Fundación Jiménez Díaz
La soledad se extiende en un mundo hiperconectado
Afecta a una de cada cuatro personas en países industrializados y a todas las franjas de edad
Los debates en Responsabilidad Social Corporativa (RSC) «Salud, Personas y Sociedad. FJD Talks», que organiza periódicamente la Fundación Jiménez Díaz, acogió ayer su segunda sesión, dedicada a la «Soledad no deseada», bajo el título «Conexiones perdidas en un mundo conectado».
«La realidad nos demuestra que vivimos en una sociedad aislante, en la que la soledad no deseada es una experiencia negativa que supone una deriva del envejecimiento y constituye un auténtico problema de salud pública que, además, no es patrimonio únicamente de las personas mayores, ya que la franja de incidencia va desde antes de los 25 y después de los 65 años», afirmó Aurora Herraiz, directora de RSC del hospital madrileño al inaugurar el debate y presentar a sus participantes: Antonio Garrigues Walker, presidente de la Fundación Garrigues y presidente de honor de España con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR); y Sacramento Pinazo-Hernandis, coordinadora de la Comisión de Soledad de la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP) y profesora de Psicología Social en la Universidad de Valencia; ambos moderados por la Dra. Ana Isabel Hormigo, especialista en Geriatría de la Fundación Jiménez Díaz.
Y es que, como se puso de manifiesto en el encuentro, la soledad es uno de los retos sociales y sanitarios de importancia creciente a los que se enfrentan las sociedades occidentales actuales y constituye una «nueva pandemia silenciosa del primer mundo, que afecta a una de cada cuatro personas en países industrializados», afirmó la doctora Hormigo.
El envejecimiento de la población, las nuevas formas de convivencia, los cambios en los modelos de familia y de los valores como sociedad, ofrecen una realidad cada vez más compleja que contribuyen a la magnitud de este nuevo reto añadió, «considerando que el hecho de vivir «en un mundo cada vez más hiperconectado a nivel digital, con redes sociales liquidas, no favorece, además, las relaciones interpersonales individuales».
Por eso, porque para abordar cualquier problema, lo primero es conocerlo, y porque, en este caso, la definición del mismo es especialmente compleja, la geriatra comenzó por aportar su visión al respecto: «Soledad no deseada es la percepción de que las relaciones interpersonales que mantenemos son insuficientes o que no son de la calidad o intensidad que desearíamos que fueran; es involuntaria, no se escoge, sino que se impone a pesar de nuestra voluntad y perdura en el tiempo, pudiendo afectar a nuestro bienestar y estado de salud –diferenciándose de la buscamos en momentos de intimidad personal, reflexión o disfrute en solitario–, no tiene edad, ni género, sino que afecta a jóvenes y mayores, personas con discapacidad y migrantes, entre otros; y puede aparecer a raíz de experiencias vitales como una pérdida, fallecimientos de un ser querido, desempleo, rupturas o situaciones de dependencia o vitales estresantes», señaló la doctora Hormigo.
Por su parte, Pinazo-Hernandis consideró que es «un problema multidimensional difícil de definir, y por tanto de evaluar, y que depende de muchos factores, como el momento vital de la persona, el contexto, aspectos externos como el clima, el papel que juega la familia en cada sociedad y el carácter cada vez más individualista y narcisista de esta, porque a mayor individualidad, más problemas mentales», mientras que Garrigues lamentó que «en España no exista información reglada ni registro de la prevalencia de la soledad no deseada, como sí ocurre en países como en Reino Unido, donde hay datos que indican que el 14 por ciento de la población se siente sola y 200.000 personas no han hablado con nadie desde hace un año».
Un problema de información que los tres expertos reconocieron y que la doctora Hormigo trató de paliar recordando datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de 2020 que apuntan a que cerca de 5 millones de personas viven solas en nuestro país –un 2 por ciento más que el año anterior–, de las que más de 2,1 millones son mayores de 65 años, y la mayoría (siete de cada diez) mujeres.
Ahondando en los factores de riesgo de la soledad no deseada, los participantes en el debate señalaron también el estilo de vida en grandes ciudades y las redes sociales virtuales, a los que, en el caso de las personas mayores, se añaden otros como la pérdida de seres queridos, cambios en la salud, viviendas aisladas, falta de familia cercana, discapacidad y baja renta.
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