:30 horas, actividades deportivas –sobre todo fútbol–. Durante el tiempo que estuvo en prisión no práctico ninguna de las disciplinas que impartió durante años y pasa gran parte de su tiempo en su celda individual.
Los vecinos, «preocupados»
Mientras, prosiguen los análisis e inspecciones para confirmar si existen más víctimas del falso shaolín. Un extremo que la Ertzaintza siempre ha sospechado y en el que aún cree, pero que no ha podido confirmar con el hallazgo de nuevos restos óseos. Por el momento, las pruebas encontradas en el gimnasio y en el domicilio de Aguilar sólo pertenecían a una víctima, la colombiana Jenny Sofía Rebollo –cuyo cadáver fue descuartizado e introducido en bolsas de basura–, que, junto a la nigeriana Maureen Ada Otuya conforman su lista de víctimas hasta la fecha. Del mismo modo, la Policía autonómica vasca continúa analizando los cientos de fotos de mujeres –algunas de ellas en estado incosciente– que Aguilar atesoraba en el disco duro de su ordenador.
Mientras, los vecinos de Aguilar afirmaron a este diario sentirse «preocupados», debido a que no han vuelto a tener noticias de las tres compañeras con las que «Huang» compartió piso durante mucho tiempo: una mujer de nacionalidad alemana y dos de la República Checa –madre e hija–, que eran conocidas en todo el vecindario. De hecho, los agentes hallaron durante el registro de su domicilio –situado en la calle Iturriza– ropa de mujer.
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