Tribuna
"El Sistema MIR en España necesita una transformación profunda"
Su diseño actual se basa excesivamente en los expedientes académicos, dejando fuera a muchas personas con una vocación genuina
Es innegable que en España enfrentamos una serie de problemas críticos en relación con nuestra profesión médica, un conjunto de desafíos que claman por una reforma estructural y urgente. La realidad palpable es que nos faltan médicos, una carencia que se agrava por una retribución insuficiente y una gran presión asistencial que soporta nuestro personal sanitario. Esta precaria situación laboral no solo genera un profundo malestar entre los profesionales, sino que les empuja a buscar oportunidades en el extranjero, tanto antes como después de especializarse, lo que representa una lamentable y continuada fuga de talento.
El procedimiento de acceso a los estudios de Medicina en España es, a mi juicio, profundamente irracional. Su diseño actual se basa excesivamente en los expedientes académicos, dejando de lado una evaluación crucial de las actitudes y aptitudes que son verdaderamente esenciales para desempeñar una profesión tan vocacional, humana y exigente como es la de ser médico.
Esta metodología tiene la lamentable consecuencia de que muchas personas con una vocación genuina quedan excluidas del acceso a la carrera, mientras que permite el ingreso de otros sin el compromiso vocacional necesario para la práctica médica. Además, comparto la opinión del famoso doctor Miguel Vilardell, quien en su libro "Ser Médico" –que recomiendo– señalaba que este proceso podría favorecer a la mujer en detrimento del varón debido a los diferentes tiempos de madurez.
Considero firmemente que el concepto del "numerus clausus" es algo que debería desaparecer para abrir las puertas a más talento y vocación que España necesita desesperadamente.
Más allá del acceso a la carrera, es imperativo que reformemos la estructura de los estudios de Medicina.
Debemos actualizar su visión hacia un enfoque sistémico y transversal de los pacientes y las enfermedades, reflejando la complejidad y la interconexión del conocimiento médico moderno y la tecnología que lo ampara. Esta reforma académica debería ir de la mano con una necesaria reestructuración de la organización de nuestros hospitales, para que las estructuras formativas y asistenciales se adapten a la práctica clínica actual.
El examen MIR, tal como está concebido hoy, es una forma intrínsecamente irracional de seleccionar a los candidatos a las diversas especialidades. En la práctica, estas especialidades han terminado por convertirse, de facto, en puestos de trabajo dentro del Sistema Nacional de Salud.
Mi propuesta es radical y transformadora: las especialidades médicas deben dejar de referirse a puestos de trabajo dependientes de una jefatura de servicio. En su lugar, deben definirse como especialidades médicas que evolucionen y progresen de la mano del avance constante de la Medicina y del conocimiento profundo de las enfermedades y su tratamiento.
La responsabilidad de definir estas especialidades debería recaer en los propios médicos, a través de sus sociedades científicas y colegios profesionales, en estrecha colaboración con las universidades y siempre bajo la coordinación del Ministerio de Sanidad.
La selección de los médicos candidatos a especialistas, a mi entender, debería ser competencia de cada hospital o grupo hospitalario, basándose rigurosamente en sus capacidades formativas y en su estrategia de desarrollo. Este modelo, que curiosamente es el que se da en Estados Unidos, permitiría una adaptación mucho más precisa de las necesidades del sistema a la oferta formativa.
Del mismo modo, al igual que los hospitales, cada universidad debería tener la autonomía para seleccionar a sus estudiantes de Medicina, aplicando sus propios criterios y su estrategia. Considero que es crucial analizar en profundidad la implementación de este proceso.
Asimismo, estimo fundamental que todo médico, es decir, todo licenciado en Medicina pueda tener acceso a su formación como especialista. No me parece razonable ni justo que un profesional, después de años de estudio y esfuerzo, se quede sin la posibilidad de acceder a la especialización que desea por no alcanzar un "baremo suficiente" totalmente arbitrario en un examen único. Esto frustra vocaciones y desperdicia talento.
Otro problema grave es la dificultad para cambiar de especialidad. Una vez que un médico inicia su formación en un ámbito, el sistema actual dificulta enormemente la posibilidad de realizar un cambio si descubre que su verdadera vocación o sus aptitudes se alinean mejor con otra rama de la Medicina.
También creo que debería plantearse si tras 6 años de formación para conseguir la licenciatura en Medicina, de verdad son necesarios 4 o 5 años más para lograr la especialización. Yo, personalmente, lo dudo. Pienso que tal vez sea una manera de contar con mano de obra barata y sometida...En todo caso, habría que revisar tanto la duración como la remuneración.
Finalmente, en relación con los médicos procedentes de fuera de la Unión Europea, es de suma importancia que se establezcan, por parte del Consejo General de Colegios de Médicos, pruebas de Licencia Médica. Estas pruebas, concebidas al estilo de los USMLE/COMLEX-USA en Estados Unidos, serían esenciales para verificar y evidenciar las capacidades reales que supuestamente avala su expediente académico, garantizando así la calidad y seguridad para los pacientes.
En síntesis, este diagnóstico crítico del sistema MIR actual en España nos urge a implementar un conjunto de reformas profundas y valientes que no solo busquen una mayor racionalización en el acceso y la formación, sino que también aseguren una adaptación constante de las especialidades al vertiginoso avance médico, otorguen mayor autonomía a los hospitales y centros de formación y garanticen una evaluación rigurosa y equitativa de todos los profesionales, con una clara inspiración en modelos que han demostrado su eficacia a nivel internacional.